Las bicicletas están a solo un smartphone de distancia en Pekín

Pekín quizá esté regresando a sus raíces por unas dos docenas de empresas emergentes tecnológicas que proveen las denominadas bicicletas compartidas, las cuales han inundado esa ciudad desde el año pasado

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Tras descender de una elegante bicicleta compacta color anaranjado y plateado en la acera afuera de su oficina en Pekín, Cao Dachui bajó su soporte de metal y bloqueó la rueda trasera. Su viaje de 800 metros desde una estación de tren subterráneo cercana le costó solo $0,14 y podía dejar la bicicleta en cualquier lugar.

“Es muy conveniente”, dijo Cao, de 27 años, mientras pasaban autobuses y autos, expulsando el tufo a gasolina por el tubo de escape. Caminar hasta la agencia de publicidad le hubiera tomado el doble de tiempo. “La vida realmente se ha facilitado”, dijo. Su amigo, Ma Zheng, de 23 años, quien estaba estacionando su propia bicicleta compartida, asintió.

Pekín fue alguna vez una ciudad de bicicletas, la capital de un país conocido como el Reino de las Bicicletas por los millones de vehículos de dos ruedas que dominaban el transporte urbano en una economía de planificación estatal donde los autos estaban reservados para asuntos oficiales y los políticamente poderosos.

Décadas de notable crecimiento económico, que empezaron en los años 90, condujeron a una enorme afluencia de vehículos en ciudades como Pekín, donde poseer uno se volvió no solo un símbolo de haber alcanzado la clase media sino también prácticamente en un prerrequisito para el matrimonio.

Conforme la economía crecía, los autos desplazaron a las bicicletas en las calles, creando una grave contaminación y un tráfico miserable.

Ahora, Pekín quizá esté regresando a sus raíces; con un giro moderno. Gracias a unas dos docenas de empresas emergentes tecnológicas, las bicicletas compartidas han inundado Pekín desde el año pasado, salpicando a un paisaje urbano normalmente apagado de destellos de amarillo abejorro, azul martín pescador y mandarina.

Los usuarios pekineses han soportado desde hace tiempo los autobuses atestados y las revisiones de seguridad al estilo de los aeropuertos en los trenes subterráneos, así que muchos chinos como Cao están adoptando las bicicletas compartidas por la flexibilidad y libertad que ofrecen. Los usuarios recogen las bicicletas y luego de usarlas las dejan donde sea, bloqueando la rueda trasera, sin necesidad de encontrar un stand o ponerles una cadena, en comparación con los programas de bicicletas urbanos en París o Nueva York.

La obstrucción urbana no es nada nuevo aquí. Las motonetas pasan zumbando por las aceras y los autos a menudo se estacionan al azar, incluso en los cruces peatonales, dando a la vida diaria en Pekín la sensación de un videojuego frenético. Pero las bicicletas —dispersas por la ciudad como dulces de color brillante— han llevado el caos de Pekín a otro nivel, y los automovilistas están particularmente molestos.

“En los últimos meses, las bicicletas han estado enloqueciendo. Son como monstruos que ocupan la ciudad”, dijo Huang Linwei, de 29 años, un diseñador que conduce hasta el trabajo en Pekín todos los días desde Tongzhou, un suburbio al este. “¡Más de una vez he encontrado difícil estacionar mi auto porque las bicicletas están estacionadas por todas partes!”

Otros temen por su forma de ganarse la vida. Xu Jianmin, de 56 años y conductor de un rickshaw eléctrico, dijo que él ganaba menos dinero transportando viajeros desde que las decenas de miles de bicicletas empezaron a aparecer este invierno.

“Sé que nuestro negocio es una especie de zona gris, que no estamos registrados ante el Gobierno, y por supuesto a nadie le importa si nos vemos afectados”, dijo Xu. “Pero tengo que ganar dinero”.

“Probablemente me gustarían las bicicletas también si tuviera otro empleo”, añadió.

También se han publicitado altamente los casos de mal uso y vandalismo. En febrero, la policía detuvo a dos enfermeras en un hospital militar en Pekín por cinco días después de poner cadenas a las bicicletas para impedir que otros las usaran.

