Columna Enfoques: La peste negra, ¿otra vez?

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Las Sturmabteilung fueron las tropas de asalto nazis y por sus camisas negras se llamó al nazismo la peste negra.

El desarrollo de la extrema derecha nos hace interrogarnos si el viejo virus no ha mutado en los nuevos autoritarismos que recorren Europa.

El FPO en Austria, los auténticos finlandeses, Jobbik en Hungría, el Partido del Pueblo Danés, el Frente Nacional en Francia, Amanecer Dorado en Grecia, Orden y Justicia en Lituania, el partido para la Libertad en Holanda y El Partido Independentista británico son evidencias de un tránsito de la extrema derecha hacia el frente de la escena política .

Estos partidos rechazan al extranjero y reivindican las naciones originarias. Estos nacionalismos tiene una visión idealizada de la nación, vista como una entidad permanente y homogénea.

Esta perspectiva pone enprimer lugar la comunidad sociológica y utiliza criterios excluyentes para representarla (lengua, religión, raza o lugar de nacimiento).

Defensa de la soberanía nacional frente a la globalización, pero particularmente ante la Unión Europea, es otro de sus rasgos, pues perciben la integración como amenaza para la autonomía, identidad y unidad de sus naciones.

La cercanía de algunos de estos partidos con Putin llama la atención, aunque no sería la primera vez que Moscú trata de debilitar la cohesión europea. El Pacto Molotov-Ribbentrop (1939) es uno de los indicadores de la permanente interacción de la política rusa con Europa.

Putin ha emprendido el camino de estrechar relaciones con algunos de estos partidos como estrategia divisionista.

La convergencia de estos actores con los valores sociales conservadores de Putin (persecusión de la homosexualidad) ha facilitado el acercamiento, y existen evidencias de que Moscú financia a algunos (FN francés, Jobbik húngaro, FOP austriaco y Ataka búlgaro).

Temor interno frente al yihadismo, añoranzas de orden y apoyo moscovita anuncian autoritarismo en Europa.