Las elecciones venezolanas fueron un verdadero terremoto electoral. Una participación del 74% y la victoria opositora (58%) transformaron radicalmente el paisaje.
¿Cuál es el significado del control legislativo por la oposición? ¿Qué límites establecerá Maduro? ¿Cuál será el comportamiento del chavismo en esta nueva circunstancia? ¿Qué esperar de las fuerzas armadas? ¿Seá posible una negociación que evite la debacle de la economía?
Detentar dos tercios de la asamblea significa poder designar o remover las autoridades de otros poderes, como los miembros de la Corte de Justicia o del Consejo Electoral. Además, se podrían promover referendos, reformas a la Constitución, promulgar leyes orgánicas y convocar una Asamblea Constituyente.
Sin embargo, el ejercicio de estos poderes estará limitado por la acción política e institucional del madurismo. El Presidente podría acudir a una Corte de Justicia controlada por su partido para invalidar legislación aprobada por los opositores. Maduro tratará de nombrar jueces afines en estas semanas para construir una barrera judicial chavista.
Cohabitar con la oposición es algo impensable en la tradición marxista-leninista.
Cuando se ve el mundo desde la dialéctica blanco y negro, resulta imposible aceptar al enemigo de clase como un interlocutor válido. La amalgama entre una supuesta razón histórica y la hegemonía social puede concluir en derrotas o en victorias absolutas.
El diálogo político será difícil y la confrontación continuará. Las consecuencias serán graves en el terreno económico cuando el precio del barril de petróleo ha continuado cayendo, acelerando así la crisis macroeconómica en Venezuela.
La participación de los militares lleva a fijar la mirada en su comportamiento, ¿permanecerán fieles al chavismo o a sus objetivos de sobrevivencia como institución?
La crisis continuará y su desenlace estará vinculado a luchas políticas muy intensas y peligrosas.