Banco Central se aferra a las metas de inflación

Aunque su presidente planteaba más flexibilidad, las acciones del ente más bien defendieron la meta

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Antes, e incluso después de que el actual presidente del Banco Central, Olivier Castro, asumiera funciones, su posición sobre el cumplimiento de la inflación era más flexible, pero en la reciente revisión del Programa Macroeconómico el mensaje cambió y se respetó la meta de inflación.

La voz de la autoridad monetaria no reconoció explícitamente un giro en su modo de pensar –o que fue convencido de las labores que realizaba el Central desde hace dos administraciones–, pero al hacer un recuento de sus mensajes y de las acciones que ha ejecutado la entidad, la conclusión es que el esquema de metas de inflación recibió un espaldarazo.

Entre esas acciones están las modificaciones al mercado cambiario para reducir la volatilidad del dólar y el reforzamiento de los mecanismos de transmisión de la Tasa de Política Monetaria.

El aumento anualizado de la inflación, medida por el Índice de Precios al Consumidor (IPC), tendrá que estar entre 3% y 5% este año, y si en algún momento reporta un porcentaje superior, tendrá que regresar al rango meta.

Ese fue el mensaje del Banco en la nueva versión del Programa Macroeconómico, en el que se mantuvo sin cambios la meta de inflación (4% más-menos un punto porcentual), pese a que desde marzo el crecimiento de este indicador se aceleró. Hoy está en 4,59% (interanual).

Así, la autoridad monetaria insiste en aferrarse al objetivo planteado en el esquema de metas de inflación para el mediano y el largo plazo, pese a que en el corto plazo tendrá que enfrentar desviaciones.

Empero, hasta hace unas semanas el discurso era otro.

El pasado 28 de abril, EF publicó una entrevista en la que Castro mostró un mayor interés por beneficiar el crecimiento económico con respecto a mantener la inflación bajo ciertos límites.

“Nosotros tenemos como política que estamos interesados en el crecimiento y, por lo tanto, al crecer, disminuir el desempleo y la pobreza. Eso significa que, a la hora de fijar la meta, balancear empleo e inflación”, dijo Castro.

Ahora, el jerarca moderó su discurso y está más apegado y convencido de que la institución debe hacer todo lo posible porque las variaciones en los precios se queden en el rango.

“Existe la posibilidad de que en un determinado periodo la inflación se salga del rango meta (...). Lo importante es que la inflación, dentro del largo plazo, se mantenga”, dijo el pasado 31 de julio al presentar el Programa.

En lo que resta del 2014, el Central y analistas locales esperan que la inflación tenga desviaciones con respecto a la meta. No obstante, Castro dejó claro ahora que espera que esas variaciones se devuelvan y en los meses siguientes se ubiquen nuevamente dentro del rango fijado.

Otro de los mensajes que sugieren el compromiso de Castro con el esquema es que está dispuesto a seguir utilizando los instrumentos que tiene el Central para controlar la inflación.

Se trata de la Tasa de la Política Monetaria (TPM), que es el rendimiento que otorga el Central en las operaciones de un día en el Mercado Integrado de Liquidez (MIL).

El presidente detalló que se utilizará esa herramienta siempre y cuando el entorno se cumplan las condiciones, donde la principal es que se determine que las presiones inflacionarias provienen de un exceso en la demanda interna y no de choques externos.

Discurso versus acciones

Al tomar en cuenta los mensajes de Castro en abril y mayo pasados, hoy resultan distintos con los emitidos en la revisión del Programa Macroeconómico y, en especial, con las acciones que se llevaron a cabo desde que llegó a la institución, las cuales más bien iban encaminadas a defender el objetivo inflacionario.

El 15 de abril, dijo que el esquema de metas de inflación no era una camisa de fuerza para la política económica. Además, de que un punto porcentual, o un punto y medio más en la variación de los precios, no era un problema.

Además, en entrevistas, Castro hizo mención a que enfocaría sus funciones a privilegiar la producción y el combate a la pobreza.

Sin embargo, el mensaje más reciente sufrió algunas modificaciones como, por ejemplo, que si los precios exceden el límite, se esperaría que en el corto plazo regresen al nivel fijado. Lo mismo ocurrió con el tema de la producción y el empleo.

“Obviamente el tema de desempleo es una preocupación que tenemos en el banco, nos preocupa también el tema de la pobreza, pero el Banco Central no tiene instrumentos para resolver esos problemas”, dijo.

Las primeras manifestaciones del jerarca no fueron inocuas. Las expectativas de inflación a 12 meses subieron en la primera mitad de este año junto con el IPC anualizado.

Empero, las acciones llevadas a cabo por el Central también reflejan preocupación por controlar y evitar que el nivel de los precios crezca.

Una de estas tareas fue la estabilidad brindada al tipo de cambio, pues parte del incremento en la inflación se debe a la devaluación cercana al 10% ocurrida en el primer semestre de este año y al traspaso de esos costos a los bienes y servicios locales.

Como una primer medida, el Central impulsó una intervención más activa en el Mercado de Monedas Extranjeras (Monex) para evitar cambios abruptos en las cotizaciones de un mismo día.

Posteriormente, el 26 de junio, entró en funcionamiento el principal ajuste. Sacó del Monex las compras del sector público no bancario y las pasó a administrar con sus propias reservas.

Esa acción le restó una porción a la demanda de dólares al mercado. Ahora, el Central aplica su discrecionalidad para reponer las reservas que pierde por las ventas a las entidades públicas.

Otra de las acciones para, eventualmente, controlar la inflación, fue el impulso que recibió la TPM, pues en julio se eliminaron los depósitos electrónicos a plazo, un instrumento que, de alguna manera, competía con el MIL.

La acción, en palabras de Castro, pretende hacer que las señales emitidas por medio de la TPM se transmitan de una mejor forma a toda la estructura de rendimientos del sistema financiero.

Si el Central logra ese objetivo, entonces tendrá un poco más de poder para generar efectos dentro de la economía cuando la inflación sube más allá de lo deseable y por razones internas.

Hasta el momento, el efecto que ha tenido la TPM es mínimo, según el economista Juan Muñoz, quien ve poco probable que en los próximos meses se lleve a cabo otro ajuste.

La anterior administración del Central hizo dos ajustes a la TPM cuando percibió presiones inflacionarias, a saber, el 13 de marzo y el 7 de mayo, las cuales llevaron el indicador de 3,75% a 5,25%.

La economista Adriana Rodríguez, del puesto de bolsa Aldesa, incluso duda sobre esos dos movimientos, pues afirmó que, si se trataron de desviaciones transitorias, el Central debió evitar el uso de esa, que es su principal herramienta.

Rodríguez también considera que utilizar nuevamente la TPM supondría un riesgo y un eventual perjuicio a la economía que, de todas maneras, se prevé crezca relativamente poco.

De la misma manera piensa Mauricio Hernández, gerente del Portfolio Advisory Group de Scotiabank, para quien una nueva modificación podría reducir el ritmo de crecimiento de la producción.