Columna Enfoques: ¿Cacrecos?

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El gran antropólogo Claude Levy Strauss, creador de la antropología estructural, tuvo una larga vida (101 años) y publicó hasta sus noventa años. El político e intelectual Henry Kissinger (91) acaba de publicar dos profundos libros: China y el Orden Mundial .

La vejez no es sinónimo de inutilidad. Salvo serias deficiencias físicas, la mente puede seguir activa y creativa a pesar de las limitaciones producidas por el desgaste del cuerpo.

El transcurrir del tiempo permite la acumulación de conocimientos derivados de las experiencias intelectuales, pero también el desarrollo de la inteligencia emocional, la capacidad de leer las emociones propias y las del prójimo.

Las repetidas interacciones con los otros tienden a dejar un residuo positivo.

Nuestra época se caracteriza por el predominio de la economía del conocimiento, el trabajo manual permanece en ciertas actividades, pero el trabajo intelectual lo sustituye como instrumento de transformación del mundo.

No es admisible el argumento que descarta las canas en la vida cotidiana. Las nuevas generaciones son las dueñas del futuro, pero el presente es propiedad de todas las generaciones. El poder gris no se puede descartar.

Los viejos no son seres enclenques, desvencijados y estropeados, el deterioro físico no implica automáticamente el deterioro mental.

Los viejos pueden transmitir su experiencia en beneficio de la especie, no son cacrecos como algunos los definen para excluirlos y discriminarlos.

Al comparar las generaciones para el ejercicio de cualquier actividad es imperativo contrastar las capacidades y los méritos, no acudir al expediente reduccionista de sumar los años.

Es importante no construir mitos. El ser viejo no da la sabiduría automáticamente, pero tampoco lleva directamente a la demencia senil.

El reconocimiento de la condición del viejo en su singularidad debe ir acompañado de la aceptación de sus ventajas y de sus derechos como persona.