Lapa Ríos firma servidumbre para proteger a perpetuidad 360 hectáreas

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Los fundadores del complejo turístico Lapa Ríos Eco Lodge, Karen y John Lewis lograron una meta más en su plan de proteger y conservar los bosques cercanos al hotel, ubicado en la zona de la Península de Osa, en el pacífico sur del país. A inicios de este mes de junio -mes del ambiente- firmaron una servidumbre ambiental por poco más de 360 hectáreas de bosque lluvioso en esta península, considerada una de las más ricas y diversas de la región centroamericana.

Lo anterior significa que se establece el compromiso de preservación a perpetuidad de esta porción de tierra, es decir allí se mantendrán iniciativas de conservación, protección de su biodiversidad y por tanto no se realizará ningún tipo de desarrollo que cause impacto ambiental.

Los Lewis vinieron al país a inicios de los 90's con el sueño de establecer un negocio turístico sostenible en una de las regiones más hermosas del país. Para lograrlo, liquidaron sus activos en si ciudad natal Minnesota en Estados Unidos, que les permitiría financiar la comprar de un parte del bosque lluvioso del país. Más tarde, en 1993, construyeron un proyecto de ecoturismo que no tardó en ser reconocida por el apoyo al crecimiento de la comunidad y por sus prácticas sostenibles en lo ambiental. Uno de estos premios lo recibió en el 2005 Premio a la Excelencia Corporativa, que otorga el Departamento de Estados, de los EE.UU.

Fueron épocas en las que los empresarios establecieron una reserva biológica de 400 hectáreas bajo estándares de la Sociedad Internacional de Ecoturismo.

Se ha dicho que el modelo de operación de Lapa Ríos fue el creador del ecoturismo en el país y de prácticas de responsabilidad social en el tema ambiental.

"En 1990, John y yo queríamos encontrar una propiedad lo suficientemente grande para contribuir significativamente en la conservación del bosque", contó Karen Lewis en razón de la decisión de proteger la Península de Osa.

El hotel abarca cuatro hectáreas, el resto de la propiedad es una reserva natural y actualmente esta reserva es un corredor de vida silvestre entre el extremos sur de la Península de Osa y el Parque Nacional Corcovado para la protección de una gran cantidad de especies endémicas. Se ha consolidado como uno de los pocos lugares en la región centroamericana donde habita el jaguar y es hogar de cuatro especies de monos: el ardilla, cariblanco, congo y mono araña, además del Oso Perezezo de tres dedos, el hormiguero y las ranas venenosas. También habitan más de 350 especies de aves y serpientes. Es una zona candidata a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

El hotel está constituido por 16 bungalús dentro del bosque lluvioso y protege 364 hectáreas de bosque primario.

Ha sido un proyecto que involucró desde el principio a la comunidad. De allí provienen los más de 60 colaboradores quienes además reciben educación ambiental. El hotel cuenta con la certificación de turismo sostenible y fue el primer hotel en recibir el máximo reconocimiento de cinco hojas.

Ahora la servidumbre es una joya que tendrán las nuevas generaciones independientemente quien sea el dueño de esa propiedad o del negocio turístico.

La servidumbre de conservación fue posible gracias al apoyo de The Nature Conservancy y de la organización costarricense Centro de Derecho Ambiental y de los Recursos Naturales (Cedarena). Se trata entonces de un compromiso personal de los Lewis con la conservación de la selva tropical al convertirse en un acuerdo vinculante y que garantiza que la Reserva Lapa Ríos se mantendrá a perpetuidad.

Cedarena actualmente es garante de unos 30 contratos de servidumbre ecológica en diferentes partes del país y con los cuales se pretende proteger más de 2.000 hectáreas de ecosistemas frágiles, compra de tierras y la regerencia de 2.300 hectáreas de bosque bajo el sistema de pago por servicios ambientales.

La servidumbre de Lapa Ríos Contempla por tanto normas sobre el uso de la tierra. Por ejemplo, prohíbe todas las actividades de extracción como minería, silvicultura y la caza. Tampoco permite la expansión del edificio, pone límites a la construcción de senderos a un máximo de 15 kilómetros. Por otro lado promueve actividades científicas y educativas en la reserva.

Para Karen Lewis la esperanza es que esta servidumbre ecológica marque un precedente en Costa Rica u ojalá en el mundo para que se le de un propósito diferente a los bosques y suelos que no sea solo el de la extracción.