Industria de carne de Costa Rica da pasos hacia la producción sostenible

Nuevas prácticas en fincas sobresalen por su eficiencia

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Varios productores de carne de res en Costa Rica realizan esfuerzos para ser más ecoeficientes en sus prácticas, de tal forma que su producto sea más amigable con el ambiente y saludable para el consumo humano, pero también para que el negocio sea más rentable.

Hay algunas empresas como Carnes Don Fernando que han logrado implementar esfuerzos de manera tan efectiva que hasta lograr tener la primera finca –ubicada en La Fortuna de San Carlos– certificada con carbononeutralidad.

No obstante, hay otros esfuerzos para lograr insertar a más finqueros en esta tendencia.

Uno de ellos es el plan piloto que implementa mejoras en 93 fincas en diversas zonas del país con el fin de aumentar la productividad de las reses de cría y de leche, e incentivar prácticas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

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El proyecto lleva dos años de ejecución y es promovido por la Corporación Ganadera (Corfoga) y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).

Las fincas elegidas están en Guanacaste, el Pacífico Central, la zona norte, el Caribe y la zona sur; todas pertenecen a una cámara, pero tienen un área menor a 200 hectáreas.

La base con la cual se inició el proyecto reveló que las propiedades analizadas tenían una emisión de 4 kilogramos de CO2 equivalentes (suma todos los gases de efecto invernadero dañinos para el ambiente) por un kilogramo de carne, en los sistemas de cría.

Empero, con las prácticas propuestas por la industria, se estima que se logrará una reducción del 25% en dichas emisiones en las fincas involucradas. “La idea es que cada vez se logre más y no solo a nivel del pilotaje sino a nivel país”, dijo Marco Fallas, jefe de departamento de proyectos de Corfoga.

Un caso avanzado

Giovanny Villegas, dueño de una finca de 105 hectáreas ubicada en San Antonio de La Amistad de Pérez Zeledón, ejecuta diversas prácticas como parte del plan y asegura tener muy buenos resultados con perspectivas de crecimiento a futuro. Por ejemplo, hace un año contaba con 80 vientres (vacas con capacidad reproductiva) y ahora tiene 150.

Su tasa de parición (cantidad de partos por hembra) pasó de un 80% a un 91% en ese periodo. Por lo cual, ahora duplicó las ventas de terneros (de 8 meses aproximadamente) que vendía hace un año y aumentó en 15% más la venta de reses maduras.

“He invertido al menos ¢2,5 millones en este tiempo, pero he obtenido muy buen retorno y, además, la finca es mucho más sostenible tanto con el ambiente como por su forma de operar. Formar parte del plan piloto me ha colaborado con muchos materiales y capacitaciones respecto al manejo”, resaltó Villegas.

De acuerdo con Fallas, al inicio del plan, el nivel de parición entre las fincas era de un 54% y ahora está en un 59%, y la idea es que otras más –como en el caso de Villegas– alcancen mejores capacidades.

Dado que el plan piloto es para la productividad de las reses de cría y leche, el objetivo del sector es que funcione como sombrilla para que los productos ecoamigables aumenten a escala en el país, de tal manera que las mismas fincas pilotadas sirvan de “escuelas” y esparzan los conocimientos entre otros finqueros –por ejemplo, los de engorde–, de tal forma que todo el proceso se vuelva más sostenible, hasta incluir, incluso, el alimento que llega al consumidor final, añadió Fallas.

Inversión en diversas zonas

Corfoga informó que la inversión de este plan piloto alcanzará los ¢800 millones de aquí al próximo año.

Fallas mencionó que la misma población comienza a valorar cada vez más no solo el esfuerzo de ecoeficiencia por parte de los productores sostenibles, sino los beneficios de comer carne magra de alta calidad y saludable.

La carne magra es considerada con alto contenido en proteínas y muy baja en grasa.

Entre las principales prácticas se encuentran un mejor aprovechamiento del forraje o del pasto mediante divisiones de potreros más arborizados.

Otra medida fundamental en el control de eficiencia dentro de las fincas es llevar el agua al ganado, dentro de los módulos y divisiones, con bebederos para reducir la contaminación.

También se da el mejoramiento genético del semental o reproductor, mediante un proceso de evaluación de los animales sobre lo que les transmitirá a sus crías.

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Además, este tipo de producción procura asegurar, de manera estricta en aspectos sanitarios, reses más controladas desde que nacen para que estén libres de enfermedades zoonóticas (que puede transmitirse entre animales y seres humanos como la brucella y tubersulosis).

De paso, su proceso de alimentación es a base de forraje y pasturas controladas de forma sostenible, lo que hace que el producto contenga una serie de beneficios nutricionales, con vitaminas, minerales y aminoácidos productos del pasto, explicó Fallas.

“Este tipo de prácticas y cría impulsa la producción de carnes libres de medicamentos y de desparacitantes, o bien, con controles muy estrictos para que se le dé su debido periodo de retiro o desintoxicación al animal en caso de que se los hayan aplicado”, agregó.

Prácticas

Para una mayor eficiencia se trabaja con la división de potreros, ya que después de que se divide, se tiene pasturas nativas y mejoradas.

Se aplica el uso de cercas vivas, es decir, como árboles o aquellas compuestas por arbustos.

Aplican el mejoramiento de las pasturas.

La distribución del recurso hídrido es esencial para una mayor ecoeficiencia. Consiste en acercar bebederos a los animales para evitar mayor contaminación de fuentes.

Se trabaja en bancos forrajeros para mejorar mucho más la alimentación.

El mejoramiento genético es otra de las medidas que se aplican.

Fuente Corfoga.