Evite los errores más comunes que suelen cometer las pymes cuando buscan préstamos

Confundir necesidades, desconocer los instrumentos y más, ‘EF’ conversó con tres asesores empresariales para evitar los errores más comunes

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A toda pyme en búsqueda de crecimiento eventualmente llega a la encrucijada de tomar un crédito o no. El préstamo empresarial, aunque pueda causar nervios en negocios pequeños, puede ser el empujón para que la empresa dé ese brinco que necesita.

Dado esto, no debe ser una decisión que se tome a la ligera. El Financiero conversó con tres asesores empresariales para conocer cuáles son algunos de los errores en los que más caen las pymes que buscan financiamiento y cómo evitarlos.

Confundir necesidades financieras con comerciales

Para Josué Rodríguez, director de Sirú Financiero, el problema número uno que ha observado en las pymes a la hora de pedir un préstamo es confundir un problema comercial con un problema financiero.

El financiamiento empresarial debe tener un objetivo de crecimiento, es decir, utilizar los recursos para que el negocio se expanda, no para que subsista.

“Si lo que quiero es pedir plata para que mi negocio opere porque no me alcanzan las ventas, ese no es el camino correcto, el camino correcto sería mejorar las competencias comerciales (antes de pedir un préstamo)”, dice Rodríguez.

Desconocer las herramientas de financiamiento

Por más que suene atractiva la idea de un crédito sabor a vainilla que calce para todas las necesidades financieras de la empresa, la realidad es muy diferente. Por eso Diego Benítez, director de la consultora Empoderate, recomienda conocer cuáles son los instrumentos que ofrece el mercado y cuáles necesidades suple cada uno. Poco tiene que ver una tarjeta de crédito con una hipoteca, por ejemplo.

“Hay que conocer cuáles productos financieros ofrece el mercado, uno tiene que hacer esa tarea sí o sí”, dice Benítez.

En esa misma línea, Rodríguez insta a las pymes a calzar el plazo de los créditos con el plazo de sus objetivos. Es decir, para necesidades de corto plazo, utilizar instrumentos de corto plazo y para necesidades largoplacistas, instrumentos más longevos. De lo contrario, puede que tenga que amortizar un préstamo al cual todavía no le ha sacado el rédito o pagar más años de intereses por una inversión que ya dejó de generar recursos.

Una maquinaria, de, por ejemplo, $20.000 dólares, dice Rodríguez, debería calzarse con un crédito que se extienda durante el periodo de vida de la herramienta, mientras que inversiones relacionadas a insumos diarios pueden realizarse con instrumentos a corto plazo.

Avanzar sin un plan de inversión

Subestimar o sobrestimar la cantidad de dinero que necesita pedir prestado la empresa suena como un consejo evidente, sin embargo en la práctica puede ser un poco más complejo de lo que parece.

En un crédito de vivienda, por poner un caso, es más sencillo definir cuánto es el monto a solicitar: la casa tiene un determinado precio fijo que dicta el tamaño de la operación. Cuando se trata de un préstamo empresarial para, por ejemplo, una expansión, la situación cambia y pueden aparecer gastos ocultos.

“Hay que saber cuánto es lo que voy a pedir y tenerlo bien desglosado por partes”, dice Rodríguez, quien recomienda agrupar esas necesidades, unidad por unidad, en un plan de inversión que detalle el precio y qué fuente de financiamiento tendrá cada una.

Si bien hay que tener una idea clara de cuánto es lo que se necesita, es mejor precisar a la entidad financiera cuáles son los objetivos que pretende alcanzar la empresa, explicó Martín Quirós, socio de Consultores Quirós. Añadió que esta forma de solicitud puede ser mejor que pedir un monto específico, pues los asesores pueden ayudar a encontrar los productos que mejor calcen con las necesidades y el monto a pedir.

Además, Rodríguez agrega que se deberían cotizar al menos tres fuentes de financiamiento y a cada una pedirles la tasa, el plazo, comisiones y gastos administrativos y si se requiere garantía o no.

No prepararse a tiempo

La necesidad de financiamiento no suele ser una idea que nace de la noche a la mañana, dice Quirós, sino suele ser un deseo que el empresario lleva meses o años cocinando en su cabeza, sin embargo eso no lo sabe el banco y ese es un error en el que, en su experiencia, suelen caer las Pymes.

“Hay que empezar a consultar con los bancos desde el momento en el que se soñó con la idea, no el día en que ya se necesita la plata”, recomienda Quirós.

Rodríguez secunda este consejo, en especial si el empresario desea acceder a un préstamo como el del Sistema Banca para el Desarrollo (SBD) —una opción atractiva para las pymes que quieren acceder a créditos en mejores condiciones— ya que, en su experiencia, el proceso para contar con todos los requisitos puede durar hasta dos años.

Carecer de un historial crediticio

“Soy del criterio que si uno quiere que una entidad financiera empiece a trabajar en beneficio de nuestra empresa, uno tiene que empezar a consolidar un buen historial”, dice Benítez.

En un país como Costa Rica en el que los costos de formalización de las empresas son elevados, los negocios incipientes se vuelven más propensos a tener prácticas informales, sin embargo estas podrían generar en el futuro un costo financiero más alto.

“Si no formalizo el negocio voy a tener un techo muy bajito. Hay que tener las operaciones ordenadas, no solo porque es lo que corresponde, sino porque también es muy posible que me convenga porque hay gastos ocultos en no estar formalizado y son muchos”, dice Quirós.

“El costo de ser informal, el costo de no tener la contabilidad separada, el costo de revolver las finanzas personales con las del negocio, es privarse la oportunidad de acceder a tasas bajas, baratas y fáciles de adquirir”, agrega Rodríguez.

Para ir generando un buen historial el director de Sirú lo que recomienda, desde el inicio, es separar las cuentas entre personales y las empresariales y, en caso de ser ya una sociedad anónima, abrir una cuenta bancaria a nombre de dicha persona jurídica.

“También hay que llevar un registro contable, pagar siempre a tiempo a los proveedores y colaboradores, estar al día con la Caja (Costarricense del Seguro Social), con Hacienda, porque todo eso lo van a revisar las entidades financieras y cuando vean el reporte del CIC (Centro de Información Crediticia) o vayan a un buró de crédito y la persona aparezca atrasada en sus pagos, eso ya les dice algo (malo de la empresa)”, cuenta Rodríguez.