iOS y Android apelan a marca para su guerra

Es el diferenciador de sus semejanzas

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¿Qué tienen en común un robot humanoide y una manzana mordida? Varias cosas.

Para ambos sistemas operativos existen más de 600.000 apps en sus respectivas tiendas; los dos tienen mapas propios, opciones para videochatear y un browser ; sendos sistemas permiten sincronizar con la nube y hacer búsquedas por voz; y comparten otras semejanzas más.

¿Cuál es la diferencia entonces? Además de pequeños extras funcionales, lo que realmente los distingue es la marca.

Android usa Google Maps; iOS, los mapas de Apple –cuya calidad se encuentra aún por debajo de las expectativas de los consumidores y de la experiencia que ofrecen los de Google–.

Las videollamadas en Android se pueden hacer por medio de Hangouts –que posibilita hacerlas grupales también– y en iOS se logra con Facetime.

El sistema de búsquedas de voz de Android se llama Google Now; Siri, el asistente virtual de iOS, permite hacer más que búsquedas en esos dispositivos.

El browser de Android es Google Chrome, y el de iOS, Safari.

Los ejemplos podrían seguir.

Y si bien en algunos casos, como la sincronización, las funciones son interoperables entre ambos sistemas, al final, como es de esperar, la mejor experiencia de usuario la ofrecerá el creador del servicio a sus propios clientes y esa pareciera ser la apuesta que cada uno está haciendo para lograr diferenciarse de su contrincante.

Esquemas distintos

Pero más allá de los mismos servicios etiquetados con nombres distintos, el mayor diferenciador entre iOS y Android quizás es que el sistema operativo de Apple solo se podrá encontrar en dispositivos fabricados por la marca de la manzana; mientras que Android es desarrollado y mejorado por una comunidad abierta de desarrolladores y se comercializa dentro de diversos dispositivos de diferentes marcas.

Cada modus operandi tiene sus puntos a favor y en contra.

En el caso de Apple, tener el control absoluto desde el código del sistema operativo hasta la capa más externa del hardware en que corre, le garantiza que este funcione de la mejor forma, justo como fue pensado que lo hiciera y que la experiencia de usuario sea siempre la misma para todos sus consumidores.

Mientras tanto, en el caso de Android, cuatro ojos ven mejor que dos, por lo que toda esa participación comunitaria facilita su mejora continua.

Además, la fragmentación se traduce en una gama mayor de opciones para los consumidores, no solo en cuanto a aparatos, sino también en cuanto a personalización del software –algo que no se puede hacer en iOS sin hacerle jailbreak previamente–.

Pero el esquema no solo ofrece ventajas. Para los desarrolladores de aplicaciones es un dolor de cabeza, porque deben crear una misma aplicación tratando de que calce en una amplia gama de aparatos con capacidades distintas y, para su mala suerte, lanzarlas a un mercado cuyos usuarios son menos propensos a pagar por ellas, respecto de los usuarios de iOS.

Pero también para los usuarios, la fragmentación puede resultar en algo negativo.

La octava versión de Android, Jelly Bean, estuvo disponible desde julio y, a la fecha, ni el 2% de los usuarios la utiliza (la cuarta parte de quienes tienen ese sistema operativo posee la versión anterior, IceCreamSandwich).

Y esto no es porque los fans del Android no quieran hacer el upgrade , sino porque este no está disponible para todos los dispositivos existentes. Incluso, hay aún dispositivos que salen al mercado con una versión anterior a la última disponible.

Además, aún si el 100% de los usuarios de Android tuviera la misma versión del mismo sistema operativo, la experiencia será distinta, dependiendo del dispositivo desde el que lo use.

Esta situación jamás ocurrirá entre los usuarios de iOS. Para ejemplificarlo, en setiembre se liberó la sexta versión de ese sistema operativo y un 15% de los usuarios empezó a utilizarla desde su día de lanzamiento, todos viviendo la misma experiencia en sus iPhones, que poseen todos las mismas capacidades.

Nuevo contrincante

La llegada de la nueva versión de Windows Phone a finales de este mes podría provocar un cambio en el paisaje próximamente.

Aunque se encuentra en desventaja –con apenas 100.000 apps disponibles para sus usuarios y una cuota mercado que se situaba en menos del 3% a inicios de año– el veterano del software podría lograr un crecimiento tan sorprendente como el que alcanzó Android, que ya tiene dos terceras partes del mercado.

La expectativa por un nuevo diseño –algo en lo que iOS y Android solo han hecho pequeños retoques– y el hecho de que salga al mercado acompañado de Windows 8 podrían favorecerle.

Además, sus funciones intrínsecas, como Skype o Peope –que integra los mensajes SMS, de redes sociales y chats– desde ahora se perfilan como dos de sus grandes puntos a favor.

¿Seguirá Android dominando el mercado? ¿Continuarán las marcas apostándole a reforzar su nombre para intentar diferenciar sus similitudes? ¿Habrá algún nuevo contrincante próximamente? Está por verse. Por ahora, los usuarios pueden alegrarse de tener opciones, todas ellas muy bien preparadas para seguir compitiendo por el trono móvil.

Puntos a favor

Estos son algunos de los puntos positivos que se destacan de cada versión del sistema operativo (SO):

iPros: Siri hace más que búsquedas y puede abrir apps y hacer reservas, por ejemplo; ya habla español. La phone app permite activar un modo de "No molestar" e impedir que en ciertos lugares pueda recibir llamadas; se pueden asignar recordatorios o responder con SMS a las llamadas no atendidas. La tienda de aplicaciones fue rediseñada para que sea más fácil buscar en ella; pero en algunos casos, los íconos se cortan debido a su gran tamaño.

Droid Pros: Google Now aprende de las preferencias del usuario, le hace sugerencias y entiende español desde su primera versión. Se pueden crear textos predefinidos para responder automáticamente a ciertas llamadas. Los mapas de Google siguen siendo mejor que los de Apple, no solo por su nivel de detalle, sino también porque funcionan offline.

Fuente Usuarios y analistas de los SO