¿OEA o Celac?

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

José M. Insulza convirtió a la OEA (Organización de Estados Americanos) en una institución irrelevante, nepotista y medrosa ante las dictaduras y arbitrariedades de los gobiernos de la región.

Bajo presión de las naciones del ALBA y sus secuaces (principalmente naciones del Caribe que se vendieron al apoyo de Venezuela), la OEA se dejó replicar y sustituir en influencia por la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe).

La Celac es un invento de Hugo Chávez; no es más que el instrumento ALBA para minimizar la influencia de la OEA en Latinoamérica y excluir a Estados Unidos y Canadá de la organización de integración regional.

Inexplicablemente tres de las naciones de la Celac han propuesto invitar a Rusia como miembro observador. ¿Qué sentido tiene, que no sea ideológico y/o militar, excluir a EE. UU. e incluir a Rusia en una organización americana?

Mientras ocupó el cargo de presidenta de la República, Laura Chinchilla fue a Cuba —primera persona que ocupa la presidencia de Costa Rica que visita oficialmente la peor dictadura de la historia de América— a recibir la presidencia pro témpore de la Celac, nombramiento que debió rechazar del todo.

Hay que reconstruir la OEA. Las naciones democráticas deben fortalecerla con un nuevo secretario general que merezca ese nombre; con apoyo a su gestión, seguimiento de sus decisiones, financiamiento y un reposicionamiento basado en la fuerza de su carta de constitución y en su apoyo a la democracia, el progreso social, la sostenibilidad y el crecimiento económico balanceado en todo América.

Celac debe desaparecer. No sirve para nada bueno y nuestro Presidente haría bien en retirar al país y, como presidente pro témpore, proponer su disolución en favor de una OEA reconstituida.

Puedo imaginar los argumentos en favor de la Celac, pero ¿cuál de sus funciones no podría ser cumplida por una OEA fuerte, moderna y con un líder eficaz al frente?