Hablemos de políticas viables: ¿Qué necesita la pyme?

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Construir un puente, un tren, un metro, aeropuertos, reducir la pobreza, crear X nuevos empleos, etc., etc., son típicas promesas de campaña. Para cualquier persona más o menos informada, ¿son viables? ¿De dónde saldrán los recursos para ello? En los momentos electorales en que todos hablan de las pymes y como apoyarlas; con créditos, garantías, asistencia técnica, simplificación administrativa, promoción de exportaciones, y cuanta cosa se les ocurra, las pymes y sus líderes siguen un camino trazado desde hace mucho. No hay tiempo (ni ganas) de escuchar la demagogia de costumbre.

Por eso es que lo mejor en este momento es plantear acciones que son viables, que realmente aporten y que puedan ejecutarse con los siempre ajustados presupuestos públicos. A decir verdad, hay muchas cosas que son posibles de hacer en un gobierno, si se tiene el interés, y a veces el valor de enfrentar realidades que debemos cambiar pero que favorecen a algunos. Aquí algunas de ellas:

Un censo empresarial: nadie sabe cuántas empresas existen. Hay encuestas, pero un censo permitirá caracterizar a las empresas, sus empleados, stock de capital, nivel educativo, etc. Eso facilitará a cualquier gobierno hacer política basado en evidencia.

Definir el grupo meta de la política: lo tradicional es que trabajamos con todas las empresas, por lo cual cada grupo recibe un poquito de los recursos disponibles. Ello no nos ha conducido a nada más que mucho papel (políticas sin recursos, fundamentos o ambas), muchas buenas intenciones, demasiadas fotos de eventos, pero ninguna mejora para el segmento pyme. El mejor ejemplo es, tener dos proyectos: un puente y una carretera, y repartir el dinero que se tiene para uno, en los dos proyectos. Resultado: media carretera y medio puente. ¿Por qué no apostarle a un grupo y apoyarlo (micro, pyme, mediana? O bien, segmentar la política:

Pymes dinámicas: apoyadas desde los ministerios de la producción con objetivos de crecimiento e innovación,

Pymes de subsistencia: apoyadas desde los ministerios sociales, con objetivos de reducción de la pobreza.

Establecer políticas específicas para empresarios y trabajadores: Mucha gente cree que los empresarios tienen claro lo que quieren y toman las mejores decisiones. Bueno, no es cierto, sino, ¿por qué tantas empresas mueren antes del primer año? Los trabajadores necesitan mejorar sus conocimientos y habilidades para el trabajo. Por ello se requieren acciones para mejorar las competencias de los: a. Empresarios y b. Trabajadores

Definir metas: si vamos a invertir recursos en determinadas las acciones de fomento, para beneficiar a determinado número de empresas; ¿por cuanto tiempo?, ¿cuáles son las metas esperadas? ¿Qué hacemos si no cumplen con las metas?

Simplificar trámites: durante esta administración, la fundación CRUSA por medio de su proyecto “Alcanzando Escala” ha logrado reducir y optimizar los trámites en varias regiones del Pacífico Central. Si esto ha sido posible desde el apoyo de lo privado, ¿por qué no generalizarlo?

Descentralizar las políticas de fomento: La transferencia del poder central a los gobiernos locales (o regionales) de competencias y recursos (generalmente en ese orden). En este caso, sería el darles recursos a las CREAPYMES para poder implementar acciones que ellos identifican como prioritarias en sus zonas de influencia.

Estas son seis políticas viables; en las que todo el espectro político está de acuerdo. Eso significa una política de fomento a la pyme “efectiva”, es decir, con resultados. Estamos llenos de papel que señala que la política debe hacer esto, lo otro, y lo de más allá. Creemos que la política debe hacer de todo, y por ello tendemos a copiar muchas cosas que vienen de fuera.

La realidad nos dice que el que mucho abarca, poco aprieta. Además, no todo lo que viene de fuera es viable de replicar. Al respecto, Albert Berry, un reconocido investigador canadiense me decía alguna vez que lo importante no es solo identificar las “buenas prácticas”, sino, las “buenas prácticas factibles”. Con ello se refería a que los países guardan entre sí diferencias de todo tipo, y lo importante al analizar estas buenas prácticas, es precisamente recoger lo que es posible de replicar dadas nuestras limitaciones institucionales, económicas y hasta idiosincráticas. Muchos de nuestros traspiés en nuestras sendas de desarrollo se han dado por el intento de copia de buenos modelos que han funcionado en otras realidades pero que no corresponden a las nuestras.

¿Por qué entonces no pensar en lo que nos puede dar resultados y sobre ello seguir construyendo? Me parece que todos preferimos algo pequeño pero cierto que algo grande y ambiguo, o inalcanzable.