Los absurdos argumentos del ministro de Economía sobre el arroz

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La política arrocera de este gobierno constituye un grosero subsidio de pobres a ricos, apadrinada por una administración que hipócritamente dice defender la "justicia social". Esto no detiene a algunos funcionarios, como Welmer Ramos, ministro de Economía, de tratar de justificar lo injustificable, recurriendo a argumentos absurdos o amañados. Veamos los dos principales:

El arroz es un bien inelástico: En diversos medios Ramos ha recurrido a la jerga economicista para explicar por qué, según él, si cayera el precio del arroz, el consumidor no se beneficiaría. En declaraciones recientes a CRHoy, muy similares a otras que brindó en el programa "Hablando Claro" de Vilma Ibarra, el jerarca afirmó que el arroz es un bien inelástico, es decir, no importa el precio del grano, los costarricenses seguiremos consumiendo la misma cantidad. Entonces, una caída en el precio del arroz " no hace que los ticos coman más".

En primer lugar, no sabemos a ciencia cierta de dónde sacó el ministro Ramos eso de que el arroz es un bien inelástico. ¿En verdad una madre soltera en Los Guido no aumentaría su consumo de arroz si el precio bajara un tercio? Tal vez en Los Yoses o en Barrio Escalante la gente sí consume la misma cantidad de arroz indiferentemente del precio, pero difícilmente podríamos decir lo mismo de personas que la ven a palitos para satisfacer sus necesidades calóricas básicas.

Pero aún si el arroz fuera un bien inelástico, ¿acaso el beneficio al consumidor se mide únicamente por el nivel de consumo? Digamos que usted tiene por televisión por cable y paga al mes ¢17.000 por la suscripción. Según el argumento de Ramos, usted no se beneficiaría si el precio del cable cayera a ¢11.000 porque eso no lo llevaría a ver más tele. ¿Así o más absurdo el argumento?

Por supuesto que los consumidores se beneficiarían de una caída en el precio del arroz aún cuando no consumieran más del grano. El dinero que se ahorran comprando su ración semanal a menor costo lo pueden destinar a satisfacer otras necesidades. Tal vez esto no es de mucha importancia para el 20% más rico de la población, que destina un 0,3% de sus ingresos a comprar arroz. Pero para el 20% más pobre del país, que gasta 5% de sus ingresos solo en este rubro, una rebaja del precio caería como una bendición.

"Pretendemos salvar empleo": El segundo argumento del ministro Ramos es que la política de este gobierno pretende salvar empleos en el sector arrocero. ¿Cuántos? Ni el mismo ministro sabe exactamente: "entre 40.000 y 50.000 empleos", dijo a La Nación en enero. La cifra es muy nebulosa. Un estudio de la Escuela de Economía de la UNA, contratado por Conarroz, dice que son 65.000 puestos de trabajo. El documento atribuye el dato al MAG, pero no brinda una fuente exacta.

La disparidad de hasta más de 60% en los números ya es bastante sospechosa. Pero aún más es el hecho de que, según el mismo estudio de la UNA, la industria del arroz en Costa Rica está altamente mecanizada y la mano de obra representa menos del 4% de los costos de producción. ¿Tanta gente empleada en el sector –con pago de salarios, cargas sociales, etc.– y la mano de obra constituye únicamente una fracción de los costos de producir arroz en el país? Los números no cuadran.

Y la cuestión del empleo se vuelve aún más turbia si hacemos comparaciones con otros países. Hace poco el mismo Conarroz publicó una nota en su página web que indica que el cultivo de arroz en Argentina, en un área de 236.700 hectáreas, emplea solo a 10.000 personas (entre directos e indirectos). Según datos del mismo Conarroz, en Costa Rica el área cultivada es de 66.135 hectáreas. Es decir, de acuerdo a la cifra más conservadora del ministro Ramos, en Costa Rica el sector arrocero emplea 4 veces más gente para producir en un área 3,6 veces más pequeña que en Argentina.

Don Welmer puede despejar de una vez por todas nuestras dudas si nos facilita la fuente exacta de la cifra de empleos que, según él, este gobierno está defendiendo en el sector arrocero. Si no lo hace, se verá muy mal.

No envidio la posición del ministro de Economía. Nuevamente, le toca defender la política más regresiva de un gobierno que se hace pasar por progresista. Que lo haga con argumentos tan absurdos o rebuscados es lo único que le queda.