¿Debe subir el precio del dólar en Costa Rica?

Relación entre oferta y demanda señala que más bien el valor de la divisa debería tender a la baja

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El precio del dólar debe responder a las fuerzas del mercado, es decir, obedecer a la oferta y demanda predominantes.

Por ahora, esas son las reglas con las que opera la flotación administrada del tipo de cambio, el sistema cambiario vigente y establecido por el Banco Central de Costa Rica (BCCR) el pasado 1 de febrero.

En otras palabras, el exceso o la falta de dólares debería determinar la dirección del valor de la divisa estadounidense.

Por el momento, las cifras señalan que el país es superavitario en esa moneda y eso más bien genera una presión a la baja (una apreciación del colón).

Empero, el cuestionamiento de si Costa Rica debería devaluar su moneda ha tomado relevancia en las últimas semanas debido a que diferentes sectores se han preguntado si el país requiere ser competitivo y, de paso, alinearse con otras economías que también han depreciado su moneda.

Además, el bajo nivel de inflación actual daría margen para que aumente el dólar sin que se incumpla la meta fijada por el Central.

El mercado cambiario indica que, a lo largo del 2015, se ha registrado una mayor cantidad de dólares del lado de la oferta que de la demanda. Lo anterior se puede apreciar con los resultados del denominado mercado de ventanilla, que agrupa a las operaciones de compra y venta que realizan los intermediarios financieros con el público.

Hay un exceso neto (ventas menos compras) de dólares en la calle, el cual ha tenido que ser comprado por las entidades. El promedio mensual demuestra que, entre enero y agosto pasados, los intermediarios han tenido dejarse $115 millones que estaban en manos del público.

Además, el Central mantiene vigente un programa de compra de dólares para sus reservas monetarias de hasta $800 millones, de los cuales ha comprado más de la mitad. Pero compra divisas, usualmente, cuando el precio de la divisa está a la baja, con lo cual impide que el tipo de cambio descienda más.

Precisamente, las reservas monetarias tienen en este momento un nivel adecuado, cercano al 15% del Producto Interno Bruto, según el Central ($8.150 millones).

Para Vidal Villalobos, economista de Scotiabank, en las condiciones actuales, los indicadores fundamentales de la economía más bien apuntan a una apreciación de la moneda nacional.

También mencionó que los precios relativamente bajos del petróleo y de las materias primas permiten que el país tenga menos erogaciones de dólares hacia el exterior, lo cual también refuerza la tesis hacia una apreciación del colón.

Sin embargo, en el mercado mayorista (Monex), que marca el tipo de cambio el precio de la divisa, se ha mantenido relativamente estable en los últimos meses, ya sea por una cuestión de mercado o por la participación del Central.

Como resultado, el país ha tenido, desde febrero y hasta la fecha, un dólar estable mientras que otros países más bien han propiciado la depreciación.

Desde que el Banco Central adoptó el sistema de flotación ha intentado defender su política cambiaria e insiste en que mantiene una coherencia entre lo que dice y hace.

“Cuando se abandonó el régimen de banda cambiaria, y se adoptó la flotación administrada, el Banco informó que el propósito es permitir que se expresaran las fuerzas del mercado en la determinación del tipo de cambio nominal”, dijo Eduardo Prado, gerente general del BCCR.

Para el gerente general de la Bolsa Nacional de Valores, José Rafael Brenes, la autoridad monetaria debe respetar el sistema anunciado y considera que sería mala idea cambiar las reglas para conseguir su objetivo principal, que es la estabilidad estructural de la economía.

El debate se calienta

En semanas recientes se ha reavivado el debate –en foros y redes sociales– acerca de si el Central debería permitir o propiciar una pérdida de valor del colón frente al dólar como una medida para generar competitividad en el sector exportador y de paso dar un empujón a la débil economía.

Desde el Central, sus autoridades reconocen que diversos sectores económicos tienen posiciones divergentes con respecto a la actual política cambiaria, aunque consideran que dichas opiniones no se pueden interpretar como una presión hacia la entidad.

“Respetamos y damos el debido análisis a las diversas opiniones y cuando corresponda las integramos en la formulación de nuestras políticas”, agregó Prado.

Empero, entre economistas y expresidentes del Central hay posiciones encontradas sobre la posibilidad de que se permita algún encarecimiento adicional en el valor del dólar.

