Lasso liderará un Ecuador en crisis tras vencer en segunda ronda

Con el apoyo de la derecha, el banquero conservador de 65 años derrotó al candidato correísta. Este era su tercer intento por hacerse con la presidencia, luego de las derrotas de 2013 y 2017

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El exbanquero conservador Guillermo Lasso se proclamó presidente electo de Ecuador en el balotaje de este domingo 11 de abril sobre el candidato de la izquierda correísta, Andrés Arauz, quien concedió su derrota antes de que concluyera el escrutinio.

“El 24 de mayo próximo asumiremos con responsabilidad el desafío de cambiar los destinos de nuestra patria y lograr para todos el Ecuador de oportunidades y de prosperidad que todos anhelamos”, dijo Lasso ante sus partidarios en Guayaquil.

El dirigente de 65 años, quien aglutinó buena parte del anticorreísmo bajo las banderas de la derecha y que recibirá un país dividido y en crisis por la pandemia, obtenía al menos el 52,48% de los apoyos con el 93,74% de la votación escrutada, según el Consejo Nacional Electoral. Sin embargo, su partido tendrá presencia mínima en el Congreso.

Arauz, de 36 años y pupilo del exmandatario socialista Rafael Correa, captaba el 47,52% de sufragios.

El voto nulo que promovieron los indígenas, factor desequilibrante en esta elección, se situaba en un 16%, un avance notorio frente al 9,55% del primer turno.

Con la tendencia en contra, el joven candidat le quitó suspenso a la noche. Ante unos cuantos seguidores en Quito, anunció que llamaría a Lasso para “felicitarle por el triunfo electoral”. “Le demostraré nuestras convicciones democráticas”, apuntó.

Lasso consiguió revertir el traspié de la primera vuelta y conquistar el poder en su tercer intento, luego de las derrotas de 2013 y 2017.

Una “época de encuentro”

Lasso asumirá el poder de este país de 17,4 millones de habitantes en reemplazo del impopular Moreno, quien deja una economía, dolarizada desde 1999, en números rojos: en 2020 el PIB retrocedió un 7,8% y la deuda pública total alcanzó el 63% del Producto Interno Bruto.

Además sale acosado por las críticas ante la lenta vacunación contra COVID-19, que en más de un año ha matado más de 17.000 personas y estresado al máximo al sistema sanitario.

En su discurso como mandatario electo, prometió un gobierno de cambio “sin dejar a nadie atrás” y auguró una “época de encuentro” tras las fuertes divisiones que deja la campaña.

El futuro presidente no gozará de mayoría en el Congreso y tendrá que negociar con Pachakutik, pues el partido indígena quedó segundo en las legislativas celebradas en febrero por detrás de Unión por la Esperanza (Unes), el movimiento de Arauz.

Creando Oportunidades (Creo), la fuerza de Lasso, tendrá una representación mínima.

Los indígenas, que quedaron a las puertas del balotaje con su candidato Yaku Pérez, optaron en su mayoría por no dar su respaldo a ninguno de los candidatos.

El personaje ausente

Lasso se quedó con este duelo de generaciones y estilos, propinándole de paso la primera gran derrota a Correa. El exbanquero derrotó por primera vez a la izquierda socialista en Ecuador en 14 años. Su ascenso es un castigo al expresidente Rafael Correa más que una “carta en blanco” para que la derecha gobierne un país en crisis por la pandemia, según analistas.

“Sinceramente creíamos que ganábamos, pero nuestras proyecciones eran erradas. Suerte a Guillermo Lasso, su éxito será el de Ecuador. Solo le pido que cese el lawfare, que destruye vidas y familias”, escribió el exmandatario en Twitter, aludiendo a una supuesta campaña judicial en su contra.

Apenas concluyó la votación, Arauz se había anticipado al escrutinio oficial y proclamado ganador con base en un sondeo a boca de urna. Cuando comenzaron a caer los resultados oficiales, recogió sus palabras. "Este es un traspié electoral pero de ninguna manera es una derrota política y moral. Nuestro proyecto es de vida, de lucha", manifestó en Quito.

Sin embargo, el revés electoral tiene para los críticos un solo nombre: Rafael Correa. El exgobernante, que se instaló en Bélgica con su familia tras concluir su mandato (2007-2017), rompió con Moreno apenas éste se instaló en el poder, desatándose una feroz disputa que fraccionó a la izquierda entonces dominante.

Estando fuera, la justicia lo condenó a ocho años de cárcel por corrupción en un proceso que Correa tacho de "persecución política".

Pablo Romero, analista de la Universidad Salesiana, cree que si bien se trata de una "derrota profunda" para el líder del llamado socialismo del siglo XXI, tampoco cree que sea "el fin del correísmo".

Pero lo que sí es cierto es que “no va a tener la misma fuerza de aquí en adelante. Correa va a quedar relegado y habrá que ver quién dentro del correísmo tiene la capacidad de sostener esto”, dijo a la AFP.

Anticorreísmo

Lasso venía de perder en la primera vuelta de 2021 con una diferencia de casi 13 puntos porcentuales frente a Arauz, hasta entonces un exconsejero económico desconocido para la mayoría.

Casi que se metió al balotaje por la ventana gracias a su mínima ventaja sobre el líder indígena y ambientalista Yaku Pérez, quien alegó el supuesto robo de sus votos.

Pese al desgaste que le dejó esa pugna, logró aglutinar al anticorreísmo bajo las banderas de una derecha que estaba de capa caída incluso antes de la aparición del llamado socialismo del siglo XXI liderado por Correa.

“Ganó la candidatura que logró conectar con ese votante desencantado del correísmo y desencantado en general de la política”, señala Wendy Reyes, consultora política y catedrática de la Universidad de Washington.

El futuro presidente no contó con el apoyo unánime de los indígenas, que se dividieron entre el voto nulo y el respaldo al exmandatario izquierdista.

Durante los diez años que ejerció el poder (2007-2017), Correa modernizó Ecuador con los recursos de la bonanza petrolera pero a costa, según sus críticos, de un estilo autoritario que no dio tregua ni a los partidos tradicionales, ni a los ambientalistas que tildaba de infantiles, como tampoco a la prensa. Solía referirse a sus adversarios como corruptos.

Apoyo condicionado y voto nulo

Lasso llega a gobernar a un país dividido y seriamente lastimado por la crisis sanitaria y económica que desencadenó la pandemia, que dejó más de 17.000 muertos en poco más de un año.

El exbanquero sucederá al impopular Lenín Moreno, quien se trenzó en una feroz disputa con Correa apenas alcanzó el poder con su apoyo en 2017.

Moreno derrotó a Lasso por estrecho margen en lo que parecía un triunfo que daba continuidad a la izquierda socialista. Pero ya en el gobierno, se alineó con otras fuerzas e incluso contó con el respaldo de Lasso para hundir mediante referendo la reelección presidencial indefinida que había promovido Correa.

En Ecuador “hay una crisis de gobernanza que se profundizó en el gobierno de Moreno; hay una crisis económica y hay una crisis sanitaria y esto implica retos muy grandes”, afirma Reyes.

Lasso, coinciden analistas, no recibe precisamente una carta en blanco para los próximos cuatro años.

“Lasso tiene que asumir bien esta alerta para hacer un gobierno que sea absolutamente inclusivo, que sea una negociación con varios sectores sociales y políticos, porque de lo contrario va a tener desde la Asamblea y en las calles un enemigo que va a estar rondándole”, dice Santiago Basabe, politólogo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), una organización educativa internacional.