No nos guiemos solo por noticias negativas y recuperemos la autoestima

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Aunque no es cierto que el país esté hoy peor que antes, una buena parte del pueblo costarricense tiene la sensación de que es así, influenciados por el mensaje negativo y catastrofista de algunos políticos y formadores de opinión, así como por el sesgo de los medios de comunicación de enfatizar solo lo malo y minimizar todo lo bueno.

Esa percepción también es producto de que ahora los ciudadanos estamos más enterados de las cosas malas y que poco, o nada, se nos informa de lo bueno.

Los espacios informativos de la mayoría de los medios de comunicación tradicionales se dedican preferentemente a divulgar las noticias negativas del acontecer político y gubernamental y a los sucesos: asesinatos, accidentes, narcotráfico, violencia familiar, con un enfoque sensacionalista, que crean pesimismo y desesperanza en la población.

Esta tendencia encuentra su máxima expresión en las redes sociales, en donde los mensajes negativos alcanzan niveles alarmantes de vulgaridad y estulticia, en las que se expresan y repiten aseveraciones y acusaciones sin ningún respaldo válido; en las que se atacan a personas con el expreso propósito de denigrar y dañar su honor; en donde abundan los comentarios y chistes xenófobos y racistas, en fin, en las que algunas personas dan rienda suelta a los instintos más bajos del ser humano, desnaturalizando el concepto y el derecho a la libertad de expresión.

LEA: Luces y sombras del progreso social de Costa Rica.

Visión desconectada

Hoy, como nunca antes en la historia de la humanidad, las nuevas tecnologías nos permiten acceder a una inimaginable cantidad de información en tiempo real, pero pareciera que, contagiados o inducidos por esa negatividad, nos inclinamos por privilegiar y consumir solo aquella que contiene versiones pesimistas y puntos de vista apocalípticos, y no aquella en la que impera la moderación, la razón y el optimismo, la que proviene de una investigación y un análisis profundo antes de su publicación.

Individualmente, gozamos de todo aquello que alimenta nuestro morbo: el mal ajeno, la crítica perversa y destructiva, los malos augurios, la violencia física o verbal, y casi de forma natural le damos preferencia a la información de ese tipo, siendo que ese talante va construyendo un sentimiento colectivo de que todo es malo y de que el país es un desastre.

Esta actitud nos lleva a creer cada vez más en una visión del mundo que está desconectada de los datos y los hechos. Los hechos y los datos confirman, con contundencia, que nuestro país es hoy mejor que antes y que, a pesar de los problemas existentes, no se pueden ignorar los avances.

La sensación o percepción de que Costa Rica está al borde del despeñadero, de que estamos peor que hace 30 años, no se sostiene frente a la contundencia de las estadísticas objetivas que confirman el progreso económico y social de nuestro país, así como el avance en la tutela de los derechos humanos.

Es necesario que depongamos esa actitud negativa y que recuperemos la autoestima como colectividad, como nación, y miremos hacia el futuro y enfrentemos los nuevos retos con optimismo y esperanza.