Del Rio: de un taller a una cadena de tiendas de productos de cuero que cumple 45 años enamorando con su marca

La empresa Del Rio lleva más de cuatro décadas manteniéndose vigente con la renovación de sus productos, su fabricación y sus canales frente a los cambios del mercado y las nuevas generaciones, sin descuidar a los clientes de siempre

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Alejandra Ramírez, coordinadora de mercadeo de Del Rio, empezó hace 15 años como vendedora de la tienda que esta marroquinería tenía en Plaza del Sol, en Curridabat. Ahí acomodaba productos y atendía clientes.

Egresada del Colegio San Luis Gonzaga, tras su paso como empleada de comercios de Cartago, al ingresar a Del Rio fue escalando puestos en diferentes tiendas y luego asumiendo más responsabilidades en su estructura.

Le correspondió desde el acomodo de las vitrinas de cada punto de venta, basándose en el merchandising visual, hasta el manejo del inventario a nivel de la empresa, la distribución de la mercadería y, desde hace cinco años, la coordinación de mercadeo y la vocería. Su universidad, sostiene con orgullo, es Del Rio.

Para ella eso demuestra parte del espíritu de la empresa que está cumpliendo 45 años; se adapta a los tiempos, a la transformación del mercado y a las nuevas generaciones; y ahora mira nuevas oportunidades locales y externas.

“Siempre hemos sido como una familia en la que queremos que los clientes sigan enamorados de la marca”, recalca Alejandra.

Del Rio produce artículos de cuero y nylon, tales como maletines, mochilas, fajas, billeteras, morrales, jackets, monederos, tarjeteros, cosmetiqueras, zapatos y botas, en las que están incursionando con fuerza y en especial para mujer.

Actualmente tiene 50 empleados, la planta de fabricación y seis tiendas, incluyendo una diagonal al Teatro Nacional (en el mismo edificio del Hotel Costa Rica), City Mall en Alajuela, Multiplaza Escazú y Curridabat, Lincoln Plaza en Moravia y el outlet en Heredia.

En esta industria también destacan algunas empresas competidoras como S&J Leathers, Cueros Rabé o Mítica.

Los datos de la Caja Costarricense del Seguro Social no dan cuenta de cuántas empresas existen en la actividad, pues la categoría en que se clasifican es muy amplia: se registran 1.812 patronos inscritos en ventas al por menor de productos textiles, prendas de vestir, calzado y artículos de cuero; de ellos la mayoría son pequeñas empresas con menos de 59 empleados y solo 12 tienen entre 60 y 99 trabajadores y 21 registran más de 100 personas.

Las empresas de este mercado no solo se enfocan en el mercado local. Datos de la Promotora de Comercio Exterior muestran que la industria de artículos de cuero exportó en 2022 más de $10,8 millones y hasta julio de este 2023 unos $6,6 millones. Pero se traen también productos desde afuera: las importaciones sumaron más de $40,3 millones el año anterior y $16,5 millones de enero a julio anterior.

Del Rio inició en 1978 como un pequeño taller de venta de marroquinería, artículos de cuero y souvenirs en el centro de San José.

A partir de la apertura de la primera tienda en las cercanías de Automercado y la parada de buses de Guadalupe, la empresa creció y el taller se trasladó a Los Lagos, en Heredia, en la década siguiente.

Inicialmente la marca se distinguió por los colores oscuros —negro, café y vino, en especial— con diseños muy clásicos y un bajo perfil en la exposición de la empresa (lo que mantiene en relación a sus fundadores y directores actuales).

Durante las cuatro décadas y media, la producción combina el trabajo manual y artesanal con la incorporación de tecnología de punta para agilizar el trabajo y mejorar tanto la confección de las piezas como los acabados.

La tienda del centro de San José se trasladó primero al edificio de La Llacuna, diagonal a la Plaza de la Cultura y luego en el edificio del Hotel de Costa Rica.

Otras tiendas empezaron a instalarse en centros comerciales y con la expansión de los malls se fueron reubicando. El paso se dio hace dos décadas, cuando trasladaron y abrieron sus tiendas en los dos Multiplaza, en Escazú y Curridabat.

La empresa también se estructuró, con una junta directiva y hasta los niveles gerenciales, de cara a la evolución que iba teniendo y a los cambios en el mercado. Actualmente, incluye un área de diseño e innovación de productos, por ejemplo.

“Cada década ha sido diferente”, señala Alejandra. “Decimos que somos una empresa nueva con 45 años de experiencia. Cada día cambia el mercado y cambian las tendencias, por lo que debemos renovarnos día a día”.

Los cambios se hacen sentir, pero sin abandonar las raíces y teniendo una oferta actualizada tanto para los clientes que tienen desde los años 80′s y 90′s como para las nuevas generaciones.

Ahora el portafolio se amplió, con nuevos productos y nuevas colecciones, así como con los diseños, los materiales (se incorporaron nuevos cueros) y los colores, más diversos y llamativos.

En las estanterías se encuentran bolsos con cuero brillante y distintos acabados para mujeres, artículos para hombres de diferentes colores (sumando a los tradicionales, el rojo o el azul fuerte) y productos que pueden elegir tanto ellas como ellos por sus diseños funcionales.

“Unos clientes buscan el maletín tradicional y otros la mochila para llevar su computadora y los documentos”, explica Alejandra.

Alejandra recalca que para adaptarse a los cambios del mercado mantienen una constante conversación con los clientes y la observación de las tendencias, intentando siempre adelantarse, ser pioneros a nivel local (ella ejemplifica esto con la introducción de bolsos con diseños de flores). La meta: mantenerse vigentes.

Al mismo tiempo, reconocen el cariño de los clientes, muchos de los cuales conservan durante años sus artículos e incluso a veces llegan a las tiendas para solicitar alguna reparación y así seguir usándolos, o simplemente para conservarlos, por el valor sentimental que conllevan.

Sucede cuando son productos que les obsequiaron hace años, también cuando se convierten en amuletos —como un cliente que usa una faja siempre para las entrevistas de trabajo en estas épocas de movilidad laboral continua— o por ser una de las primeras compras personales que hicieron con el primer salario. La empresa mira también hacia el futuro.

Del Rio se prepara para dar nuevos pasos. La meta inmediata es “llegar a todo el país”, primero llevando y dando a conocer con más fuerza la marca fuera del Valle Central para que la conozcan a nivel nacional.

Con esa proyección y posicionamiento se lograría, en segundo lugar, comercializar los productos a través de la tienda en línea, apoyándose en canales como WhatsApp para la asesoría a los clientes y con entregas mediante Correos de Costa Rica.

En algunas zonas, como Guanacaste, se estudia la apertura de tiendas, pero no hay nada decidido pues analizan qué funciona más y mejor. Lo mismo pasa con la opción de retomar la presencia en países vecinos.

Hay una posibilidad adicional en donde también aporta la combinación de venta en línea y los puntos de venta físicos.

La tienda ubicada en Plaza de la Cultura -a donde se trasladó la que tenían en La Llacuna- es muy atractiva para los turistas, quienes suelen hacer pedidos posteriormente desde sus países de origen.

“Hay turistas que conocen la tienda de Plaza de la Cultura. Luego llegan otros que dicen que les recomendaron los productos, que les dijeron que si venían a Costa Rica tenían que pasar a esa tienda. Todos se llevan una bonita experiencia y se convierten en clientes identificados con la marca”, dice Alejandra.