4 consejos para superar la pereza en el trabajo

Si se procura hacer mejoras porcentuales todos los días en alguna labor, con el paso de los años se forjará un hábito.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Conocida universalmente como “pecado capital”, la pereza es uno de los grandes obstáculos para conquistar nuestros sueños: un auténtico dream killer. Afortunadamente, como cualquier defecto, tiene cura, y aquí hay cinco remedios caseros para superarla en el trabajo.

#1 La regla del minuto diario

Consiste en dedicar al menos sesenta segundos al día a una actividad que resulta ordinariamente tediosa. Esta práctica más difundida en Japón, también conocida como “método Kaizen”, sugiere que, conforme avanzan los días, aquello que resultaba aburrido se convierte en algo familiar, hasta el punto de que cada día se dedica más y más tiempo a una actividad concreta, sin que suponga un especial sacrificio. Si se puede decir así, el cerebro se acostumbra y, al cabo de unos 60 días, no solamente debería desaparecer cualquier tipo de evasión, sino que podría tornarse en una necesidad. Un buen ejemplo es la lectura: si día a día se dedica al menos un minuto, podría convertirse en una sana costumbre.

#2 La regla del 1% diario

Consiste en añadir ganancias marginales, invisibles para muchos, excepto para quienes están comprometidos con el proceso. En su best seller titulado Atomic Habits, James Clear explica cómo el equipo de ciclismo de Inglaterra, que nunca había triunfado en el Tour de France, logró la victoria gracias a mejoras pequeñas en cada uno de sus integrantes. A partir de métricas diarias, el entrenador Brailsford consiguió que cada corredor ganara optimizaciones constantes de 1%. Más aún, estimó que el equipo de Gran Bretaña ganaría el Tour al cabo de cinco años, pero para asombro de todos, lo consiguió en tan solo tres años.

Esto mismo puede suceder en la vida cotidiana, si se procura hacer mejoras porcentuales, que con el paso de los años, forjarán hábitos de vida. La regla se podría resumir en el mantra “confía en el proceso”. Otro ejemplo puede ser quien hace ejercicio: si día a día empieza por dedicar un minuto a alguna actividad de calistenia, conforme avance el tiempo afianzaría su rutina diaria de ejercicios.

#3 Racionalizar los pensamientos automáticos

Consiste en evitar las distorsiones cognitivas para modificar las emociones. Raimond Gaja, psicólogo cognitivo, y autor del libro Bienestar, autoestima y felicidad, sostiene que antes de sentir un afecto, primero hay un pensamiento que lo detona. Se trata de sesgos que pueden definir frases como “si cambiara tal cosa, entonces yo podría tal otra”, “sé que estoy en lo cierto y ella está equivocada”. Esas ideas poco razonadas —también conocidas como pensamientos perturbadores— son las que hay que racionalizar, porque influyen en el modo de comportarse.

Por ejemplo, si uno suele sentirse indispuesto a hacer seguir un plan nutricional, y persiste el pensamiento automático “no puedo hacer nada para bajar de peso”, habría que objetivar aquellas ideas con hechos concretos, tales como recordar algún momento del pasado donde se era más delgado, hasta perder el temor hacia un estilo de alimentación más saludable.

#4 Descansar inteligentemente

Consiste en cuidar la cantidad de horas de sueño con el fin de acumular energía para trabajar. Aunque el cansancio no es lo mismo que la pereza, el cansancio es tierra fértil para cultivar la pereza, y por eso hay que evitarlo. Durante mucho tiempo, se ha analizado la calidad del sueño mediante el REM (Rapid Eye Movement) y el sueño profundo.

No obstante, también se puede abordar desde otro enfoque, que se conoce como la deuda del sueño o sleep debt. Después de varias semanas de dormir poco, indistintamente de si el sueño fue de calidad, las personas suelen acumular una cantidad de cansancio que mina la energía con que se enfrentará la jornada.

Por ejemplo, si alguien necesita siete horas diarias para amanecer descansado, pero solo duerme cinco horas en promedio durante un par de semanas, entonces disminuirá considerablemente su energía y, con ella, su desempeño. Este abordaje que se aplicó inicialmente al contexto deportivo (NFL, NBA), y se ha ido extendiendo al entorno corporativo, para comprender mejor las necesidades de descanso.

El autor es especialista en gobierno y cultura de las organizaciones.