Columna Enfoques: El telegrama Zimmermann

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En 1917 ante la inminente participación de EE. UU. en la Primera Guerra Mundial, el encargado de las relaciones exteriores de Alemania, envió un telegrama a su embajador en México que precipitó la entrada de Washington en el conflicto.

Se proponía la Guerra entre México y los EE. UU. a cambio de ayuda financiera y de la promesa de reintegrar Texas, Arizona y Nuevo México a los aztecas. También buscaba que México incitara a Japón a posiciones antiestadounidenses.

El interés estratégico residía en dificultar el flujo de provisiones desde el hemisferio occidental a los enemigos europeos del Káiser.

Esta iniciativa entraba en conflicto con la Doctrina Monroe (1823) y su Corolario Roosevelt (1904) que afirmaban el poder de EE. UU. en América, frente a la injerencia europea; así como su derecho de intervención ante situaciones de inestablidad.

La hegemonía del Norte sobre el continente permaneció durante el siglo XX, a pesar de los desafíos europeos (guerra submarina en el Caribe, 1941) o euroasiáticos (Guerra Fría-Cuba).

Hoy, la vigencia de la Doctrina Monroe está en duda. Los chinos recorren latinoamérica firmando acuerdos y China se transforma en el principal socio comercial de varios países.

Recientemente, Putin visitó Cuba, Argentina, Brasil y Nicaragua, paseándose comodamente por el patio trasero de Obama.

En años pasados hasta los iraníes hicieron acto de presencia en la zona.

Washington, ocupado por conflictos en el Medio Oriente y Asia del Este, pareciera dejar espacios libres para que las potencias emergentes o resurgentes los ocupen. Los retadores usan la diplomacia como respuesta a la presencia norteamericana en sus vecindarios (Ucrania, mares del Este y sur de la China).

Las nuevas visitas, aparte de su proyección global, podrían anunciar negociaciones, de fichas entre regiones, como la crisis de los misiles en Cuba, intercambiados luego por los cohetes en Turquía.