Vino de viaje a Costa Rica, se quedó varada por la pandemia y terminó abriendo un “hotel de barrio” en Nosara

Cuando empezó la pandemia de covid-19, Stefanie Tannenbaum prefirió quedarse en Costa Rica e invertir sus ahorros para abrir un hotel antes que tomar un vuelo y regresar a casa

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Cuando la pandemia de covid-19 llegó a Costa Rica en marzo del 2020, cientos de turistas extranjeros se vieron atrapados dentro de las fronteras costarricenses. Una de ellas fue Stefanie Tannenbaum, una estadounidense que visitaba Nosara por seis semanas.

Nosara no era del todo desconocido para ella. Tenía amigos que vivían en la zona y ya antes había visitado ese pueblo costero guanacasteco. De Nosara le atraía el sentido de comunidad y el surf, por eso quiso volver en 2020 por un periodo más largo, pero ese fue el momento en el que echó raíces.

“Estaba buscando un lugar diferente para vivir, así que le pedí a mi marido ir a Costa Rica por seis semanas. Cuando estábamos en Nosara llegó el covid. Estábamos a punto de tomar un vuelo y pensé ‘¿tenemos que irnos?, ¿por qué no hacemos cuarentena aquí?’ Y así decidimos quedarnos”, cuenta Tannenbaum desde Estados Unidos.

Tannenbaum es originaria de Nueva Jersey. Vivió 12 años en Nueva York mientras trabajaba en bienes raíces comerciales y cursaba una maestría en Gestión. Una vez terminada, decidió que quería involucrarse en hoteles porque disfrutaba más de esa parte del negocio.

Al principio pensó en emprender su propio hotel, pero prefirió primero aprender de alguien más, por lo que se unió al grupo Lark Hotels, entonces una pequeña empresa que hoy regenta más de 60 hoteles en la costa este de EE. UU. Era un equipo reducido por lo que tuvo que hacer de todo un poco.

Mientras hacía cuarentena en Nosara, Tannenbaum cayó en cuenta de que existía una oportunidad: el trabajo remoto, por lo que aprovechó su interés y experiencia en el sector hotelero para empezar un primer proyecto que evolucionó en un hotel.

El inicio

Tannenbaum se unió a su amiga Sara para iniciar Outpost, un espacio de coworking bajo membresía. Ambas diseñaron la idea y se acercaron a un corredor que era amigo en común para encontrar un terreno y así el proyecto tomó forma.

Para crear Outpost, ambas invirtieron sus ahorros de toda la vida, antes de que encontraran inversionistas estadounidenses y costarricenses unos meses después.

“Miraba a Sara y le decía que esto podría no funcionar, que podríamos perderlo todo, y le pregunté ‘¿quieres parar?’ Y ella seguía diciendo que iba a funcionar”, cuenta.

Pero algo faltaba, parecía que todos lo sabían pero nadie lo decía: mientras Outpost estaba en construcción, el grupo de trabajo pensó que el proyecto podía dar pie a un hotel.

Tannenbaum se dedicó entonces a investigar en la zona; consideró que había demanda y deseaba que la gente experimentara Nosara sin la necesidad de mudarse y trabajar desde allá.

Tras una búsqueda, la estadounidense y su equipo compraron otro terreno en verano del 2021, a unos 400 metros de Outpost, donde había un hotel propiedad de una familia italiana que estaba en Italia y no podía volver por la pandemia. La negociación fue remota. Ese fue el punto de partida de Sendero.

El hotel

Tannenbaum bautizó al hotel como Sendero por dos motivos: la propiedad tiene un camino que se extiende por 200 metros de terreno protegido frente a la playa y también porque cree que la palabra es una metáfora de lo que Sendero puede representar en el camino o el viaje de una persona.

