Oposición barre en elección legislativa: bipartidismo respira y atormenta al Presidente

Bloque deberá superar diferencias ideológicas y programáticas para poder impulsar la agenda que han planteado con éxito

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El bipartidismo, columna vertebral del bloque de oposición compuesto por otras cuatro fuerzas políticas, toma una bocanada de aire fresco al barrer en la elección del Directorio Legislativo este 1.° de mayo.

Pasaron nueve años y mucha agua bajo el puente para que el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) retomara el protagonismo político de antaño, de la época previa a los escándalos de corrupción que hundieron a la divisa en el descrédito.

Hoy el diputado socialcristiano y alajuelense Rafael Ortiz, de discurso mesurado, ganó con holgura la presidencia del Directorio Legislativo, en la que lo flanquerán los diputados Juan Marín y Karla Prendas, ambos del Partido Liberación Nacional (PLN) en la primera y segunda secretarías, respectivamente.

Otra agenda aguarda al país

El éxito del movimiento que desbancó al PAC de la dirección del Congreso radicó en un pacto armado alrededor de una agenda que dista de la A a la Z de aquella que propuso el Gobierno durante el primer año de mandato de Luis Gullermo Solís.

La lógica lo dictaba, esa agenda iba a proseguir durante el segundo año de la administración con importantes matices, como el impulso a un plan fiscal que, de entrada, la oposición ahora reinante, descarta.

El bloque opositor superó los 35 votos durante la elección de los miembros del Directorio. Esa suma, de mantenerse durante la legislatura que inicia, se acerca a la mayoría calificada de 38 votos, necesaria para aprobar proyectos de ley de alta complejidad en sus contenidos y en la búsqueda de apoyos para su aval.

Tal realidad dista mucho de la que hoy vive el Partido Acción Ciudadana (PAC) que, al perder su alianza con el PUSC, ahora solo le queda echar mano de los nueve votos del Frente Amplio, insuficientes para darle impulso a la agenda del Gobierno.

Además, el PAC queda dividido y con heridas internas que lucen profundas.

Un control estricto del gasto público en vez de nuevos tributos para paliar el déficit, soltura de amarras para cogeneración eléctrica privada en vez del stand by de 18 meses que propuso el Gobierno para pensar el tema, bisturí a los pluses salariales del sector público en vez de mantener los salarios de los burócratas como están y en aumento, son las principales diferencias entre la agenda opositora y la del Gobierno.

Presidencia obligada a afinar estrategia

Todos los temas son polémicos y garantizan un pulso continuo durante la segunda legislatura, enfrentamiento que obligará al nuevo ministro de la Presidencia, Sergio Alfaro a tratar la relación con el Parlamento con guantes de seda y mucha astucia. Parece preparado para ello, pero aún debe demostrarlo.

Luis Guillermo Solís ya leyó el nuevo paisaje político y expresó el tormento que siente al ver que el bipartidismo, causante, según él, del déficit fiscal, le diga no a más impuestos.

Su liderazgo, puesto en entredicho por la oposición, necesita ser más persistente y notorio a partir de ahora y su discurso deberá convencer de que las tesis opositoras en contra de su ruta no son las correctas. Algo que no ha logrado hasta ahora el mandatario.

A la luz de lo ocurrido este viernes, pareciera inevitable ver un crecimiento del bipartidismo en la escena política, donde la figura que descolla hoy en día es la del presidente del PLN, José María Figueres, presidente de la República en el periodo 94-98, a quien se menciona como virtual candidato presidencial en el 2018 en varios círculos de sus partido.

El reto del bloque opositor

Pero el bloque opositor que resucitó al bipartidismo tiene un reto clave por superar antes de cantar victoria total: son bancadas con profundas diversidades ideológicas y programáticas.

Si el bloque no logra disimular sus pensamientos encontrados durante el siguiente año, conducirán su proyecto de Directorio al fracaso.

Ya sucedió en una ocasión durante la legislatura 2011-2012 cuando un grupo opositor, encabezado por el PAC, propuso la "Alianza por Costa Rica" con base en una agenda nacional.

Empero, la lista de proyectos nunca se concretó y el Congreso cayó en una dinámica desordenada.

Hará falta sinceridad y sacrificio en el bloque opositor para impedir que las visiones y las promesas de campaña de cada quien produzcan que algo similar ocurra en esta oportunidad.

El viejo esquema del bipartidismo respira de nuevo. Su gran reto será funcionar bien dentro de la Asamblea Legislativa más multipartidista de la historia costarricense.