El fútbol en el mundo tiene valor como industria de entretenimiento familiar, potencial fuente de valores y ejemplo y salud, especialmente para la juventud.
Asimismo, como industria de medios y de mercadeo, plataforma de apuestas, fuente de identidad y arraigo comunitario, y plataforma para el desarrollo de muchos otros negocios a su alrededor, entre ellos el de bienes raíces.
Es un conglomerado de industrias que moviliza muchos millones a nivel internacional y en cada uno de los países donde se practica profesionalmente. Y tiene un poder de convocatoria que ya se lo desearan muchas otras industrias.
Por la cantidad de millones que se movilizan en apuestas y por la simple magnitud de algunos de sus contratos, a su alrededor giran estructuras mafiosas, siempre dispuestas a aprovecharse de cualquier oportunidad.
Pero para que el fútbol nacional logre desplegar todo su potencial, hay que profesionalizarlo y potenciarlo. No me refiero solo al profesionalismo de quienes lo practican como deporte, sino a quienes lo dirigen en cada una de sus organizaciones.
El ambiente en este sentido ha mejorado. Hay mejor ambiente en la Unafut y en muchos de los equipos de primera división. Hay jugadores nacionales en ligas avanzadas que nos enseñan con el ejemplo lo que se puede lograr.
De cara al próximo Mundial de Fútbol en Brasil, al que espero clasifique la Selección de Costa Rica, se debe planear desde ahora cómo se usarán los recursos a los que se tendrá acceso. Y si no se clasifica, con más razón hay que planificar la conversión de nuestro deporte favorito en todo lo que puede y debe ser.
Hoy los colones del entretenimiento y del deporte están sometidos a gran competencia por parte de otras industrias. Si el futbol quiere crecer en la dinámica de todo su conglomerado hay muchos aspectos que trabajar y hay que hacerlo bien.
Unafut ya está en eso. Debemos apoyarla todos.