2023 deja mucho pesimismo

Opinión de Constantino Urcuyo | El avance de los populismos de diverso signo en Europa y América Latina señalan procesos de regresión democrática, donde libertades públicas, tolerancia y respeto a la división de poderes se encuentran amenazados.

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Aumento de la rivalidad entre potencias, guerras de alta intensidad, remilitarización y conflictos en Centroamérica, regresión democrática mundial, destrucción ecológica planetaria, proceso político nacional estancado causan desesperanza y borran las ilusiones por un mundo mejor.

Hostilidad y competencia entre los Estados Unidos (EE. UU.) y su rival chino causan inquietud en un mundo que enfrenta con angustia la deriva hacia una paz caliente que, a su vez, podría llevar a una confrontación más grave a pesar de acercamientos recientes entre ambos.

La brutal guerra empatada en Ucrania y la ferocidad del conflicto en Gaza producen gran frustración en quienes pensamos que la guerra se había apartado significativamente de los caminos de la humanidad y que la paz de Kant era posible.

El potencial regreso de Trump al poder genera angustia en los demócratas del mundo, ante la eventual repetición de sus errores, pero también ante el tono revanchista de un discurso que augura mayor polarización y enfrentamiento en una democracia que se fisura.

El avance de los populismos de diverso signo en Europa y América Latina señalan procesos de regresión democrática, donde libertades públicas, tolerancia y respeto a la división de poderes se encuentran amenazados por autoritarismos de nuevo tipo (Orban, Putin, Bukele).

Las amenazas al débil proceso democrático en Guatemala, el avance autoritario en El Salvador, el regreso de los militares hondureños al protagonismo político, la consolidación de una sangrienta dictadura familiar en Nicaragua, producen desilusión y desencanto sobre el futuro de nuestra región.

En nuestro país, un gobierno sin rutas claras, en permanente polarización con actores institucionales e informales y sin capacidad de negociación ha paralizado el proceso político, generando inestabilidad e ingobernabilidad.

Son muy pocas las realidades del pasado inmediato que nos llevan a contemplar la posibilidad de mejorar al mundo, el optimismo de la globalización feliz y del triunfo de los valores universales liberales ceden el paso ante lo que Isaías Berlin, filósofo político, llamaba la madera torcida de la humanidad.

No hay indicios para el optimismo en el horizonte, la situación es preocupante.