Emprender: el costarricense que creó un block de construcción que se instala como en un ‘juego de Lego’

Edgar Castillo, fundador de Concretos Modernos, respondió a los retos que le plantearon creando productos que registró con su propia marca comercial.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

En la última feria del sector de construcción, al stand 381 de Concretos Modernos, donde se presentaban columnas y baldosas, se acercó un pequeño grupo de empresarios de Panamá.

Ellos querían conocer una innovación de la firma costarricense, Prefablock Modular, que también se presentaba ahí.

Es un producto con diferencias respecto a un block tradicional, el cual —según la compañía— permite edificar como si fuera “un juego de Lego”, reduciendo el costo de construir una casa hasta en 40%.

La solución se le ocurrió a Edgar Castillo, presidente y fundador de Concretos Modernos, en viaje con su hijo Fabricio. Era su segundo producto innovador con patente registrada, además.

Edgar mira con satisfacción sus inventos. También el recorrido de la empresa, fundada en 2004. “Tardamos en despegar”, confiesa Edgar. Esta es su historia.

Castillo es oriundo de Santa Rosa de Cutris, en San Carlos. Su familia tenía una finca dedicada al ganado y a las siembras. De joven él ayudaba en la producción, pero descubrió que se le daba bien vender.

Salía con galones de leche o un carretillo lleno de verduras y vendía casa por casa.

En 1987, dos años después de graduarse del colegio agropecuario, viajó a Grecia a coger café. Tampoco era lo suyo.

Trabajó en varias agencias de publicidad y comunicaciones ubicadas en San José, como Garnier, JBQ y CCK. Primero como mensajero llevando las artes y los anuncios comerciales a diferentes medios, y al tiempo aprendió otras tareas, como armar artes que luego pasaba a revisión, solo que él no se veía ahí toda la vida.

Dio su primer paso como emprendedor con una fábrica de zapatos en 1998, en Grecia. ¿Quedó contento? Tampoco. “No llenó mis expectativas”, recuerda Edgar.

Empezó a traer fajas, billeteras, colonias, camisas y otros productos desde México, aprovechando las ventajas del tratado de libre comercio entre ese país y Costa Rica firmado en 1995.

Las transportaba en su propio vehículo; le iba bien y así duró tres años, hasta que lo asaltaron policías en ese país y le quitaron todo. Fue su último viaje trayendo mercadería.

En la fábrica quedaban 300 pares de zapatos que se los entregó en pago por alquileres al dueño del local.

—Véndalos. Va a agarrar más plata que lo que le debo.

Su esposa, Andrea Trejos, le llamó la atención, pero Edgar quería hacer otra cosa. La opción surgió pronto.

Un amigo, Carlos Rodríguez Bastos, le propuso crear una fábrica de láminas de cemento. Edgar lo pensó. Requería capital y conocimiento. Carlos le dijo que no dudara tanto.

La fábrica inició en Grecia en 2004. Luego, su socio se fue a San Carlos, creó la suya allá y operó unos 10 años.

La de Grecia, a cargo de Edgar, tuvo tres años con buenos resultados, luego otros siete años “muy difíciles” y despegó un poco cuando empezó la venta de cemento. Él mantuvo la fabricación de productos de construcción y empezó a introducir productos de su propia invención.

Primero, inspirado en unas tapias decoradas por ambos lados que vio en Guatemala, introdujo un producto similar con la marca Prefablock, la cual registró. El segundo surgió de un reto.

Un sábado fue a almorzar con un amigo, José Luis Gómez (q.e.d.p). En el mismo restaurante se encontraban, por coincidencia, otros empresarios del mismo ramo.

—¿Cómo te vas a diferenciar?— le dijo José Luis.

—Voy a hacer un invento— le respondió Edgar.

A los días tenía una idea.

¿Por qué no hacemos algo para que no se tengan que soldar las varillas?— le dijo Edgar a su hijo, Fabricio, en un viaje a Limón.

Al regresar a Grecia tomaron un pedazo de plástico y crearon los separadores, perfeccionados en un laboratorio de su misma empresa.

A los dos meses Edgar invitó a José Luis a almorzar y le enseñó la pieza de plástico.

—¿Qué es esto?

—El invento que le dije que iba a traer.

El Viga Block, un producto también patentado, es una pieza plástica que da forma a la viga corona de la casa, pues contiene orificios para insertar las varillas de las columnas. Sustituye los amarres o armaduras tradicionales de las varillas y generaría ahorros de 25%. También sirve para tubos de electricidad y de agua. “Es un separador plástico”, dice Edgar. “Se pueden hacer otras cosas”.

