Todo tiene su tiempo... ¿incluso en el país de la hora tica?

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¿Será cierto, como afirma el capítulo 3 del libro bíblico del Eclesiastés, que todo tiene su tiempo y que todo lo que se quiere bajo el cielo tiene su hora?

La pregunta es válida, sobre todo en el país de la hora tica, donde muchas ideas, sueños e iniciativas avanzan a una velocidad muy particular. A "nadadito de perro", según el economista Eduardo Lizano.

Ahora bien, si nos guiamos por la actual oferta noticiosa de El Financiero, la respuesta es que algunos proyectos marchan a buen compás —con la cadencia de un reloj suizo—, pero otros a ritmo de tic-tac legislativo, algo así como el primer reloj que tuve: lo compré por solo ¢80 en el San José de los años 70, luego abordé un bus hacia San Pedro de Montes de Oca y no había llegado ni a Los Yoses cuando la máquina comenzó a detenerse y atrasar.

Veamos una versión libre del texto bíblico:

Tiempo de permitir la competencia en el mercado de las telecomunicaciones y tiempo de que los hogares y las pymes tengan accso a la banda ancha (que no se trata de velocidades de 2 Mbps, según un reciente comunicado del ICE).

Tiempo de discursos, estudios, diagnósticos, seminarios, congresos, cadenas de radio y televisión y promesas sobre competitividad y tiempo de hechos concretos en materia de impulsar los proyectos de infraestructura que tanto necesita el sector productivo.

Tiempo de celebrar los buenos resultados obtenidos por Costa Rica en materia de indicadores de democracia, bienestar global y felicidad y tiempo de atender en serio los índices que encienden una luz de alerta en el campo de la situación económica y la facildad para hacer negocios.

Tiempo de enfrentar los desafíos que plantea el envejecimiento de la fuerza laboral del país, por ejemplo establecer el adecuado balance entre la experiencia que contribuye a producir más y la juventud que aporta más en innovación, y tiempo de encontrarle una solución sostenible —no un remiendo— a esta situación que implica que el sistema de pensiones cuente con menos cotizantes —en térmimos relativos— en el futuro.

Tiempo de que la educación superior continúe cerrando las brechas laborales de género y tiempo de que las mujeres puedan trabajar tantas horas como los hombres, ocupar puestos de poder y ganar más.

Tiempo de hablar, gobierno tras gobierno, acerca de la posibilidad de modernizar la red de transporte público y tiempo de hacer realidad esos planes brinque quien brinque...

Les confieso que de vez en cuando me tienta la idea de coger un borrador y dejar en blanco el espacio que el capítulo 3 del Eclesiástes ocupa en la Biblia.

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¿Será cierto, como afirma el capítulo 3 del libro bíblico del Eclesiastés, que todo tiene su tiempo y que todo lo que se quiere bajo el cielo tiene su hora?

La pregunta es válida, sobre todo en el país de la hora tica, donde muchas ideas, sueños e iniciativas avanzan a una velocidad muy particular. A "nadadito de perro", según el economista Eduardo Lizano.

Ahora bien, si nos guiamos por la actual oferta noticiosa de El Financiero, la respuesta es que algunos proyectos marchan a buen compás —con la cadencia de un reloj suizo—, pero otros a ritmo de tic-tac legislativo, algo así como el primer reloj que tuve: lo compré por solo ¢80 en el San José de los años 70, luego abordé un bus hacia San Pedro de Montes de Oca y no había llegado ni a Los Yoses cuando la máqina comenzó a detenerse y atrasar.

Veamos una versión libre del texto bíblico:

Tiempo de permitir la competencia en el mercado de las telecomunicaciones y tiempo de que los hogares y las pymes tengan accso a la banda ancha (que no se trata de velocidades de 2 Mbps, según un reciente comunicado del ICE).

