Nafta y los desconcertantes cambios de rumbo de Trump

Los virajes en cuanto a su política comercial han generado confusión y divisiones, incluso entre los republicanos

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Washington. — El presidente Donald Trump prometió una política comercial que antepusiese los intereses de Estados Unidos por sobre cualquier otra cosa: Renegociaría o abandonaría el Nafta y combatiría las prácticas comerciales de China.

Por ahora, sin embargo, casi lo único que ha generado su política comercial es confusión y divisiones, incluso entre los republicanos. En juego está la credibilidad del mandatario en torno a si es capaz de cumplir su promesa de campaña de resolver el supuesto daño hecho por la política comercial estadounidense a lo largo de décadas y recuperar millones de plazas de trabajo en fábricas que sucumbieron ante la competencia extranjera.

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El miércoles se produjo un nuevo episodio desconcertante en torno la perspectiva de que Estados Unidos abandonase el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta) sin ni siquiera intentar renegociarlo. La Casa Blanca filtró esa posibilidad al periodismo, causando escozor en los inversionistas y protestas de grupos empresariales y de legisladores republicanos.

Horas después, Trump dio marcha atrás. Dijo que, en realidad, trataría de reformular el acuerdo con México y Canadá, y que se saldría de él solo si no lograba negociar algo favorable para Estados Unidos.

El giro de 180 grados sigue a otro cambio radical de postura en torno a China. Trump hizo este mes a un lado su promesa de catalogar a China como un "manipulador de divisas" . Dijo que había decidido recompensar a los chinos por ayudar a limar tensiones con Corea del Norte.

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Tampoco cumplió sus promesas de castigar a las empresas estadounidenses que trasladan plazas de trabajo al exterior ni con sus amenazas de gravar las importaciones de México y China.

"No hay duda de que no está cumpliendo sus promesas de campaña", afirmó Lori Wallach, directora de la organización Global Trade Watch de Public Citizen y quien no ve con buenos ojos el Nafta y otros acuerdos comerciales.

Veleta

Las marchas y contramarchas del mandatario en torno al Nafta han sido particularmente sorprendentes. Durante la campaña presidencial, Trump dijo que el acuerdo era un "desastre" y había eliminado muchas plazas de trabajo al alentar a que las empresas trasladasen sus fábricas a México para aprovechar la mano de obra más barata. Si no conseguía concesiones de México y Canadá, retiraría a Estados Unidos del acuerdo.

En marzo el gobierno envió al Congreso una carta delineando los planes para renegociar el pacto. Ese plan preservaba intacta buena parte del acuerdo y numerosos críticos del Nafta se mostraron decepcionados.

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Por eso sorprendió cuando se filtró esta semana la noticia de que Trump había adoptado nuevamente una línea dura. Sus colaboradores dijeron que el presidente analizaba la posibilidad de emitir un decreto sacando a Estados Unidos del acuerdo. El peso mexicano de devaluó respecto al dólar y el sector agrícola, que atribuye al pacto un aumento en sus exportaciones a México, pegó el grito en el cielo.

"Señor presidente, los productores de maíz ayudamos a que fuese elegido", expresó Wesley Spurlock, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Maíz, en un comunicado. "Nafta ha sido una gran victoria para la agricultura estadounidense... perder acceso a estos mercados sería un golpe enorme" .

Muchas empresas se quejan de que salirse del Nafta alteraría la cadena de abastecimiento que las empresas han creado a lo largo de los 23 años de vida del acuerdo.

"Toda la estructura del Nafta está entrelazada con nuestra economía de formas muy estrechas e importantes", sostuvo Josh Bolten, ex jefe de personal del presidente George W. Buch y director ahora de Business Roundtable, una organización que reúne a directores ejecutivos de empresas. "Muchas de las firmas más grandes y exitosas de Estados Unidos dependen en gran medida de las cadenas de abastecimiento norteamericanas y sus bienes pueden cruzar una u otra frontera varias veces durante el proceso de producción".

Los legisladores republicanos, que generalmente apoyaron el libre comercio, se hicieron sentir también. "Salirse del #NAFTA sería un desastre para los empleos y la economía de #Arizona", dijo en un tuit el senador John McCain. "@POTUS no debería abandonar este vital acuerdo commercial" , agregó, aludiendo al presidente.

Acto seguido Trump anunció que los líderes de México y Canadá se habían contactado con él el miércoles y que él había aceptado su pedido de tratar de arreglar el Nafta mediante negociaciones antes de abandonarlo.

"Decidí que, antes de terminar el Nafta, que sería algo muy fuerte, que sacudiría el sistema, lo renegociaríamos" , expresó Trump. "Eso sí, si no consigo un acuerdo justo para Estados Unidos... acabaré con el Nafta".

El secretario de relaciones exteriores de México Luis Videgaray dijo que se enteró de que Trump estaba considerando salirse del acuerdo a través de la prensa y que el gobierno mexicano se puso en contacto con el estadounidense para analizar el tema. Por la noche, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto llamó a Trump y los dos hablaron unos 20 minutos.

Algunos analistas dicen que la confusión refleja las divisiones que hay en el seno del gobierno, "problemas de personal y estructurales en la Casa Blanca, que se agravan por el choque ideológico entre sectores", según Eric Shimp, ex diplomático estadounidense y asesor comercial del estudio de abogados Alston & Bird.

Hay quienes dicen que la amenaza de salirse del acuerdo fue una forma de empujar a México y Canadá a que hagan concesiones. Shimp, no obstante, señala que los dos países ya se habían mostrado dispuestos a renegocias el tratado. Para Clyde Prestowitz, todo es un montaje.

"Al final de cuentas, habrá algunos cambios menores al Nafta y se declarará victoria", afirmó. "Trump fija posturas más duras que las de otros presidentes, pero sus acciones siguen la misma línea de lo que hicieron ellos. Hablar es mucho más fácil que hacer".