
A primera vista, la fotografía de Costa Rica en el meeting de la humanidad es un juego de contrastes y tonos grises.
En un extremo blanquísimo de la foto, el país sonríe como el que mejor sabe convertir su desarrollo económico en progreso social.
Con casi 200 años a cuestas, todavía luce con muy buena salud. Es –en apariencia– tolerante, respetuosa de los derechos personales. Sabe gastar bien lo que produce, especialmente en vivienda y servicios de información.
No se salva de las sombras que le oscurecen algunas partes de la cara. La forma en que trata sus aguas, su seguridad personal y su solidaridad para erradicar situaciones de desigualdad no son, precisamente, sus fuertes. De cuerpo, es obeso y se alimenta mal.
El Índice de Progreso Social del 2016 comparte una nueva fotografía acerca de la situación del globo en necesidades humanas básicas, fundamentos del bienestar y oportunidades.
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Muestra también un ranking que ubica a Costa Rica en la posición número 28 entre 133 países. Está por encima de Argentina, Panamá, Brasil o México y se acerca a estándares similares a los de Italia, Chile o Corea del Sur.
De chocolates y cacao
Desde hace más de dos décadas los académicos comenzaron una campaña para enfatizar en que el grosor de las billeteras no es, precisamente, la mejor forma para saber si alguien está bien.
El Producto Interno Bruto, usual parámetro para medir el desarrollo de un país, enfrentó una crecida de indicadores que pretendían resolver con mayor claridad preguntas acerca del desarrollo social de los ciudadanos.
Nacieron así el Índice de Desarrollo Humano (1990), de Satisfacción con la Vida (2006), de Globalización (2006), del Planeta Feliz (2006) o el Índice para una vida mejor, de la OCDE (2011).
El Índice de Progreso Social, desarrollado desde el 2013, parte de esta idea con un elemento particular: no integra ningún indicador económico, ni de inversión en sus análisis. En otras palabras, pregunta por el progreso social de los países, sin importar sus recursos.
Empero, es natural que países con alta producción como Finlandia o Australia (con más del doble del PIB per cápita de Costa Rica) lideren el listado.
“La riqueza ayuda. No se puede hacer chocolate sin cacao”, asegura Víctor Umaña, director del Centro Latinoamericano para la Competitividad del Incae.
Sin embargo, una nación como Kuwait (con un PIB per cápita 81% mayor que el de Finlandia) aparece en la posición 45 (16 lugares por debajo de Costa Rica). Si fuera por su producción, Kuwait debería aparecer entre los primeros lugares del índice.
En cambio, Costa Rica supera las expectativas. La previsión de su nota es 8,62 puntos menor de la que obtiene en la revisión. Es la diferencia positiva más grande que registra cualquier nación.
Es decir, contrario a lo esperado por su producción, Costa Rica es el país que mejor sabe traducir sus recursos en progreso social.

Ese dato se sustenta en algunas de las luces del currículum del país. Los mejores indicadores están relacionados con las oportunidades que brinda a sus ciudadanos. Destaca su respeto por los derechos políticos, de expresión, de reunión y de movimiento, en los que alcanza la máxima nota posible.
Costa Rica también obtiene altas notas en tolerancia religiosa (a pesar de su mala calificación en libertad de culto, por poseer un estado confesional).
La esperanza de vida (en posición 28) es mayor a la de Estados Unidos y el país está por encima de su vecindario económico en el acceso que brinda a sus ciudadanos a conocimientos básicos.
La libertad de prensa y la cantidad de suscriptores a telefonía móvil (de 156 personas por cada 100) explica la posición número 35 del país en comunicación.
Las sombras
El lado oscuro de Costa Rica está marcado por una mala nutrición, problemas en seguridad personal, mal tratamiento de aguas y –sobre todo– desigualdad.
Si se observa el mapa de Costa Rica para el Índice en Progreso Social se pueden apreciar con claridad las dos caras del país.
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Los indicadores más positivos, con notas cercanas a 82 puntos de 100 posibles, están concentrados en la Gran Área Metropolitana (especialmente en Moravia, Flores o San Rafael).
La historia es distinta en las costas y fronteras. Cantones como Talamanca, La Cruz o Los Chiles tienen notas cercanas a 60 puntos. Guatemala, Honduras y Nicaragua tienen –en general– calificaciones similares.
Tampoco se puede hacer alarde de la situación del país en seguridad personal. La tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes (de casi 11,4 para el cierre del 2015) posiciona a Costa Rica en la nada favorable posición número 101.
Aunque el país padece de un mal regional (mucho más grave en los vecinos de Nicaragua y Panamá), las tasas son mayores a las de Senegal, Pakistán, Irak, Perú o Estados Unidos.
“Este es un país de obesos”, resume Umaña cuando analiza los indicadores de obesidad que ubican al país en la posición 103.
La tasa de obesidad (de un 22%) es mucho más baja que la de Estados Unidos (33%) o México (27%), pero no deja de ser el principal indicador de alarma para el país en salud y bienestar.
Aunque en ambiente y biodiversidad hay bajas tasas de muertes atribuidas a contaminación atmosférica, buenos estándares de protección de la biodiversidad y bajas emisiones de gases del efecto invernadero, el país no sabe tratar sus aguas residuales. Solo un 3,89% de este tipo de aguas son tratadas hasta el momento.
“Se han hecho bien las cosas: hay un acervo de capital humano y progreso social interesante. Pero el reto es mantenerlo, aumentarlo y, además, generar crecimiento económico”, destaca Jaime García, del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible. “ El índice también ayuda a diseñar el tipo de sociedad que queremos ser”, afirmó el investigador.
Estos son los cinco mejores indicadores de Costa Rica
Categoría | Lugar |
---|---|
Derechos personales | 13 |
Tolerancia e inclusión | 22 |
Libertad personal y elección | 26 |
Acceso a educación básica | 33 |
Información, comunicaciones | 35 |