Las versiones de cómo las cosas pueden empeorar y ejemplos mundanos de hoy

Hay variantes y múltiples casos de la actualidad de cómo se aplica la Ley de Murphy

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"Si algo puede salir mal, saldrá mal". Palabras más, palabras menos.

Sucede cuando, por ejemplo, Usted no lleva el paraguas o sombrilla al trabajo y llueve a cántaros. Cuando va a imprimir algo –el curriculum dígamos– y no hay tinta; y, cuando compra la tinta, se da cuenta que no hay papel.

En los eventos de tecnología siempre pasa: en el momento de la demostración del software o del hardware estrella frente a auditorio lleno de clientes actuales y de clientes potenciales, algo no funciona.

Pero hay varias versiones de La Ley de Murphy.

Una dice: "Sonría, mañana puede ser peor". Ocurre cuando el sistema contable de la empresa falla exactamente el día antes de entregar el cierre mensual al gerente de la empresa o cuando había que sacar los informes financieros (como el estado de resultados) para la reunión de la junta directiva.

En la vida mundana seguro lo acaba de vivir Jeff Bush, Carly Fiorina y Marco Rubio antes de renunciar a sus precandidaturas por los republicanos, barridos en las primarias por Trump (Cruz queda en veremos).

También está la versión que dice: "Si se encuentra bien, no se preocupe: se le pasará". Es el postulado de Boling. Como cuando Usted quiere comprar algo, está a final de quincena con los cinco contados y repasa si ya cumplió con todos los pagos, compra lo que quiere y casi de inmediato se acuerda que todavía no ha pagado la tarjeta de crédito.

Le acaba de suceder a más de un funcionario, que estando en las mieles de una entidad bancaria o de un ministerio le salen cuestionamientos por todo lado, de nombramientos o autonombramientos que no se debían hacer.

La versión de Chisholm, que dice: "Cuando las cosas vayan bien, algo habrá que haga que vayan mal". Seguro que le ha pasado: organiza una fiesta, velada con amigos o cena de la familia, prepara todos los detalles a conciencia y, como siempre, aparece el que hace el espectáculo, se pelea con medio mundo y termina agriando la vida a todos.

Eso puede ocurrir porque olvidó uno de los corolarios: "Cuando parezca que las cosas van mejor, es que se le ha pasado algo por alto"... En ese caso, a quién no invitar.

Como en uno de los poderes de la República, donde estaban todos contentos porque hallaron un error en el sistema informático de pensiones y andaban calculando los montos de las nuevas jubilaciones a mano... hasta que la Contraloría General de la República alertó que podrían estar girando sumas de más.

Y, exactamente cuando se echó a perder la fiesta, el guachiman aparece anunciando que al automóvil de uno de sus invitados lo chocó un vecino; a otro invitado le avisan que alguien de su familia está hospitalizado y grave; y una de las parejas empezó a discutir asuntos íntimos en frente de todos.

A esto le llaman: "Cuando parece que ya nada puede ir peor, empeora".

Puede que eso es lo que esté pensando la presidenta de Brasil, que —estando consumida en una situación política crítica— se levanta un día y descubre que han acusado a su predecesor y mentor, Lula Da Silva, por corrupción.

¿Y qué pasa cuando siempre hay un tortero? "Si julano tiene solo una única forma de cometer un error, lo hará".

Se dice que por ahí anduvo la primera formulación que hizo a su "ley" Edward A. Murphy Jr., oficial de investigación y desarrollo en el Centro Wright de Desarrollo Aéreo de la Base de la Fuerza Aérea Wright-Patterson, que le echó la culpa de un error en un experimento a su asistente.

Claro que con eso, el mismo Murphy corroboró aquello de que: "si un jefe tiene solo un único asistente para echarle la culpa de un error, lo hará".

Como en el banco donde los directivos le achacaron a los mandos medios un error contable que elevó los bonos entregados a los empleados, que ellos aprobaron a pesar de un informe que daba la advertencia.