El valor de la paz mental

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Una medida de éxito es experimentar paz interior.

Suponga que usted tiene salud, familia que lo quiere, amigos que lo aprecian, además ha descubierto que tiene un buen trabajo, piense si es su caso, ¿tiene usted paz?

Encuentro que no siempre es así.

En mi caso particular, me da paz sentirme ordenada financieramente, me da paz saber que estoy sana, que contribuyo con mi trabajo a construir un mejor mundo, ver a mis hijos sanos, sensatos y felices y me da paz sentirme querida y apreciada por la gente que valoro, quiero y aprecio.

Pero con todo lo anterior, a ratos me quita la paz pensar en algunos escenarios futuros probables que me dan miedo. O en el impacto de una persona y su actuar sobre mí o sobre otros que quiero. En el pasado, una relación que no va bien, o a sentimientos incómodos como lo son el miedo, la enfermedad, la frustración o la tristeza.

Para recuperar la paz cuando hay otra persona de por medio, uno puede comunicarse y reescribir una historia (toman dos pero es muchas veces viable). También puede usted decidir alejarse si, habiendo intentado mejorar la relación, se da cuenta una y otra vez que la relación es tóxica. Con los temores, la enfermedad, la frustración o la tristeza, no queda de otra, hay que entenderlos, saber de donde vienen, aceparlos y enfrentarlos.

Estar en contacto con los sentimientos, incluso los desagradables, permite ponerlos en perspectiva y manejarlos mejor.

Tener paz es la capacidad de vivir no solo como protagonista de nuestra vida, sino como observador, no solo de la vida, sino de nosotros. En la noche un ejercicio que ayuda con esta disciplina es pensar qué tan feliz estoy, que tan saludable viví, que tan amada me sentí, que tan libre soy.... son buenas preguntas para recalibrar lo importante de la vida y de ser el caso, tomar impulso para tomar decisiones.

A veces, me río de mi cuando me descubro pensando en círculos o repitiendo patrones que pensé tenía superados.

Lo cierto es que tener paz mental conlleva aceptar la existencia humana, no solo con lo bueno, lo bonito, lo alegre, sino con lo difícil, lo complejo y lo triste. Una vez hechas las paces con esas vivencias, la paz es, tal vez, más asequible.

¿Qué opina usted?