Columna Enfoques: La renuncia de Benedicto XVI

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La renuncia de Benedicto XVI provocará grandes turbulencias. ¿Por qué lo hizo? ¿Estaba rodeado por lobos ( vatileaks )?¿Era un teólogo que no pudo transformarse en líder? ¿Es su partida causada por los escándalos de pedofilia? ¿Quiénes serán sus sucesores? Mucha tinta y electrones correrán con ocasión de su retirada.

Hay cuestiones de ortodoxia que la Iglesia católica no puede doblar rápidamente. Sin embargo, su cita con la modernidad cobra actualidad. Más allá de los papables, es importante ver los grandes temas que la recorren.

A pesar de sus confrontaciones con la teología de la liberación, lo cierto es que la preocupación por los pobres tiene un papel importante en la doctrina social católica. Por otra parte, su denuncia del capitalismo salvaje y del totalitarismo estatizante, abre espacios entre el fundamentalismo del mercado y la idolatría del Estado.

No obstante, su relación con la modernidad continúa marcada por sus posiciones con respecto a la bioética.

La muerte digna, la respuesta frente a la diversidad de las sexualidades humanas, el control de la natalidad, las uniones entre personas del mismo sexo, la relaciones prematrimoniales, fertilización in vitro, masturbación, el uso del preservativo, la interrupción del embarazo, esperan todavía respuestas humanas y no la amenaza del fuego eterno.

Su inmovilidad en estas materias no ha hecho más que alejarla de grandes grupos de seres humanos y a plantear una nueva evangelización en Europa con la esperanza de recuperar terreno perdido.

Su estructura monárquica y centralizada es incomprensible en un mundo que vive un despertar democrático global.

En el plano filosófico, su lucha contra el relativismo la ha colocado en posiciones absolutistas con el olvido de que la búsqueda de las verdades es más importante que la imposición de la verdad.

En cuanto a la renuncia en sí, ha hecho bien Ratzinger; humildemente reconoció su humanidad, no es un superhombre.