Columna Enfoques: Venezuela llora

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El sistema venezolano colapsó por culpa de políticos corruptos, de poderes mediáticos antipolíticos y por la expresión de malestares legítimos contra la mala administración y concentración de la riqueza.

La Primera Guerra Mundial y el zarismo opresor hicieron posible la toma del Palacio de Invierno por Lenin y los suyos, apoyados por cañonazos del crucero Aurora. Luego vino la larga noche estalinista del Gulag.

El retardo y la opresión imperialista lograron que la guerra de guerrillas llevara a Mao al poder. Los millones de muertos del Gran Paso Adelante y la Revolución Cultural hicieron que Deng Xiaoping optara por el mercado, aunque con autoritarismo político.

Fidel, con medallita de la Virgen de la Caridad del Cobre colgando del cuello, transformó el foco guerrillero en modelo para una generación de latinoamericanos e instauró la dictadura del militariado.

Los terceristas nicas aplicaron el castrismo contra una dictadura oprobiosa y luego se transformaron en dictadura familiar.

La revolución bolivariana fue un proceso lento, sin paroxismos militares, fundada en el descontento y en la toma silenciosa del Ejército.

Desde el gobierno, los chavistas han venido ampliando su poder, creando un Estado paralelo con su teoría de la Democracia Comunal. También han eliminado la división de poderes, apéndices del caudillo y de su delfín.

Las muertes de estudiantes son la consecuencia natural de un régimen que divide al país en fascistas y buenos revolucionarios. El autoritarismo surge de quienes se consideran ungidos por la Historia para dirigir.

La persecución de los opositores nace del desmantelamiento de la división de poderes y de una constitución autoritaria, aprobada en un gran espasmo plebiscitario.

Los lobos se han quitado sus pieles de oveja y han comenzado a expresarse, no con los cantos de sirena del socialismo igualitario, sino con las voces de las ametralladoras.

¿Aprenderemos?