Disciplina fiscal y mayor producción son condiciones para modificar régimen cambiario

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Dos condiciones que deben estar presentes antes de que en Costa Rica se piense o se valore en alguna modificación del régimen cambiario son mejorar la situación fiscal y generar una mayor producción.

Las anteriores fueron parte de las conclusiones que se presentaron en el foro "Banda cambiaria, flotación o dolarización: ¿Qué le conviene a los costarricenses?", organizado por el Instituto de Desarrollo Empresarial y Acción Social (Ideas) este 8 de mayo.

El economista Luis Mesalles explicó que la situación fiscal condiciona el tipo de régimen cambiario que se desee y, en este momento, Costa Rica, adolece de problemas en esa materia, con un déficit fiscal.

Al respecto, agregó que para los agentes de la economía nunca será un buen momento para dolarizar o para cambiar del sistema de banda a algún otro.

Señaló que es necesario que por lo menos exista en el horizonte de acciones por llevar a cabo en el futuro, alguna solución propuesta para la falta de recursos del Gobierno Central, los que se utilizan en gastos y salarios del sector público; de lo contrario, cualquier sistema cambiario que se adopte podría más bien generar mayores costos, pues prevalecería la necesidad de financiamiento del Ministerio de Hacienda.

Por su parte, el empresario, Marcelo Lebendiker, insistió en que ante la falta de soluciones para el problema fiscal, la opción viable es el mejoramiento de la producción del país por parte de las empresas.

El aumento de la productividad mediante inversiones de capital y en el capital humano sería una solución para fortalecer la economía. Acciones que Lebendiker describió como las mejores antes de tomar decisiones como la dolarización.

Rudolf Lücke, del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica, coincidió con Mesalles respecto a que para pensar en más cambios se debería tener un mayor control fiscal, pues esto a su vez eliminaría la presión sobre las tasas de interés, generaría una reducción en la tasa real y terminaría por dar credibilidad al tipo de cambio que establezcan las autoridades monetarias.