La impresión 3D puede alterar los hábitos de compra

Una vez que se comienza a imprimir en 3D, el mundo se ve de otra manera. En lugar de pensar en ir a la tienda, se piensa en hacerlo uno mismo

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El auge de la impresión en tres dimensiones (3D) deja entrever un futuro en el que ya no se comprarán zapatos, aros de anteojos o juguetes, sino que se imprimirán en casa.

La impresión 3D existe desde hace unos 25 años, pero en los últimos tiempos ha ganado popularidad con la mejora de la tecnología y un coste más accesible para amantes del bricolaje, artistas y emprendedores.

Hace cinco años, la empresa Brooklyn MakerBot era el único fabricante de impresoras 3D presente en el Consumer Electronics Show (CES)‎.

Hoy, en cambio, los competidores pueblan la zona dedicada a este invento en la feria internacional de electrónica de consumo, el evento anual que se realiza en Las Vegas para presentar los últimos gadgets y tendencias tecnológicas para el año.

"Es el año de la impresión 3D", afirma Jenifer Howard, portavoz de MakerBot.

Howard destaca que los emprendedores sin mucho apoyo económico pueden crear sus prototipos e incluso fabricar a pequeña escala.

Para Roger Chang, director general de Singapur Pirate 3D, los fabricantes de juguetes independientes podrían ser los que lleven las impresoras 3D al gran público.

"De la misma forma que iTunes ha permitido a los músicos independientes expandirse poniendo sus canciones online, los creadores de juguetes independientes pueden permitir a sus clientes imprimir sus productos sin tener que preocuparse de grandes presupuestos o acuerdos de distribución", explica este empresario, cuya compañía vende una impresora a $497.

Las impresoras pueden hacer figurillas, piezas de ajedrez, picaportes, así como elementos mecánicos, como piezas para creaciones con partes móviles.

Según la portavoz, las impresoras de MakerBot han sido incluso utilizadas por el grupo de aeroespacial estadounidense Lockheed Martin para fabricar una parte de un telescopio que debe ser lanzado en unos cuatro años, mientras que en África han servido para confeccionar prótesis de manos a una décima parte de su precio normal.

"Una vez que se comienza a imprimir en 3D, el mundo se ve de otra manera. En lugar de pensar en ir a la tienda, se piensa en hacerlo uno mismo", señala Howard.

Stephen Baker, analista de NPD Group, piensa diferente: “Estamos muy lejos de transformar el sistema de producción”.

En su opinión, imprimir en tres dimensiones da mucho que hablar, pero habrá que encontrar fórmulas para que la gente tenga una en casa, asegura.