Los rostros olvidados de la diversidad

La diversidad son las diferencias entre las personas para que se les brinden las mismas oportunidades

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Acabamos de terminar el mes de la diversidad, una época del año multicolor impulsada por el movimiento LGBT y sus variaciones. No obstante, en el ámbito organizacional, la diversidad posee rostros muy variados, que con frecuencia se olvidan y ameritan ser recordados, para no perder la auténtica riqueza de la inclusión en el trabajo.

Para los autores del clásico libro “Administración Contemporánea”, Gareth Jones y Jennifer George, la diversidad es la diferencia entre las personas para que se les brinden las mismas oportunidades y reciban un trato justo. Estas diferencias pueden darse en distintas dimensiones. Por ejemplo:

Edad. Cada vez es mayor la cantidad de generaciones (x, y, z) que coinciden en el lugar de trabajo, donde quienes tienen mayor edad y experiencia son subordinados de otros más jóvenes. Aprender a beneficiarse de las diferentes perspectivas que cada generación ofrece es un rostro valioso de la diversidad.

Sexo. El “techo de cristal” es una metáfora para aludir a las barreras invisibles que limitan a las mujeres y a las minorías a ser promovidas a altos puestos corporativos. Esa restricción sigue vigente, y se nota en los sistemas de compensación salarial, licencias de maternidad, entre otros. Promover el liderazgo femenino por su valor intrínseco y la riqueza que ellas pueden aportar a las empresas es otro de los rostros olvidados de la diversidad.

Raza y etnia. Es el agrupamiento de personas con ciertas características comunes, como origen, idioma o cultura nacional. Hoy son pocas las organizaciones en que la creciente diversidad racial y étnica son tomadas en cuenta dentro de las decisiones operativas e incluso estratégicas. Su rostro sigue olvidado, también en nuestro contexto local.

Aptitudes y capacidades. La regulación de cada país tiende cada día más a efectuar adaptaciones razonables para que personas con capacidades limitadas puedan desempeñar bien su trabajo. Desafortunadamente, en ocasiones esta inclusión se hace simplemente para cumplir una cuota o promulgar ciertos valores de forma superficial, y no para que estas personas desarrollen un rostro de plenitud en sus vidas.

Perfil socioeconómico. La clase social de los colaboradores y los factores relacionados con los ingresos debería motivar a las posiciones de mando dentro de una empresa a velar porque estas personas logren satisfacer sus necesidades básicas y de desarrollo integral. Sin embargo, las brechas salariales siguen en aumento y la inequidad entre las posiciones directivas y operativas fácilmente nublan el rostro de la solidaridad.

Además de las mencionadas anteriormente, existen otras clases de diversidad, tales como la religión, el aspecto físico, el nivel de escolaridad, y muchas más. Ciertamente la diversidad bien gestionada puede mejorar la eficiencia organizacional, pero sobre todo debe hacerse de manera justa porque el valor de cada individuo dentro y fuera de la organización es incalculable.