Columna Enfoques: Ad Hominem

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Ad hóminem. Dícese en lógica del argumento dirigido contra la persona y no contra sus argumentos.

La publicación del informe de la comisión de expertos generó una avalancha de no argumentaciones.

Ratas, filibusteros, pillos, burros, ladrones, barrabasadas neoliberales. Sorprende el odio en estos ataques, buscando invalidar y no razonar.

Sin embargo, el más gracioso de estos apasionados disparos fue un intento de descalificación por las condiciones personales de los integrantes de la comisión. Viejos, blancos, heterosexuales, privilegiados y sin discapacidades. Todas estas condiciones supuestamente invalidarían los cambios propuestos.

La tercera edad suele traer serenidad y experiencia, otras sociedades respetan a sus viejos y no los marginan.

La blancura como contraargumento es discriminar a la inversa. Si aceptamos esto, podríamos volver a la exclusión de chinos, negros y judíos. El color de la piel no es un argumento, tan solo una condición, asociada a factores económicos y socioculturales que originan opresión racial.

La discapacidad no debe ser un motivo de exclusión, el ejemplo más claro es Stephen Hawking, cumbre de la física teórica, confinado a una silla de ruedas, pero este hombre maravilloso no ocupa la cátedra de matemáticas de Cambridge por su enfermedad, sino por su trabajo, a pesar y en contra de su discapacidad.

La heterosexualidad es solo una de las formas del deseo, pero, como la homosexualidad, no otorga ninguna expertise particular en materia de reforma del Estado, aunque tampoco es causa de invalidación.

De los seis convocados dos tienen doctorados en derecho, uno en filosofía política, otro en sociología política, otro postgrados en derecho y el último es un historiador, profundo conocedor de la historia nacional. Títulos ganados en universidades de prestigio y no concedidos como privilegio.

No se les llamó por blancos o heterosexuales, sino por conocimientos y experiencia.