Meta de inflación debería mantenerse pese a que precios varían de forma negativa este año

Precios del petróleo, déficit fiscal y otros factores impiden otro ajuste en el objetivo clave del Banco Central

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La meta de mantener una inflación entre el 2% y el 4% este año debería permanecer sin cambios por lo que resta del 2016, a pesar de que Costa Rica suma 12 meses de variaciones interanuales negativas en los precios.

A junio pasado, la inflación fue de -0,9%, con lo que cerró un año completo de variaciones negativas, una condición poco usual en el país debido a que, hasta hace poco, la inflación más bien se manifestaba en dos dígitos.

Esa escasa variación y hasta descenso en los precios fue originada por varias razones, una de las más importantes fue la reducción del valor del petróleo y de algunas materias primas importadas.

Estas condiciones podrían impulsar un nuevo ajuste a la baja en la meta pero, en este momento, prevalecen opiniones en contra de esa posibilidad, en especial, porque la condición de cifras negativas se asocia a una situación temporal.

Otros factores que pueden ir en contra de esa posibilidad son el creciente déficit fiscal y el ritmo que llevan las inflaciones de nuestros socios comerciales.

Los resultados del Índice de Precios al Consumidor (IPC) han estado lejos de la meta establecida por el Banco Central de Costa Rica (BCCR) en la segunda parte del 2015 y este año.

Con el dato de junio pasado, la diferencia con respecto al punto central de la meta (3%) es de 3,9 puntos porcentuales.

Además, no solo el IPC muestra una diferencia con la meta, también lo hacen otras mediciones del comportamiento de los precios (centrales o subyacentes), que pretenden eliminar efectos estacionales o las mayores volatilidades.

Estas últimas reflejan, además, una clara tendencia a la baja desde principios del 2015.

Un proceso

El esquema de metas de inflación consiste, entre otros elementos, en que la autoridad monetaria da a conocer explícitamente cuál es el nivel que espera en la variación de los precios, con la intención de que las expectativas de las personas y las empresas coincidan con ese objetivo.

Asimismo, se trata de una meta de largo plazo, es decir, no solo se estima para un año, sino que se espera que ocurra en un lapso más prolongado y sin importar si en algunos momentos el indicador se sale del rango establecido.

El más reciente ajuste a la meta se aplicó en enero anterior, cuando el Programa Macroeconómico el Central reveló que la meta bajaba de 4% a 3%, en un rango de un punto porcentual para superior o inferior.

Este ha sido un proceso paulatino en los últimos años, desde que se tomó la decisión por seguir este esquema (2005), pues inicialmente había de una meta de 5%.

Otra de las condiciones de este esquema es que pretende acercar la inflación costarricense a la que tengan los principales socios comerciales de Costa Rica.

Lo anterior cobra relevancia porque parte de la variación en los precios es importada, dada la apertura de la economía local.

El Banco Central ha reconocido en sus revisiones mensuales de la economía que se carece de presiones inflacionarias en este momento y que el IPC retornará a valores positivos pero bajos.

Incluso, la semana pasada, representantes del Central reconocieron que la inflación llegará al rango meta hasta el 2017, por lo que este año es probable que cierre por abajo del rango previsto.

Meta inmóvil

Con un índice de precios con cambios negativos a lo largo de un año y otras mediciones con tendencia a la baja de los precios, parecería lógico pensar o evaluar un nuevo ajuste a la meta.

No obstante, hay varios argumentos e indicios en contra de esa posibilidad.

Una de las más visibles es la inflación de los principales socios (países) comerciales de Costa Rica. De acuerdo con la medición que hace el mismo BCCR, la inflación promedio de este grupo de naciones tiene una tendencia de aumento desde octubre del año pasado hasta mayo del 2016.

Según varios economistas, el descenso de precios internacionales de las materias primas no se va a mantener para siempre y aunque no se esperan fuertes incrementos, se prevén ajustes al alza que pueden impactar el IPC en cuestión de meses.

Parte de lo que sucede con los precios, como los del petróleo, se explica porque han estado en niveles considerados bajos por varios meses –más de los esperados inicialmente–, pero no se descarta que en cualquier momento haya un aumento y que el país suba su factura por importaciones de combustible.

Lo anterior implicaría una mayor necesidad de divisas que, al final, podría repercutir en devaluación que, a su vez, se trasladaría, en parte, a la inflación.

Este es el recordatorio para algunos especialistas de que los actuales niveles de inflación no son el resultado exclusivo de una gestión de la entidad emisora y que es el reflejo de un shock externo positivo para el país.

Otra de las objeciones es la situación fiscal del país, pues la necesidad constante de recursos para llenar el déficit es una presión que permanece latente para las tasas de interés, las que podrían producir desajustes en los indicadores macroeconómicos.