Tiempo de discursos, estudios, diagnósticos, seminarios, congresos, cadenas de radio y televisión y promesas sobre competitividad y tiempo de hechos concretos en materia de impulsar los proyectos de infraestructura que tanto necesita el sector productivo.

Tiempo de celebrar los buenos resultados obtenidos por Costa Rica en materia de indicadores de democracia, bienestar global y felicidad y tiempo de atender en serio los índices que encienden una luz de alerta en el campo de la situación económica y la facildad para hacer negocios.

Tiempo de enfrentar los desafíos que plantea el envejecimiento de la fuerza laboral del país, por ejemplo establecer el adecuado balance entre la experiencia que contribuye a producir más y la juventud que aporta más en innovación, y tiempo de encontrarle una solución sostenible —no un remiendo— a esta situación que implica que el sistema de pensiones cuente con menos cotizantes —en térmimos relativos— en el futuro.

Tiempo de que la educación superior continúe cerrando las brechas laborales de género y tiempo de que las mujeres puedan trabajar tantas horas como los hombres, ocupar puestos de poder y ganar más.

Tiempo de hablar, gobierno tras gobierno, acerca de la posibilidad de modernizar la red de transporte público y tiempo de hacer realidad esos planes brinque quien brinque...

Les confieso que de vez en cuando me tienta la idea de coger un borrador y dejar en blanco el espacio que el capítulo 3 del Eclesiástes ocupa en la Biblia.

¿Será cierto, como afirma el capítulo 3 del libro bíblico del Eclesiastés, que todo tiene su tiempo y que todo lo que se quiere bajo el cielo tiene su hora?

La pregunta es válida, sobre todo en el país de la hora tica, donde muchas ideas, sueños e iniciativas avanzan a una velocidad muy particular. A "nadadito de perro", según el economista Eduardo Lizano.

Ahora bien, si nos guiamos por la actual oferta noticiosa de El Financiero, la respuesta es que algunos proyectos marchan a buen compás —con la cadencia de un reloj suizo—, pero otros a ritmo de tic-tac legislativo, algo así como el primer reloj que tuve: lo compré por solo ¢80 en el San José de los años 70, luego abordé un bus hacia San Pedro de Montes de Oca y no había llegado ni a Los Yoses cuando la máqina comenzó a detenerse y atrasar.

Veamos una versión libre del texto bíblico:

Tiempo de permitir la competencia en el mercado de las telecomunicaciones y tiempo de que los hogares y las pymes tengan accso a la banda ancha (que no se trata de velocidades de 2 Mbps, según un reciente comunicado del ICE).

Tiempo de discursos, estudios, diagnósticos, seminarios, congresos, cadenas de radio y televisión y promesas sobre competitividad y tiempo de hechos concretos en materia de impulsar los proyectos de infraestructura que tanto necesita el sector productivo.

Tiempo de celebrar los buenos resultados obtenidos por Costa Rica en materia de indicadores de democracia, bienestar global y felicidad y tiempo de atender en serio los índices que encienden una luz de alerta en el campo de la situación económica y la facildad para hacer negocios.

Tiempo de enfrentar los desafíos que plantea el envejecimiento de la fuerza laboral del país, por ejemplo establecer el adecuado balance entre la experiencia que contribuye a producir más y la juventud que aporta más en innovación, y tiempo de encontrarle una solución sostenible —no un remiendo— a esta situación que implica que el sistema de pensiones cuente con menos cotizantes —en térmimos relativos— en el futuro.

Tiempo de que la educación superior continúe cerrando las brechas laborales de género y tiempo de que las mujeres puedan trabajar tantas horas como los hombres, ocupar puestos de poder y ganar más.

Tiempo de hablar, gobierno tras gobierno, acerca de la posibilidad de modernizar la red de transporte público y tiempo de hacer realidad esos planes brinque quien brinque...

Les confieso que de vez en cuando me tienta la idea de coger un borrador y dejar en blanco el espacio que el capítulo 3 del Eclesiástes ocupa en la Biblia.