Con esta invención Edgar y su hijo estaban preparando maletas en 2020 para viajar a Chile y participar en un concurso de innovación en construcción. Edgar estaba seguro que ganarían un premio como mínimo.

La pandemia lo impidió. Y con la misma pandemia se vino el despegue de la empresa.

A partir de la declaración de confinamiento, la demanda de productos para construcción, ampliación y reparación de viviendas aumentó como la espuma.

Las personas, encerradas en sus viviendas, se dieron cuenta que sus casas necesitaban mejoras, en especial para espacios de oficina por el teletrabajo y de estudio virtual.

El incremento fue tal que tuvo el mes de más ventas en 20 años y hasta el contador se acercó asustado para preguntar qué ocurría.

“La gente no podía viajar fuera del país. Empezaron a aprovechar el dinero para obras en sus casas. En ese momento nos disparamos”, afirma Edgar.

Concretos Modernos pasó de 28 a los 90 empleados actuales, aparte de un grupo indeterminado de colaboradores por contrato.

La empresa, estructurada como grupo, hoy tiene operaciones de importación, fabricación, distribución, construcción y producción de láminas.

Edgar dice que no pasa una semana sin que alguien le envíe fotografías o le cuenta que vio uno de los 40 camiones de la flotilla de transporte de la empresa en algún sitio del país. “Ya nos reconocen”, dice.

Actualmente, Concretos Modernos, que cuenta con distribuidores en todo el país, tiene un catálogo de 40 productos. Uno de ellos es el Prefablock Modular. Su creación surgió de otro reto y de otra inspiración.

Concretos Modernos tiene un producto para viviendas sociales. A Edgar le decían que ese producto no servía para construir una casa de dos plantas. Él empezó a darle vueltas.

En un viaje de regreso desde México y pasando hacia Guatemala, pidió a su hijo Fabricio que detuviera el vehículo. Fabricio no entendía lo que pasaba.

Edgar había hallado la solución que buscaba. Venía dándole vueltas al asunto y de repente se le ocurrió. Fue un chispazo. La explicó ahí, a un lado de la carretera.

La prueba del producto la llevaron al laboratorio de la empresa y la sometieron a todo tipo de tests de cumplimiento de los estándares. Luego lo registraron.

“Es una marca registrada 100% costarricense”, subraya Fabricio.

Se trata de un block fabricado con material certificado y de mayor tamaño del tradicional (75 centímetros, medio metro o un metro de largo) que cuenta en sus extremos con engranajes (denominados macho y hembra) para ensamblarlos con más facilidad.

Se complementa con esquinas, uniones tipo T y terminaciones para puertas y ventanas, con la idea de proporcionar todas las piezas necesarias para construir una casa de manera modular.

Tienen también columnas formadas por bloques que se ensamblan gradualmente antes de ser rellenadas con concreto.

Más que un block, él prefiere conceptualizar el producto como un sistema constructivo que, además, reduce la utilización de madera para rellenar las columnas y apuntalar paredes.

Según los cálculos de Concretos Modernos, se puede dejar de talar el equivalente de 6.000 árboles al año, unas cinco hectáreas.

En una construcción aumenta el rendimiento, insiste Edgar, y reduce en un 40% el costo de la mano de obra que se debe presupuestar.

También facilita que el constructor pueda ajustar y ensamblar las piezas según sus preferencias y necesidades, sin tener que cortar bloques.

Y permite la construcción en hasta cuatro o más plantas.

Edgar llevó hasta Tacares de Grecia, donde se ubica la empresa, a su asesor, un ingeniero que es catedrático de la Universidad de Costa Rica y tiene 96 años. Lo desafió a que le encontrara un defecto. “No pudo hallarle ninguno”, recalca Edgar.

El Prefablock Modular lo empezó a comercializar hace dos años —calcula que se utilizó ya en la construcción de un centenar de proyectos— y en la anterior Expo Construcción fue la segunda vez que lo presentaron.

Ahí se acercaron los empresarios panameños. Pero, además, el producto también llamó la atención en Guatemala, desde donde lo contactaron.

Datos vitales
Nombre de la empresa: Concretos Modernos.
Localización: Tacares, Grecia.
Año de fundación: 2004.
Actividad económica: fabricación de elementos prefabricados para construcción.
Cantidad de empleados: 90 directos.
Obstáculos principales de emprender: “Para mí lo más difícil fue el aprendizaje. Es como una persona cuando es un niño. Después mi mente se abrió, como a mis 50 años, y logré ver un montón de cosas que la gente no ve normalmente”, dice Edgar Castillo, fundador.
Aprendizajes más grandes de emprender: “Que siempre hay que ir adelante”.
Recomendaciones para el proceso de emprender: “Analizar el negocio en que se quiere emprender. Tiene que pensarlo”.