Angela Cai, vocera de Ofo, un líder en el mercado de las bicicletas compartidas en ciudades en toda China, dijo que la compañía trabajaba para abordar el abandono de bicicletas en lugares públicos. Trabajadores vestidos con sacos azules ahora pueden ser vistos en las calles laterales del distrito Chaoyang de Pekín, recogiendo Ofos abandonadas.

Recientemente, el gobierno municipal dijo que emitiría regulaciones sobre el estacionamiento, la gestión y el mantenimiento de las bicicletas para junio, y esperaba que las compañías cooperaran.

Facilidad

Montar las bicicletas requiere solo unos cuantos golpecitos en un smartphone .

Los clientes descargan una de las aplicaciones de las empresas emergentes, transfieren electrónicamente un depósito y luego pagan por su viaje usando el código individual de una bicicleta. Las bicicletas que dependen de la tecnología móvil se sienten como en casa en un lugar como Pekín, donde incluso los ancianos a menudo son los primeros en adoptar la tecnología.

Algunas compañías ofrecen servicios de reservación e incluso GPS para permitir a los ciclistas encontrar la bicicleta más cercana. Pero no siempre funciona tan bien como suena; cuando reservé una bicicleta recientemente, vagué en círculos por 10 minutos sin encontrarla. Yo estaba en un centro comercial vertical, y es posible que la bicicleta estuviera estacionada en un piso diferente a los que puede revisar.

Con un costo de $0,07 por media hora y diseñadas para trasladar a la gente en el último tramo del transporte público hasta sus lugares de trabajo o entretenimiento, las bicicletas tienen el potencial de transformar la vida urbana e incluso dar forma a las decisiones de las personas sobre dónde viven y trabajan. Esos son temas vitales en esta extensión de unos 20 millones de habitantes, muchos de los cuales pasan horas al día desplazándose.

“Tener una bicicleta como esta me permitiría elegir, digamos, vivir un poco más lejos, o tomar otro empleo en un lugar al que no es tan fácil llegar”, dijo Cao, empleada de la agencia publicitaria.

Analistas en China dicen que hay tres factores detrás del repentino aumento: mucho efectivo que busca dónde dirigirse, una buena idea y apoyo del gobierno.

Desde marzo de 2015, dos líderes de la industria —Mobike y Ofo— han atraído unos $750 millones en inversión privada de China y el extranjero, el grueso de esa cantidad en los últimos meses, según Ofo y Caixin, una revista financiera.

Pero el dinero fácil es solo parte de la historia, según Wang Chenxi de Analysys, una firma de datos y análisis china. “Detrás de esto está el empuje del capital, pero las bicicletas compartidas son un buen producto”, dijo Wang en una entrevista vía WeChat, una aplicación de mensajes instantáneos. “El capital necesitaba una salida, y justo en ese momento, aparecieron las bicicletas compartidas”.

Cai, la vocera de Ofo, dijo que la compañía pensaba que conforme creciera la población de la ciudad, y los embotellamientos de tráfico empeoraran, “las bicicletas compartidas pudieran resolver el problema de el último kilómetro en una forma amigable con el ambiente”.

Otra razón importante para la velocidad y escala de la inversión en la empresas emergentes de bicicletas compartidas es el apoyo del gobierno, dijo Lin Chen, profesora de la Escuela de Negocios Internacionales China Europa, con sede en Shanghái. “El capital solo va rápidamente a las industrias a las que apoya el gobierno”, dijo.

Las bicicletas han llegado a ser populares tan rápidamente que también han llevado a preguntas en los medios chinos sobre una burbuja de la industria y predicciones de una batalla por la participación de mercado entre las diferentes empresas emergentes, como la que sucedió entre las compañías de viajes en auto en China. Uber China finalmente se vendió a su rival más feroz aquí, Didi Chuxing.

Un reciente titular en el portal chino sohu.com preguntó: “¿Las recientemente tan populares bicicletas compartidas son una burbuja, o el siguiente Didi?”

Entre los usuarios frecuentes de las bicicletas, provocan una sensación tangible de entusiasmo, incluso alegría.

En una tarde reciente, Feng Yuqin, de 70 años de edad, usó su smartphone para desbloquear una bicicleta estacionada en una acera cerca de la oficina de Cao. Dijo que acostumbraba ir en su bicicleta de pedales o eléctrica al parque para ejercitarse, pero se las robaron algunas veces.

“Con estas, no hay pérdida”, dijo. “¡Me hace realmente feliz!”