El urgente retorno

La brecha educativa se hace más profunda para la región y en especial para los quintiles más pobres.

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La educación básica requiere de un componente presencial, así lo señalan cada vez más investigaciones y expertos. Es crítico retomar la presencialidad, entendiendo que la educación a distancia será ya un componente permanente, pero complementario, no sustitutivo. Sin embargo, América Latina es la región del mundo que más está tardando en reabrir los centros educativos, aun bajo esquemas híbridos.

El retorno implica preparar la infraestructura escolar que la pandemia encontró deficiente en toda la región, incluyendo Costa Rica. Resolver el acceso a una conectividad adecuada, agua potable, espacios ventilados suficientes para mantener el distanciamiento físico, protocolos de higiene y salud.

Chile, cuyo ciclo lectivo es coincidente en fechas con el nuestro, utilizó los meses de enero y febrero para desarrollar un intenso plan de mejora de la infraestructura física mientras los estudiantes estaban de vacaciones. Uruguay inició la reapertura desde abril del 2020 en zonas rurales y en junio se amplió a todas.

Un nuevo estudio del Banco Mundial estima que la “pobreza del aprendizaje”, definida como el porcentaje de niños de 10 años de edad que no son capaces de leer y entender un texto simple, podría subir de 51% a 62,5% debido al cierre de las escuelas. Cada mes adicional de no presencialidad aumentará esta pobreza.

Latinoamérica mostraba antes de la pandemia un rezago global educativo importante, y la mayor desigualdad del planeta en el acceso educativo. Para el quintil más pobre la distancia con respecto al quintil superior era equivalente a casi a dos años menos de educación. Los modelos de simulación que se están realizando, prevén aumentos significativos en este rezago tras un cierre escolar promedio de diez meses, afectando a toda la población estudiantil. Para los quintiles inferiores ya se acerca a tres años menos de educación.

La brecha educativa se hace más profunda para la región y en especial para los quintiles más pobres. Si bien las estadísticas de Costa Rica han estado entre las mejores de la región, son muy inferiores a otras regiones, y aún esa posición relativa puede deteriorarse de no lograr armarse respuestas efectivas.

No podemos dejar a estas generaciones así de desprotegidas frente al futuro. La presencialidad, en particular en las zonas rurales, debe consolidarse.