Costa Rica tiene una de las cargas tributarias más altas del mundo

Costa Rica tiene una carga tributaria sobre las ganancias promedio de 58,3%

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Según el informe, Paying Taxes 2018 del Banco Mundial, el promedio mundial de la Carga Tributaria y Contribuciones Total (TTCR por sus siglas en inglés), como porcentaje de las ganancias, es de 40,5%. Mientras que en Costa Rica es del 58.3%. La tendencia mundial muestra una caída importante del TTCR desde el 2004, año en que se hizo el primer informe de Paying Taxes.

El informe del 2018 no toma en cuenta la reducción impositiva de los EE.UU. del 2017. Recordemos que el 22 de diciembre del año pasado, el presidente de los EE.UU., Donald Trump, firmó la ley Tax Cuts and Jobs Act, donde el impuesto de renta para las empresas pasa del 35% al 21% y se elimina la renta mundial que se sustituye por una renta territorial. El Gobierno de Luis Guillermo Solís, con el apoyo del PAC, pretende implementar en Costa Rica lo que en los EEUU provocó la salida de grandes empresas multinacionales, reducción de la tasa de crecimiento de los EE.UU., aumento en la tasa de desempleo y desaceleración del crecimiento de los salarios. Sobre este punto, recomiendo al lector mi artículo: El recorte de impuestos en los EE.UU. y su impacto para nuestro país.

Costa Rica tiene una carga tributaria sobre las ganancias promedio de 58,3% la cual es mucho más alta que todos los países de la Unión Europea (con excepción de Francia [62,2]). La carga tributaria de Costa Rica está por encima que el promedio de Norte América y de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

País o RegiónCarga Tributaria y de Contribución Total (TTCR)Horas dedicadas para cumplir
Canadá20,9131
Suiza28,863
Chile33,0291
Noruega37,583
Norte América -Promedio38,9182
Unión Europea -Promedio39,6161
Mundial -Promedio40,5240
OCDE40,6
159
Suecia49,1122
Costa Rica58.3151

Es necesario romper el mito que cargas tributarias de esa magnitud contribuye al bienestar social. Desde el punto de vista empresarial, todo impuesto es un costo de producción y como tal, disminuye la competitividad, reduce la inversión y la generación de empleo. Al aumentar el desempleo, producto de mayores costos de producción, los salarios también crecen menos.

La evidencia confirma que, a mayor gasto público, menor es la tasa de crecimiento y mayor es la tasa de desempleo. Uno de estos estudios es “The Size and Functions of Government and Economic Growth”, donde muestran cifras comparativas que van desde 1960 hasta 1996 para los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En este estudio se concluye que existe una relación negativa entre crecimiento del gasto público como porcentaje de la producción nacional y las tasas de crecimiento de la economía.

Mientras que los países con un gasto público inferior al 25% como porcentaje de la producción nacional crecen a un ritmo promedio del 6% anual, las tasas de crecimiento se reducen a un promedio del 1.6% anual cuando el gasto público excede el 60%. No solamente se reducen las tasas de crecimiento, sino que también aumenta el desempleo y se reduce la productividad.

El peor mito en defensa de mayores impuestos viene de la creencia de que algunos países miembros de la Unión Europea se desarrollaron gracias al Estado Benefactor. La verdad es que todos los países que hoy son desarrollados lo hicieron gracias a políticas de libertad económica y se estancaron a partir de la década de 1970 luego de aplicar políticas propias del Estado Benefactor de crecimiento del gasto público, aumento de impuestos y regulación excesiva.

Mucha gente habla de Suecia como ejemplo a imitar. Este país era pobre a inicios del siglo XIX. Sin embargo, empezó a crecer desde finales del siglo XIX y se convirtió en uno de los países más ricos del mundo con libre comercio, gobierno pequeño con bajos y pocos impuestos. Para finales de la primera mitad del siglo XX, gracias a la libertad económica, Suecia ocupaba la posición número 4 dentro de los países más ricos del mundo. A partir de la década de 1950, Suecia adopta es Estado Benefactor y con ello cayó a la posición 14 en la lista de los países más ricos del mundo.

El Estado Benefactor sueco entró en una crisis profunda para finales de la década de 1980 que los obligó a privatizar todas las empresas públicas, reducir el gasto público de manera significativa, a introducir sistema de precios en su sistema de pensiones y a introducir competencia en todos los mercados incluyendo su sistema educativo con el sistema de cupones.

Por otra parte, en el libro Public Spending in the 20th Century se concluye que aquellos países que apostaron en el Estado Benefactor no experimentaron mejoras en sus indicadores sociales en contraste con aquellos países que no aplicaron dichas políticas. Sin embargo, concluyen los autores del libro, el Estado Benefactor se tradujo en menores tasas de crecimiento, mayores tasas de desempleo y en una desaceleración del crecimiento de los salarios y, por tanto, recomiendan reducir el gasto público, como porcentaje de la producción nacional, a niveles anteriores de 1960, es decir, previos al Estado Benefactor.

La explicación teórica es que los gobiernos son ineficientes e ineficaces per se y que por eso deben ser mínimos. La economía nos enseña que los incentivos que genera el sector público no conducen a la solidaridad ni al bienestar económico sino a un crecimiento permanente del gasto público como porcentaje de la producción en beneficio de la burocracia misma y a los grupos de presión.

Por las razones expuestas, digamos ¡no más impuestos!