Aceptación popular y la “ventana de Overton”

Blog La ruta hacia el liderazgo | “En líder debe ser capaz no solo de identificar el momento en que se abre una oportunidad para generar un cambio, sino de ampliar el espectro de aceptabilidad”.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

¿Por qué una idea, o un política concreta, tienen mayor o menor aceptación popular en un momento histórico determinado? Tal es el caso de recientes proyectos de ley sobre el valor del marchamo, el tipo de cambio del dólar o el presupuesto para la educación superior entre muchos otros. Para responder a esta inquietud, existe una polémica estrategia de comunicación que explica por qué una idea puede pasar de ser inconcebible, o incluso un tabú, hasta convertirse en un tema debatible y políticamente correcto. Este fenómeno lo explica la “ventana de Overton”.

James Overton (1960-2003) desarrolló una teoría política que permitía ilustrar los niveles de libertad y viabilidad política de las preferencias individuales. En la ventana, que se abre y se cierra en un pequeño espacio de tiempo, caben las posiciones más radicales e impensables para ser percibidas como aceptables, sensatas e incluso populares. Según esta estrategia, un líder debe ser capaz no solo de identificar el momento en que se abre una oportunidad para generar un cambio, sino de ampliar el espectro de aceptabilidad. De hecho, hay quienes encuentran en esta teoría una explicación a la manipulación social.

Un ejemplo: la educación superior. Durante mucho tiempo, se ha percibido que los presupuestos de las universidades estatales son intocables, a pesar de que la autonomía universitaria fue concebida desde sus orígenes como un mandato constitucional. Pese a ello, en los últimos gobiernos, los presupuestos universitarios se han intervenido, a tal punto que hoy día se habla de eficiencia, indicadores, desempeño, y otros términos que antes resultaban inadmisibles.

El contexto histórico de la última década es muy distinto del siglo pasado. Efectivamente, la autonomía universitaria –también en otros países de Latinoamérica– ha dejado ser considerada como un valor absoluto y, lo que se concebía como una transgresión constitucional, ahora resulta ser tratado –por algunos— como un tema de ordinaria administración, que es parte de la agenda anual de negociación presupuestaria. Quienes han protagonizado ese proceso, se han encargado de extender la “ventana de Overton”.

¿Cómo ensanchar la ventana? La manera de ensanchar y prolongar en el tiempo la “ventana de Overton” es mediante ideas cada vez lo más radicales posibles. En consecuencia, una idea que parece radical se consolida cuando aparece otra idea aún más radical. Es decir, la vehemencia convierte en aceptable lo que habitualmente se había rechazado, ya sea por ideas reaccionarias, o bien por ciertos movimientos sociales.

Es difícil prever hasta dónde es posible seguir modificando realidades intocables, tales como considerar la jubilación como un derecho y no como un deber, para evitar pensiones exorbitantes, y así, promover la sucesión y la sostenibilidad del sistema de pensiones. Sin embargo, hay que dar tiempo al tiempo antes de hacer una valoración sobre el alcance de estas medidas.

En cualquier escenario, el ámbito de los negocios no es ajeno a los efectos de la “ventana de Overton”. Cualquier política pública tiene efectos directos o indirectos en la gestión de una empresa, ya sea grande o pequeña.

Mantenerse dentro del ámbito de lo aceptado públicamente puede evitar controversias y riesgos reputacionales. El problema es la falta de integridad, cuando defienden ideales como la sostenibilidad y la diversidad, pero a lo interno no lo viven, porque esa hipocresía en su discurso puede tornarse en contra de ellas mismas.