Un acuerdo sobre el clima se perfila en París pero ¿cuán ambicioso?

El principal obstáculo en las negociaciones seguía el financiamiento de $100.000 millones que el Norte desarrollado aportará cada año, a partir de 2020, a los países en desarrollo

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Las negociaciones sobre el clima llegaron a la hora de la verdad este miércoles en torno a un nuevo borrador y todo indica que habrá un acuerdo en París para evitar una catástrofe planetaria, aunque muchos se preguntan cuál será su alcance real.

El borrador expurgado pasó de 43 a 29 páginas y se anticipan arduas negociaciones entre los 195 países participantes para levantar obstáculos persistentes sobre financiamiento, diferenciación de responsabilidades y metas a largo plazo, dijo el presidente de la conferencia, el canciller francés Laurent Fabius.

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Una mayoría de observadores, oenegés y delegaciones saludaron la organización y el método de la presidencia francesa para dirigir hacia buen puerto las deliberaciones. "Esperamos que Francia nos encamine hacia un compromiso lo más ambicioso posible", dijo Matthieu Orphelin, portavoz de la oenegé Fundación Nicolas Hulot.

La palabra "ambición" se convirtió en una de las más utilizadas en la recta final de las negociaciones.

Se la emplea a menudo vinculada a la meta principal del acuerdo, la de limitar a un máximo de 2 ºC el calentamiento del planeta, más allá de lo cual los científicos vaticinan devastadoras sequías, elevación del nivel de los océanos y desplazamientos masivos de población.

Las pequeñas islas del Pacífico amenazadas de desaparición, los Estados africanos más pobres y los países del istmo centroamericano, reclamaron junto a otros perjudicados del cambio climático un texto más ambicioso que mencione la meta de +1,5ºC en relación con el nivel de la era preindustrial.

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Los opositores

Arabia Saudita, que encabeza la resistencia de los países petroleros, quiere evitar que el texto mencione el objetivo de "descarbonizar" la economía mundial (es decir liberarla de las energías fósiles como carbón, gas o petróleo), una palabra también rechazada por Venezuela, según su negociadora Claudia Salerno. El acuerdo podría darles satisfacción en este punto y optar por el concepto de "neutralidad climática".

Otro de los puntos de bloqueo eran los plazos de revisión de lo acordado. Sobre la mesa está la propuesta de revisiones cada cinco años, aunque India empujaba para que se hagan cada diez.

Aunque la revisión cada cinco años terminó imponiéndose, se fijó la primera para 2023 o 2024, tras la entrada en vigor del acuerdo en 2020.

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Otros países como Argentina reclamaban más tiempo, o en su defecto mejores condiciones de acceso a tecnologías de las que disponen los países desarrollados.

Juan Carlos Villalonga, el emisario en la COP21 del presidente electo Mauricio Macri que asumirá sus funciones el jueves en reemplazo de Cristina Kirchner, adelantó que a partir de ese día bajaría "los decibeles" a las objeciones argentinas, que este miércoles valieron a su país el vergonzante "Premio Fósil" del día, atribuido por la red de ONG Climate Action Network.

El dinero

El principal obstáculo en las negociaciones seguía siendo a último momento la cuestión del financiamiento de $100.000 millones que el Norte desarrollado aportará cada año a partir de 2020 a los países en desarrollo para que adapten sus economías al cambio climático.

Aquí también entra en juego la "ambición": los países del Sur quieren que esa suma sea un piso a partir del cual se aportarían más fondos, mientras que los industrializados argumentaron que "el mundo cambió" y obtuvieron que los emergentes poderosos sean invitados a ayudar también a los vulnerables.

Una propuesta formulada por India (uno de los actores protagonistas en Le Bourget), podría finalmente ser la llave que abra la puerta del acuerdo final: sincronizar los planes nacionales voluntarios de reducción de emisiones (INDC) de cada país con el financiamiento y el acceso a las tecnologías aportado por el Norte.

Otra meta del acuerdo era impulsar el establecimiento de un "precio del carbono", algo que también quedaría en el texto final como un objetivo "importante" a alcanzar, para que el mundo se aleje progresivamente de las energías fósiles y adopte las opciones verdes.

El portavoz de la oenegé Oxfam, Romain Benicchio, advirtió sobre los riesgos de una dilución de lo acordado: "Los países claramente están prefiriendo la facilidad en lugar de pelear por lo que es justo para sus ciudadanos y para el planeta. No es demasiado tarde para elevar el nivel de ambición del acuerdo".