Ecos de Apple vs. Samsung

Esta guerra de patentes nos afecta a los usuarios de móviles y tecnología

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En la aún vigente “guerra de patentes” entre Apple y Samsung, se atribuye a la primera haber ganado un primer round , luego de una sentencia favorable de un jurado en California, que condenó a la segunda por infracción de varias patentes de software y de “diseño”, así como al pago de la una histórica suma de $1,05 billones, la tercera más grande que se haya registrado en la historia del litigio de patentes en ese país.

Sin afán de profundizar en aspectos legales de una sentencia que aún no se encuentra firme, se puede abordar aspectos de reflexión para el entorno jurídico y tecnológico nacionales:

Territorialidad de las patentes : Es un conflicto con posibles consecuencias globales, pero es importante tener claro que los derechos exclusivos son territoriales; es decir, una patente concedida en los Estados Unidos solo puede ser ejercitada en este país y no en Costa Rica. Si deseo lograr protección mediante una patente de invención en un país, debo tramitarla y obtenerla en ese país. No existe una patente mundial.

La carrera de las patentes : Apple ha solicitado más de 416 patentes relacionadas con tecnologías de smartphones desde el lanzamiento del primer Iphone en el 2007, que incluyen tecnologías de cámaras móviles, de interfaz de usuario, de visualización de imágenes y de batería y control de potencia. Samsung, sin embargo, posee un mayor número de patentes registradas, dentro de las cuales destacan patentes de tecnologías esenciales como las de “LTE” ( Long Term Evolution ), el nuevo estándar o generación, en materia de telecomunicaciones. Ello le ha valido poco en el pulso comercial y de innovación frente a Apple. Estos datos permiten concluir que efectivamente se trata de un tema de calidad y no de cantidad de patentes. La patente tampoco implica una garantía de éxito comercial o de idoneidad técnica. El único que determinará estas condiciones será el mercado.

Patentes de software : Tres de las siete patentes infringidas, son de software o de aplicaciones: 7.864.163, correspondiente al mecanismo para hacer zoom al hacer un tap en el navegador; 7.469.381, que protege el efecto rebote al llegar al final de una lista o documento haciendo scrolling ; 7.844.915, para descripción de los movimientos de desplazamiento ( scroll ) en una pantalla táctil.

No obstante, el software y las aplicaciones son concebidas como una lista de instrucciones o comandos dirigidos a un computador, que en la mayoría de los países –incluyendo el nuestro–, no resultan patentables. Las patentes de Apple, cuya infracción se determinó en los Estados Unidos, no encontrarían protección en nuestra legislación vía patentes, sino quizás, mediante una categoría cuyos alcances son sensiblemente menores: los derechos de autor. En los Estados Unidos, donde las patentes se ofrecen para todo tipo de campo tecnológico, basta que la invención emplee un computador o un programa informático y proporcione un “resultado tangible, útil y concreto”. Es esta, junto con el gran número de patentes concedidas en este campo tecnológico, la razón del elevado número de litigios en este país.

Marañas de patentes : El aluvión de patentes de software y formas de presentación de la información en Estados Unidos, genera que sea prácticamente imposible innovar sin infringir alguna patente de otro titular o incluso competidor, no siendo sencillo tampoco el obtener una licencia.

La concepción original de las patentes como instrumento de estímulo a la innovación se tambalea frente a la grosera realidad de un campo tecnológico en el que cada vez hay menos actores y mayor gasto en abogados.

La sentencia dictada en Corea del Sur sobre este mismo conflicto ofrece un buen ejemplo: una especie de “empate técnico” en el cual se declaró que tanto una empresa como la otra, se habían infringido no una, sino varias patentes. En Estados Unidos, las voces de alerta que acusan la degeneración de un sistema de patentes colapsado en desmedro de los intereses y acceso de los consumidores, ya se han hecho sentir.

Mantener vedada la posibilidad de patentar software , aplicaciones, formas de presentación la información, métodos de negocios y mercadeo, parece ser una buena idea. La consigna será defender la concepción clásica de la patentes, no permitir que el sistema se sature de “invenciones” fútiles y procurar altos estándares en la evaluación de miles de solicitudes de patentes en trámite ante el Registro de la Propiedad Industrial.