En un verano de sequía, la costa española trata de ahorrar agua y hacer su turismo sostenible

Una Europa con temperaturas al alza y poca lluvia altera los estilos de vida de sus habitantes

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En las playas de Lloret de Mar este verano han desaparecido las duchas. Afectados por la sequía, muchos municipios de la costa española tratan de ahorrar agua mientras crecen las dudas sobre la sostenibilidad ambiental de su modelo turístico frente al cambio climático.

Bajo el intenso sol del mediodía, un grupo de visitantes pasea junto a la playa de esta popular ciudad catalana. Este año nadie encuentra duchas en la arena, porque no están. Ese es el único indicio de que aquí se lucha contra la sequía.

"Es una lástima, era muy agradable ducharse antes de marcharse", admite Jonas Johanson, un turista danés de 28 años.

El sacrificio, sin embargo, tampoco le parece excesivo en una Europa con temperaturas al alza y poca lluvia.

En España la sequía ha mermado las reservas de agua y en Cataluña ha dejado los embalses al 29%. Desde marzo, gran parte de esta región de 7,7 millones de habitantes está en segundo nivel de alerta, con algunas restricciones no domésticas para tratar de evitar cortes en las casas.

Ecologistas y vecinos piden repensar el modelo turístico en este país que recibió 71,6 millones de visitantes internacionales en 2022; pero en Lloret también hay quien teme que las limitaciones comprometan el futuro del sector.

"Se puede reducir agua de otras muchas maneras", se queja Sara Loulidi, una recepcionista de 55 años que trabaja frente a la playa. "Y no dejar al turismo, que todos vivimos del turismo, sin duchas", lamenta.

Límites

En el segundo país con más visitantes solo por detrás de Francia, la actividad turística representó el año pasado el 12,2% del PIB español.

Todavía muy dependiente del sol y la playa, este modelo despierta cada vez más preocupaciones por su impacto ambiental.

"Se ha de poner algún tipo de límite", afirma David Saurí, profesor de Geografía en la Universidad Autónoma de Barcelona. "Lo que no nos podemos permitir es un crecimiento incontrolado, que cada vez venga más gente y cada vez haya menos recursos".

Un turista alojado en un hotel de 4 o 5 estrellas, indica el profesor, puede consumir más del doble de agua de la media de un residente, al computar los servicios a su disposición. El sector catalán pretende asimilar ambos consumos para el año 2040, según una hoja de ruta impulsada por el gobierno regional.

"Los recursos hídricos son limitados y si nos dedicamos al turismo esto obliga a repensar qué recursos podemos dar o no a los turistas", opina Jordi Palaudelmàs, portavoz de la asociación ciudadana SOS Lloret, que lucha desde hace años por evolucionar hacia un modelo más sostenible.

El Hotel Samba de Lloret de Mar aprovechó una amplia reforma en 1997 para instalar un circuito de reutilización de aguas grises, con el que afirman haber ahorrado 215 millones de litros.

El agua de muchas de sus duchas y bañeras llega a las tripas de este edificio de 434 habitaciones, donde se tratan y se filtran antes de ser bombeadas a las cisternas para un último uso. Este sistema empieza a popularizarse.

"Creo que los deberes se tendrían que haber hecho mucho antes, y si no se pone manos a la obra puede ser un problema", indica Laura Pérez, responsable de medio ambiente del establecimiento.

Más red

A pocos kilómetros, los aspersores riegan los imponentes jardines municipales con el Mediterráneo turquesa de fondo. Unos carteles avisan de que es agua regenerada, la única con la que se puede regar sin tantas limitaciones este verano.

En Lloret, como en otros municipios, llevan años usando esta agua residual depurada, con una desinfección adicional, en jardines y limpieza. La sequía ha incrementado el uso un 25%, aunque la red que permite utilizarla es todavía muy limitada.

En los municipios del litoral se puede evitar "que vaya al mar mucha agua depurada, regenerarla y darle nuevos usos", afirma el técnico de parques y jardines Carlos Gil.

Con un negocio basado en el agua, en el parque acuático Water World se logró reducir notablemente su consumo cambiando el sistema de riego y su vegetación.

El director, Julià López, es optimista para el futuro del sector, aunque todavía quede trabajo por delante.

“El país tiene que reconvertirse y reutilizar mucho más de lo que reutiliza el agua”, indica.