La inflación en Estados Unidos cayó más de lo esperado, ¿qué significa esto para Costa Rica?

La caída en la inflación estadounidense podría marcar el inicio de la desaceleración en las tasas de interés, sin embargo todavía se asoman ciertos riesgos sobre el horizonte

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La inflación en Estados Unidos lleva cuatro meses consecutivos en desaceleración y los primeros atisbos de una posible mejora en la economía mundial —y por ende la de Costa Rica— ya empiezan a asomarse aunque sea de manera tímida y lejana.

El último dato del Índice de Precios al Consumidor estadounidense registró un aumento anualizado del 7,7% a octubre, el cual fue menor a las expectativas del 8%. En esta edición de El Explicador abordaremos los motivos por los cuales la forma en cómo se comporte la inflación de Estados Unidos influirá en el futuro de la economía de Costa Rica, qué significa esta reciente reducción para el mercado y cuáles banderas rojas todavía pueden aparecer en el camino.

Un pequeño spoiler: su ROP celebra esta reducción.

¿Por qué en Costa Rica nos importa la inflación estadounidense?

Empecemos por lo obvio: desde un punto de vista estratégico, no es un buen negocio para el país que su principal socio comercial esté en problemas y Costa Rica, indudablemente, depende mucho de sus relaciones con el gigante norteamericano.

Aquí un dato para dimensionarlo: en 2021 Estados Unidos fue el país al que Costa Rica más le exportó y le importó con un 43% y un 41%, respectivamente, de los montos negociados fuera de las fronteras. Para alcanzar ese porcentaje con otros aliados tendríamos que sumar todo lo que el país le exportó a Asia, la Unión Europea, América Central y del Sur juntos.

En ese sentido, un socio herido por la inflación tendría una menor capacidad de pago, lo que se traduciría en menos exportaciones, importaciones más caras y una caída en las divisas que entran al país por concepto de turismo.

Pero más allá del impacto en las relaciones comerciales, que por supuesto no se deben infravalorar, para Douglas Montero, asesor financiero internacional, la influencia más importante que tiene la inflación estadounidense sobre Costa Rica está en la subida de tasas de interés.

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El ajuste de tasas es la principal herramienta que tiene la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed, su banco central) para combatir la inflación y sus ajustes hacia el alza tienden a hacer eco en la economía global; los demás bancos centrales le siguen el ritmo.

“La subida que hace la Fed redunda automáticamente en costos más altos para nosotros en tasas de interés y en créditos más caros porque las tasas locales se tienen que ajustar para volverse competitivas con las internacionales. Si la Fed sube tasas, el mundo se mueve”, explica Montero.

En ese sentido, la Fed es una institución local que dicta, en efecto cascada, la política monetaria del mundo.

Bajo este supuesto, una menor inflación —como la que se ha registrado en los últimos cuatro meses, aunque siga alta— podría atenuar los próximos ajustes de tasas que vaya a hacer la Reserva estadounidense y, por ende, los que hagan el resto de bancos centrales, incluido el de Costa Rica.

¿Qué tan grande o pequeña es esta “victoria” sobre la inflación?

Primero hay que dimensionar que, si bien la reducción en los índices de precios ha sido mayor a la esperada, la inflación continúa alta y es probable que la Fed mantenga su subida de tasas durante finales del presente año y principios del 2023.

Sin embargo, sí es una pequeña señal de que el techo de las tasas en dólares podría estar más cerca. El condicional es odioso, pero en temas de inflación ser categórico sería irresponsable, principalmente cuando los ajustes en política monetaria pueden tener un rezago de hasta un año antes de ver resultados concretos.

“Todavía es temprano, pero es un indicador que marca los primeros puntos de inflexión. Esa pequeña victoria ya ha tenido un impulso grandísimo en la tesis de que las tasas ya no van a subir ni tan rápido ni tan alto”, explica Jorge Corrales, gestor de portafolio del grupo financiero Acobo.

Los mercados lo celebran

El sector más sensible a esta mejora parecen ser los mercados financieros, los cuales, desde que se publicó el nuevo dato de inflación el 10 de noviembre, han recuperado una parte del optimismo perdido durante durante el duro 2022.

Ese mismo día, el S&P 500 cerró con una subida del 5,5%, su mejor sesión desde abril de 2020, el índice Dow Jones registró un aumentó del 3,7% y el Nasdaq 100, de 7,5%.

Cuando las tasas suben, los mercados se llenan de incertidumbre y los rendimientos empiezan a caer ante la ralentización de la economía. Sin embargo, una vez se descubre dónde está el techo, regresa la confianza, pues lo que debería seguir a futuro es una recuperación.

“Esto es una luz al final del túnel porque el inversionista ve que ya se está llegando al pico (de la inflación) y los mercados financieros van a volver a tomar ímpetu y moverse al alza”, dice Montero.

“Los mercados han estado esperando ese punto de inflexión donde se empiece a enfriar esa presión de las tasas”, agrega Corrales.

Esta puede ser una gran noticia también para los fondos de pensiones, los cuales han sufrido de cerca las caídas en los rendimientos de los mercados financieros (donde invierten los aportes). A setiembre del 2022, del 30% de los aportes del Régimen Obligatorio de Pensión Complementaria (ROP) que estaban invertidos en el extranjero, un 80% se encontraban en el mercado estadounidense.

“Para las operadoras de pensiones, si noviembre termina a como va, creo que va a ser uno de los mejores meses del año porque desde enero solo cae, cae y cae, y parece que noviembre va a ser un mes positivo”, teoriza Montero.

No todo es color de rosa

Aún así, la esperanza de que esta caída en la inflación desacelere el aumento de tasas hay que tomarla con cierta cautela, ya que todavía hay algunos indicadores que podrían convencer a la Reserva Federal de que son necesarios más ajustes.

“La Fed sigue muy cautelosa por varias razones, el empleo es una: no se deja de contratar gente, y la otra es el consumo. Yo creo que la Fed va a seguir con su política de subir 75 puntos base en diciembre (en lugar de 50)”, considera Montero.

La generación de puestos de trabajo en Estados Unidos sigue fuerte, con 261.000 empleos en el mes de octubre y el consumo todavía no se ha mermado pese a la inflación. En un mundo normal esas serían buenas noticias, pero en uno inflacionario esto significa que es posible que los precios no cedan rápidamente.

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Estos son dos indicadores que, de no contenerse, podrían incentivar a la Fed a mantener sus ajustes altos y por más tiempo. “La medicina amarga es provocar una recesión controlada, que es lo que está tratando de hacer la Fed, así enfría las presiones de precios y evita lo que ellos consideran un mal mayor, que es que la inflación se mantenga alta perpetuamente”, explica Corrales.

Esta es una tarea difícil: los bancos centrales deben cerrar el grifo del crecimiento económico lo suficiente como para que la inflación ceda, pero no demasiado hasta el punto donde la recesión que se provoque sea más dolorosa de la cuenta.

Aunque la generación de empleo estadounidense se mantiene alta, ya hay signos de una desaceleración en su tasa de crecimiento. Además, los despidos masivos que han hecho las gigantes tecnológicas como Meta, Amazon y Twitter podrían causar un contagio en el resto del mercado laboral. “Pero eso, aunque pareciera negativo, podría llevar a que la Fed comience antes a hacer movimientos hacia la baja en la tasa de interés”, dice Montero.

Así es como las pequeñas victorias sobre la inflación saben siempre agridulces, pues si bien marcan el inicio del retorno a la normalidad, también apuntan hacia un decrecimiento económico que, dependiendo de la pericia de los bancos centrales para subir y bajar tasas, podría ser más o menos doloroso.