La Política centrífuga: dispersión del poder

Opinión de Constantino Urcuyo | “El vacío ha sido colmado por populismo y delirios de hombres fuertes, proclamando que una sola persona puede salvar al país, sin respaldo de actores sociales organizados”.

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Se entiende como fuerza centrífuga la que se aleja del centro, nuestro sistema político está sujeto a múltiples fuerzas que se separan de la correlación establecida luego de la guerra civil de 1948. La dispersión es nota dominante y la diáspora de actores políticos se profundiza.

El desmembramiento del bipartidismo ha disuelto el centro político, provocando pérdida de identidades partidarias y aparición de partidos efímeros, fundados en emociones intensas pero carentes de columna vertebral que articule demandas sectoriales en torno a visiones de futuro.

La implosión bipartidista no ha sido sustituida por partidos de nuevo tipo, sino por la aparición de partidos taxis, partidos franquicias y partidos pequeños, que se venden al mejor postor unos, y carecen de relevancia los otros. La indignación moralista con la corrupción colapsó con la desaparición del PAC, atravesado por indefinición política e ideológica, entre izquierdismo infantil y deriva neoliberal.

El vacío ha sido colmado por populismo y delirios de hombres fuertes, proclamando que una sola persona puede salvar al país, sin respaldo de actores sociales organizados con planteamientos serios.

La indefinición en múltiples áreas lanza gasolina al fuego. La inestabilidad del ejecutivo atravesado por renuncias y contradicciones lleva a buscar chivos expiatorios en la supuesta prensa canalla y en el poder judicial que cumplen con sus funciones de contrapeso al abuso de poder.

La fragmentación legislativa, buena desde el punto de vista de la representación, también causa inquietud, por la virulencia de la reacción ejecutiva frente a los límites que encuentra en una legitimidad tan democrática como la suya.

Los movimientos sociales crecientes también revelan la disfuncionalidad del sistema para integrar demandas de la sociedad civil.

Las visiones apocalípticas de los troles, anunciando el mundo corrupto, desprestigiando instituciones y libertades, unidas a las persecuciones políticas, auguran autoritarismo y arbitrariedad.

Las fuerzas democráticas nacionales deben buscar unidad política, no en torno a metas electorales, sino alrededor de democracia y libertades.

Es urgente encontrar un nuevo centro político para avanzar.