¿Qué podemos hacer ante la caída impetuosa del dólar?

Opinión de José Joaquín Fernández| La caída abrupta del precio del dólar tiene consecuencias negativas. La solución no es más intervención gubernamental. Dos opciones son: desgravación arancelaria y cierre del Banco Central

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El precio del dólar se cotizaba el 21 de junio del 2022 en ₡696,76. El 14 de febrero del 2023, 20 meses después, el precio había caído a ₡518,43. Esto equivale a una pérdida abrupta de su valor de un 26% en un lapso de tiempo muy corto. Tan dañino es que el tipo de cambio brinque a ₡700 como que se desplome a ₡515.

La caída del precio del dólar está causando estragos en el sector productivo, en particular en aquellos cuyos ingresos están en dólares, pero sus costos de producción en colones. Algunos de estos sectores son el exportador, el turístico y la inversión extranjera.

El daño que causa esta caída del precio del dólar no es teoría. La Standard Fruit Company (Dole) anunció el despido de 111 personas tras el cierre de dos fincas como consecuencia de la caída del precio del dólar. Por su parte, el ministro de Comercio Exterior advierte sobre la suspensión parcial o total de nuevos proyectos de empresas exportadoras en zonas francas debido a la caída del tipo de cambio.

Comparto el criterio del Banco Central de Costa Rica de que el desplome del dólar no es artificial, sino que obedece a condiciones de mercado. Sin embargo, eso no significa que no pueda hacerse nada al respecto. Sin embargo, La solución no puede ser más intervención gubernamental como algunos sugieren porque esto solo empeoraría las cosas. Debemos buscar soluciones de mercado.

Primera propuesta: Reduzcamos aranceles.

Dado el nivel histórico de Reservas Monetarias que posee el Banco Central de Costa Rica (BCCR), estamos frente a una oportunidad de oro para hacer reducción de los aranceles. Una reducción de los impuestos a las importaciones bajaría el precio de estas, y causaría una mayor demanda de dólares que contrastaría con el excedente de dólares que tiene el mercado costarricense en la actualidad. En otras palabras, una reducción arancelaria detendría la caída del precio del dólar y, a la vez, podríamos obtener los beneficios de una mayor apertura comercial: reducir el costo de vida, promover el crecimiento económico y la innovación.

No hay razón para creer que una reducción arancelaria se traduciría en una merma de la recaudación tributaria. A principios de la década de 1990, cuando entró a regir el Programa de Ajuste Estructural II (PAE II), la reducción arancelaria se tradujo en un aumento en la recaudación debido a los dos efectos de la Curva de Laffer: 1) El aumento del volumen de las importaciones compensa la reducción de los aranceles; 2) Se desincentivó el contrabando y la evasión fiscal.

El libre comercio es bueno. Desde 1817, el economista David Ricardo, demostró con su teoría de las ventajas comparativas que el bienestar de un país es mayor en ausencia de aranceles y de barreras no arancelarias. Las ventajas comparativas demuestran que el arancel óptimo es cero aun cuando los socios comerciales tengan aranceles y barreras no arancelarias a nuestros productos de exportación.

Un borrador de propuesta sería impulsar un proyecto de ley para: 1) Derogar la Ley Nº 4961 (Ley de Consolidación del Impuesto Selectivo de Consumo); 2) Fijar un tope máximo de arancel al 30% para cualquier bien importado, sea de capital, bienes intermedios o consumo final, e irlo reduciendo 5 puntos porcentuales cada 6 meses.

Al finalizar la II Guerra Mundial, Singapur y Hong Kong eran economías tan pobres como Costa Rica. Las dos primeras apostaron al libre comercio (cero aranceles), mientras que Costa Rica apostó al proteccionismo y a los altos aranceles que promovía el modelo de sustitución de importaciones impulsado por la Cepal. Hoy, Singapur y Hong Kong gozan de un ingreso per cápita superior al de muchos países del primer mundo, mientras que Costa Rica, por su parte, sigue con un ingreso per cápita mediocre y de país pobre.

Segunda propuesta: Cerrar el Banco Central y emular un sistema monetario como el de Panamá

Lo ideal es cerrar el BCCR, emular un sistema monetario dolarizado como el de Panamá, desregular el sistema financiero como en Panamá y reducir los aranceles.

Cerrando el BCCR y dolarizando la economía acabamos de una vez por todas con el riesgo cambiario y la volatilidad del precio del dólar que tanto daño causa. La existencia de un tipo de cambio crea una distorsión y un costo innecesario al sistema productivo.

Además, el cierre del BCCR y la dolarización permitirían que todos los costarricenses tengamos acceso a las tasas de interés en dólares que son mucho más bajas que las tasas en colones. Esto traería un gran impulso al crecimiento económico y al bienestar en general.

También, al cerrar el BCCR acabaríamos con la inflación y sus nefastas consecuencias que son: desaceleración de la tasa de crecimiento, aumento del desempleo y deterioro en la distribución del ingreso.

En los últimos 40 años la inflación promedio anual en Costa Rica ha sido 10,36%; mientras que, para el mismo periodo, la inflación de Panamá, que no tiene banco central ha sido de apenas 1,79%. Tengamos presente que la inflación solo se puede crear cuando el crecimiento de la emisión de dinero crece más que la producción. Es decir, solo el BCCR (Gobierno) ha sido el responsable de la inflación en Costa Rica.

La banca central no beneficia en nada a la señora de Purral. Solo los gobernantes se benefician con la existencia de la banca central porque esto les permite financiar el gasto público con emisión monetaria. Además, la existencia de la banca central le permite a los gobernantes pagar favor político colocando a sus colaboradores y amigos en las jugosas plazas del ente emisor.

La existencia del BCCR ha empobrecido a toda Costa Rica condenándola a la inflación, al riesgo cambiario y ofreciendo, innecesariamente, tasas de interés mucho más altas en colones. El BCCR es otro ejemplo del fracaso del Estado y de la incompetencia del burócrata.

En la Economía no hay nada que justifique la existencia de la banca central. Como bien decía F. Hayek, galardonado con el premio Nobel en Economía, en su libro “Denationalisation of Money”: “No encuentro en la literatura de la Economía nada que justifique que el gobierno tenga el monopolio de la emisión de dinero [banca central]. … Tiene todos los defectos de todo monopolio”.

Desde su creación, el BCCR nos ha empobrecido. Por tanto, ¡cerrémoslo!

La caída abrupta del precio del dólar tiene consecuencias negativas. La solución no es más intervención gubernamental. Dos opciones son: desgravación arancelaria y cierre del banco central.