El hotel abrió sus puertas al público en enero del 2023 luego de un proceso constructivo de 10 meses con un equipo de arquitectos y diseñadores costarricenses, quienes impregnaron al edificio del toque tico con un fuerte eje de sostenibilidad, algo que Tannenbaum destaca del proyecto.

“Me impresionó la calidad del trabajo, la creatividad y la aproximación mental al negocio. Todo nuestro equipo es costarricense. Fue un proceso muy colaborativo y divertido”, relata.

Durante ese periodo, tras verse atrapada por la pandemia, la emprendedora volvió a EE. UU. por un periodo de cinco meses para visitar familiares y recoger a su perro.

Tannenbaum describe a Sendero como un “hotel de barrio”. Este concepto hace alusión a la idea de que los huéspedes se sientan parte de la comunidad local y conozcan a vecinos de la zona, y la manera en que lo hace es llevando a la comunidad al hotel.

Por ejemplo, el club de surf, llamado Chorotega Surf, es administrado por costarricenses que estaban originalmente en el antiguo hotel de la familia italiana y Tannenbaum decidió mantenerlos.

“Queremos que se sienta como si no estuvieras separado como turista cuando estés en Sendero”.

— Stefanie Tannenbaum, propietaria del hotel Sendero.

Asimismo, el hotel cuenta con una galería de arte llamada De Cerca, cuya administradora llegó de San José con la intención de llevar a Nosara piezas de artistas contemporáneos costarricenses en vez de ofrecer los típicos souvenirs.

Todos los demás empleados también son de Costa Rica y principalmente de Nosara.

Tannenbaum cataloga la arquitectura del hotel como tradicional y vernácula, estilo hacienda, con una porción de bosque conectada al espacio.

Sendero ofrece actualmente para sus huéspedes 25 habitaciones de tres clases: suites, habitaciones selva y una habitación king; un estudio de yoga, un club de surf, un restaurante, piscina y acceso al espacio de coworking.

Se ubica en el epicentro del área más turística de Nosara, a menos de 200 metros de playa Guiones.

En Tripadvisor, Sendero tiene 27 reseñas y está calificado como “excelente”.

El costo por noche para una estadía de dos personas arranca desde los $153 (sin impuestos) y llega hasta los $500, dependiendo del tipo de habitación. Lo anterior corresponde para un fin de semana de setiembre, según muestra el sitio web del hotel.

El know-how local

A lo largo de este proceso, Tannenbaum anota tres grandes aprendizajes: uno es darse cuenta del peso que tiene la sostenibilidad en Costa Rica hasta el punto de ser un tema no negociable, el segundo es el sentido de comunidad de los costarricenses y el último la creatividad.

La estadounidense considera que la creatividad costarricense es más “silenciosa” que otras que ha visto en Latinoamérica, como la colombiana, usualmente colorida y rimbombante, pero cree que justamente la idea que transmite es que lo simple no significa falta de sofisticación.

No obstante, también apunta un reto: considera que crear y gestionar un negocio tipo hotel en Costa Rica es difícil y caro, pero se apoyó en el equipo costarricense para sortear los laberintos de la burocracia nacional.

Tannenbaum dice que la industria turística en Nosara está floreciendo, pero que ha estado principalmente enfocada en casas de alquiler y restaurantes, y no tanto en hoteles. Considera que la lejanía de Nosara con respecto a la capital y aeropuertos es una especia de regulador que ha propiciado en ese pueblo guanacasteco un ecosistema distinto.

El avance de plataformas digitales de alquiler vacacional es claro en las costas de Guanacaste, tanto para rentas cortas o de larga estancia. No obstante, para la empresaria, estas aplicaciones no son competencia directa, pues cree que apuntan a un mercado diferente al de los hoteles tradicionales.

Hoy Tannenbaum vive la mayor parte del año en Costa Rica y espera pronto convertirse oficialmente en residente costarricense. Mientras tanto, para Sendero viene una ampliación en 2024, con la que espera hacer crecer el hotel de barrio.