Así es el frenesí de los ‘outlets’: yo me compré una rizadora de ₡101.000 en ₡7.900

El modelo de negocio de los outlets toma cada vez mayor fuerza. Una de las razones es el precio al que ponen los productos.

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Un día fui a visitar a mi tía que vive en Cartago y me llamó la atención que tenía una plancha a vapor portátil, entonces le pregunté dónde la había comprado y cuánto le costó. Ella me respondió: “No me lo vas a creer: me costó ₡7.900 y está totalmente nueva. La conseguí en un outlet que está en La Lima”.

Después me comenzó a mostrar otros productos que había comprado allí y todos los adquirió a ese mismo precio. Un limpiador de brochas de maquillaje, un teléfono vintage, utensilios de cocina y hasta una batidora.

Comencé a investigar sobre estos outlets y me di cuenta que es una especie de paraíso para los amantes de las ofertas, para quienes están interesados en revenderlos y así formar un pequeño negocio o inclusive para quienes disfrutan de ir a comprar artículos que no necesitan, pero que no se pueden resistir a estos precios de locura.

Este modelo de negocio no es nuevo en Costa Rica, pero está tomando mucha fuerza y cada vez es más común ver un nuevo outlet de ventas de saldos.

En el caso del Top Outlet de Cartago, los lunes todo está a ₡3.000, los martes a ₡2.000. miércoles a ₡1.000, jueves a ₡500, viernes a ₡7.900, sábados a ₡6.900 y domingo a ₡5.900.

El primer consejo que recibí fue que el mejor día para comprar son los viernes porque llega la mejor mercadería. De hecho, este dato se refleja en el precio. Así fue como el 19 de agosto me fui a “bucear” a Cartago.

Llegué al local antes de las 9 a.m. y me encontré con una importante fila que rodeaba el parqueo del establecimiento. Las personas ya se preparaban para ir en busca de los productos recién sacados de los contenedores que provienen de Estados Unidos.

En la entrada del outlet se aprecian rótulos de las tiendas Amazon, Target y Macy’s, establecimientos de donde provienen parte de los productos que ellos ofrecen entre sus cajones.

A las 9:10 a.m. ya estaba dentro de la tienda y me llevé la primera sorpresa: había una cinta que no dejaba a los clientes ingresar de una vez a comprar, sino que uno de los trabajadores del local se encontraba con un megáfono dando las instrucciones de compra.

“Todos los productos que se encuentran en los cajones hoy tienen un precio de ₡7.900, se les recuerda que no pueden abrir las cajas ni los paquetes o se les cobrará el producto (...) Y por favor respeten la integridad de las demás personas”, dijo el joven mientras los clientes sostenían sus carritos de compra.

De pronto comenzó a sonar una sirena, la cinta fue retirada, y todos salieron de prisa para echar todas las cajas que podían en sus carritos. Luego se encargarían de seleccionar cuáles artículos realmente les interesaban.

Yo tomé el mío y comencé a buscar productos. A mi alrededor había planchas de cabello, secadoras, aspiradoras, un sinfín de productos tecnológicos, alfombras, cortinas, juguetes, herramientas, electrodomésticos, productos de jardinería y un mar de cajas cerradas de las que no tenía idea de qué se trataba.

En mi buceo encontré un teclado gaming Cherry MX, lo guardé en mi carrito e inmediatamente lo busqué en Amazon para ver cuánto costaba realmente, y resulta que su precio es de $160 más $48,83 de gastos de envío e impuestos, es decir, ₡135.000. Pero en este outlet estaba a ₡7.900.

Seguí con mi búsqueda y encontré la plancha de vapor que vi en la casa de mi tía. En Amazon tiene un precio de $50, pero está con descuento a $30 más $67 de envío, lo que equivale a unos ₡62.000.

Como a eso de las 10:30 a.m. comencé a ver que las personas le pedían a los trabajadores del outlet que les abrieran las cajas misteriosas para ver qué había dentro, con expectativas esperaban a ver si habían cazado algún “tesoro”.

Los vendedores toman una cutter, abren la caja, les muestran a los clientes el producto que hay dentro y luego las vuelven a sellar. Queda a decisión de cada quién si la compran o la devuelven al cajón.

A las 11 a.m. comenzó a sonar nuevamente una sirena. Todos veían a su alrededor para ver qué ocurría y resulta que era la hora de rellenar los cajones.

Un grupo de cinco trabajadores entraron con una enorme caja de cartón e iban pasillo por pasillo echando nuevos productos a los cajones, así que nuevamente es hora de “bucear” para ver qué hay. Esta es una tarea titánica porque las personas se agrupan para agarrar en el aire las nuevas cajas que se van tirando en los cajones.

Vi volar una caja de luces para el jardín, audífonos inalámbricos, cortinas, sábanas, bolsos, una aspiradora de mano y otras cajas “secretas”. Yo no pude agarrar nada en ese momento de relleno porque había personas con experiencia que ya sabían qué tenían que hacer para lograr cazar esos nuevos productos.

A las 11:35 a.m. dejé de buscar productos y la verdad fue que sucumbí ante las ofertas. Logré encontrar una rizadora de cabello automática de la marca Conair, cuyo precio en Amazon es de $68 (está en descuento porque su originalmente es de $80), más $89,15 de impuestos y gastos de envío. O sea que traerla a Costa Rica por Amazon saldría en ₡101.000.

También encontré una secadora de cabello para viaje. Su precio en Amazon es de $55 más $64,69 de impuestos y gastos, para un precio de ₡77.500.

Pero antes de ir a pagarlos tuve que hacer una fila de aproximadamente media hora para revisar que ambos productos funcionaban. Unos cinco trabajadores se encargan de desempacar y probar uno a uno los artículos electrónicos.

Mientras hacía la fila sí pude ver que había algunos productos que no encendían, o que les faltaba alguna pieza. Mala suerte para quiénes deseaban comprarlos.

Los artículos defectuosos son depositados en unas cajas para desecharlos. Estos no vuelven a los cajones por obvias razones.

Llegó mi turno de probar ambos productos y ¡bingo! Ambos estaban en perfecto estado.

Al final pagué ₡15.800 por la secadora de cabello y por la rizadora.

De estos dos productos, yo sí necesitaba la secadora; la rizadora fue por tentación.

Salí de este outlet a las 12:30 mediodía y sí: es una experiencia agotadora porque son horas de estar de pie buscando entre cajones, alzando cajas, haciendo filas para probar los productos, pero sí hay una recompensa en los precios finales.

Mientras yo llevaba dos productos en mis manos, veía personas con hasta cuatro carros de compra totalmente llenos, ¿qué hacen con tantos productos? Algunos los revenden y otros son por puro placer de cazar ofertas.