A pesar de la reducida participación de los votantes, la convención del domingo 21 de julio en el PAC marca el fin de una fase y el inicio de una nueva era partidaria.
Ottón Solís pasa a la historia como el fundador, sin suerte electoral, de un partido que transformó el panorama del sistema de partidos costarricense.
El candidato triunfante tiene el reto de definir esta nueva ruta. Los rigores éticos, del malogrado líder de Pérez Zeledón no llevaron a la victoria electoral, pero sí aglutinaron a miles de votantes.
El candidato recién electo, sin abandonar la lucha contra la corrupción, deberá plantear nuevas metas relacionadas con los problemas sociales del país y no tanto con la moral en la función pública.
El PAC enfrenta el reto de abandonar sus reductos de San Pedro de Montes de Oca y penetrar otros nichos de votantes más allá de las clases medias urbanas.
La convención no significó, sin embargo, el acceso a grandes y nuevas masas de votantes; votó la gente PAC y con ellos solos no se ganan elecciones.
El desafío organizacional sigue vigente.
El victorioso candidato también enfrenta la necesidad de renovar el liderazgo, en un partido donde el voto por Ottón siempre ha sido superior a las preferencias partidarias.
¿De dónde surgirá este carisma?, ¿de un liderazgo más sereno y menos intransigente o de una polarización con el candidato del PLN para aparecer como la alternativa opositora? ¿Hacia dónde se moverán las alianzas del PAC: hacia los grupúsculos sin representación electoral o a pescar entre los huérfanos de las formaciones electorales mayores?, ¿al centro o a la izquierda?
¿Logrará superar el PAC el conflicto entre la derecha de la moralina y el chavismo denunciado por don Alberto Cañas, bajo la dirección de un líder nuevo sosegado y reflexivo?
Lo cierto es que los resultados del domingo 21 de julio marcan un cambio de guardia y el ocaso político de Ottón Solís.