Para el expresidente del BCCR Francisco de Paula Gutiérrez, la entidad más bien ha evitado una mayor apreciación en los últimos meses. Sin embargo, considera que es oportuno depreciar el colón debido a que otros países con los que Costa Rica compite lo han hecho y eso puede generar un impacto negativo para el país.

Propone que se haga mediante una aceleración en el ritmo de compra y reservas monetarias internacionales, pues de esa manera aumenta la demanda de los dólares. Con el esquema actual, esta es la única opción que tendrían las autoridades si decidieran hacerlo.

No obstante, esa acción tendría consecuencias en otras variables económicas e implicaría costos para el país y para el propio Banco Central.

Rodrigo Bolaños, también expresidente del BCCR, estaría de acuerdo con una mayor devaluación siempre y cuando se cubra su costo en la inflación. Para él, esa intervención se justifica porque en los últimos años ha habido una distorsión a causa de las políticas monetarias expansivas de algunos países, que ocasionaron fuertes entradas de capitales externos.

Esos flujos de dinero apreciaron el tipo de cambio y perjudicaron al sector productor de bienes transables, pero beneficiaron a la parte local de cada economía.

La propuesta de Bolaños es compleja y consiste en que las autoridades tomen los colones generados en exceso por las ganancias del sector de bienes transables; elimine el exceso de demanda que habría en el sector de los no transables y que el Estado coloque bonos para comprar el excedente de dólares generados.

“Hay que obligar a la economía a que cambie la composición real de su producción y su demanda. Si no, la devaluación solo producirá más inflación”, dijo.

Incluso, va más allá en cuanto a las medidas, pues propone que se cree un impuesto transitorio a los exportadores para financiar la esterilización monetaria cuando la economía se haya estabilizado.

Por su parte, otro expresidente del Central, Jorge Guardia, se opone totalmente la posibilidad de una devaluación ordenada desde el Gobierno Central u otra vía que no sea una decisión propia del ente emisor, lo que constituiría una violación a la independencia del Banco.

Para Guardia, la devaluación no es un estímulo económico.

En este momento, las exportaciones han perdido dinamismo por razones ajenas al precio del dólar, como la salida del país de la planta de Intel y el bajo crecimiento de la economía mundial, lo cual afecta la demanda de los productos que salen desde el país.

“Si se devalúa en Costa Rica, en nada afectará la baja demanda de nuestros productos en el exterior”, añadió.

En su criterio, se deberían emprender acciones para eliminar las distorsiones que afectan al tipo de cambio, a saber, reducir el endeudamiento externo del Gobierno y de los bancos estatales, los cuales han provocado un exceso de divisas en el mercado.

La otra acción es continuar con el proceso de reducción de la inflación interna, lo que ha influido en la apreciación del colón en los últimos años.

“Algunos pretenden que el BCCR aumente la inflación en la coyuntura actual, lo cual sería un error”, agregó Guardia.

Efectos

Jorge Guardia le teme a los efectos que pueda tener esa eventual depreciación del colón.

Mencionó los nuevos costos para el Banco Central, generador por incremento en sus pérdidas, así como un incremento en la inflación, la cual afecta a todos los que participen en la economía local.

Otro de los puntos es que la depreciación no constituye por sí sola un estímulo a la economía.

La devaluación que no es acompañada de una mejora en los factores de producción representará una caída en los salarios reales; a su vez, este es el factor que más se utiliza en los bienes no transables, dijo Rodrigo Bolaños.

Mientras no haya un traspaso que se refleje completamente en la inflación, un dólar más caro afectaría el tipo de cambio real y favorecería a las exportaciones y a aquellos que compiten localmente con las importaciones.

A pesar de ese efecto, el impacto de la depreciación en el largo plazo se disiparía por la consecuencia en la inflación, en especial si la gestión no es permanente, tal y como ocurría cuando estaban vigentes las minidevaluaciones, explicó William Calvo, economista y exdirector de la división económica del BCCR.

Las consecuencias de la devaluación no terminan en los precios, también llegarían indirectamente a las tasas de interés en colones, por eso, entre los afectados no solo estarían quienes tienen deudas en dólares y ganan en colones, sino también sobre los deudores en colones, pues sus cuotas subirán.