Simplifique su vida

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“Usted puede ver un cambio en la gente de Harvard Business School. El dinero solía ser el principal motivador en la búsqueda de trabajo. No lo es más. Cuando usted hace mucho dinero, siempre quiere hacer más. Es algo irónico. Una vez que entra en esa carrera, se empieza a olvidar sobre cuáles son las fuentes de felicidad y sobre las cosas o personas importantes en la vida. Ahora la gente joven de HBS tiende a pensar ¿qué es lo mínimo que necesito tener para vivir, para enfocar mi vida en lo verdaderamente importante?”: Patrick Chun, Estudiante de Harvard Business School, Class 2010.

La autora Elaine St. James afirma en su libro Simplifique su Vida, que conforme más compleja se vuelve la vida, mucho más añoramos la simplicidad.

Algunos de sus consejos que resalto por que me parecieron razonables fueron los siguientes: reduce la acumulación de chunches en tu vida, simplifica tus hábitos alimenticios, revisa y limpia tus relaciones personales, si no funciona deja de hacerlo, aprende a decir que no.

Hubo sin embargo, un consejo que no me deja de dar vueltas en la cabeza respecto al tema de la vivienda. Elaine dice cámbiate de casa a una más pequeña…

En los últimos tres años me he encontrado varias familias jóvenes donde ambos cónyuges generan un excelente nivel de ingreso, con hijos pequeños, vidas muy ocupadas y complejas. En varios de estos casos, las parejas jóvenes construyen o compran una casa que de acuerdo a su estilo de vida termina resultando más una carga que una bendición. No hay tiempo para disfrutar lo que tanto les ha costado comprar.

Si la casa te cuesta más tiempo, energía y dinero de lo que estás dispuesto a invertir, ¿será momento de simplificar? ¿no hubiera sido mejor no construir un castillo que corresponde al sueño ideal de otros y no al sueño ideal propio?

De este asunto lo que me parece más interesante es cómo le atribuimos a la posesión de una casa tanto valor. Leía que en una encuesta que se hizo en los Estados Unidos para la Asociación Nacional de Corredores de Bienes Raíces que el 87% de los encuestados respondieron que el tener una casa propia era el más importante elemento para cumplir su sueño de vida.

Entiendo que el lugar para vivir es un elemento indispensable para sentirnos seguros. Sin embargo lo que cuestiono hoy es cuánto estamos dispuestos a sacrificar por vivir el sueño ideal que han definido socialmente otros (no necesariamente nosotros).

Le decía a uno de mis clientes que podemos vivir como un hámster o como un águila. El hámster corre y corre y siempre está apurado sin llegar a ningún lado, porque no tiene claro su propósito más que estar apurado.

Leía en un artículo titulado Cómo medirás tu vida sobre los estudiantes de la escuela de negocios de Harvard, que de los 900 estudiantes que se gradúan cada año, muy pocos le han dedicado tiempo a pensar en cuál será el propósito de sus vidas. Si uno piensa que luego tendrá tiempo de pensar en eso,- dice el autor- la verdad es que no es cierto. Porque la vida nos la complicamos hasta que se vuelve más demandante e incluso para algunos inmanejable.

Para mí, tener un claro propósito de vida ha sido esencial.

¿Por qué la gente de negocios si es tan buenos diseñando estrategias competitivas para empresas, tiene tanto dificultad para diseñar una estrategia personal?

Pensemos que todos tenemos, como las corporaciones, recursos limitados para diferentes negocios: en términos personales los negocios son criar buenos seres humanos ( nuestros hijos), llevarnos bien con nuestro compañero de vida(cónyuge), contribuir en la comunidad, tener éxito en la carrera, etc.

Así como con las empresas se mide la utilidad en el tiempo y los retornos sobre la inversión para evaluar su desempeño, es necesario que cada uno de nosotros definamos cómo mediremos al final de nuestra vida el éxito en nuestros propios términos.

Y antes de lanzarlos al frenesí de trajo diario con el objetivo de tener una gran casa, un gran carro, la acción en el club, chofer, nana, entrenador personal, cocinera y no sé qué más, pensemos si tener ese estilo de vida es lo que nos hará felices al final de los días o, si más bien, la carrera es una en la que nos metimos sin darnos cuenta, porque socialmente nos proyectará como exitosos ante otros.

Para algunos, la medida del éxito, estará en términos de patrimonio o bienes acumulados pero, antes de lanzarnos en la búsqueda frenética de la acumulación de riqueza, pensemos si eso es realmente lo que nos hará felices a nosotros al final de la vida. Puede percatarse que, puede que al final de su vida tenga una gran cuenta en el banco pero se sienta alienado de sus hijos, infeliz, rodeado de gente pero con soledad interior, habiendo vivido una vida sin un propósito auténtico, trascendente y coherente con usted.

En mi caso, -decía el profesor de Harvard -mi métrica es cuánto he ayudado a otros a ser mejores personas. El impacto de mi éxito se mide a cuántas personas he contribuido a cambiar.

¿Cuál es su caso?