Clúster aeroespacial: la apuesta de Costa Rica para insertarse en una industria mundial en expansión

Costa Rica formó en 2015 un clúster de empresas del sector aeroespacial para acelerar el crecimiento en esta industria. El país tiene pendiente lograr la instalación de una empresa aeroespacial de mayor alcance mundial

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La industria aeroespacial está en plena expansión en todo el mundo y Costa Rica quiere apuntar a ser un jugador más en este campo.

Para lograrlo, el país consolidó desde hace algunos años un clúster aeroespacial que reúne a un grupo de empresas que nutre a compañías globales de productos manufacturados y servicios.

Si bien la participación de Costa Rica en el mercado mundial de esta industria es aún reducida, el país sobresale en América Latina y podría estar cerca de atraer grandes inversiones extranjeras.

Mano tica en los aires

Tico Electronics, con una planta en El Coyol de Alajuela, es una de las empresas que forma parte del Costa Rica Aerospace Cluster (CRAC), como se denomina oficialmente la entidad. La empresa nació en 1995 como parte de una misión cristiana de estadounidenses que vinieron con la intención de darle trabajo a mujeres.

La empresa estadounidense G.W. Lisk Company adquirió Tico Electronics en diciembre del 2022 y dos de sus fundadores originales se mantienen como gerentes.

El enfoque original del negocio estaba en procesos manuales para elaborar productos como tarjetas electrónicas y evolucionó a la construcción de partes de avión.

Tico Electronics fabrica hoy ensambles electromecánicos, como motores, rotores y el cableado estructural de la aeronave.

Por ejemplo, para el Boeing 737 construyen el panel de audio que el piloto usa para comunicarse con los tripulantes y pasajeros; para el Boeing 777 elaboran el cable que va de ala a ala, de unos 50 a 60 metros de largo, y que permite la comunicación electrónica del avión; otro artefacto son los sensores que ayudan a determinar elementos como la altura, la posición o el combustible disponible y que forman un panel ubicado en la cabina del piloto.

“Son ensambles pequeños pero de muy alta tecnología y de aplicación muy crítica. Entendemos que en el trabajo que hacemos aquí hay vidas humanas de por medio”, contó Emmanuel Solís, Operations Manager.

Varias de estas partes se integran también a satélites que van al espacio y cuyo cliente final es la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), aunque el volumen de ventas para este sector es más bajo.

Los clientes principales de Tico Electronics son empresas que funcionan como intermediarios con las grandes compañías globales como Boeing o Airbus, conocidos en la industria como original equipment manufacturers (OEM).

Entre estos intermediarios están Moog, una trasnacional que tiene una planta de la rama médica en Costa Rica pero cuyo fuerte es el aeroespacial; también Curtiss-Wright, L3 Technologies, Parker, entre otras.

Actualmente Tico Electronics emplea a 575 personas, la mayoría mujeres, siguiendo con su objetivo fundacional. Entre los perfiles más demandados figuran ingenieros industriales, electrónicos y eléctricos; asistentes administrativos y operarios. A futuro, la empresa quiere agregar valor con testeos de mayor complejidad por lo que esperan aumentar en 15% su planilla, principalmente de ingenieros.

En Alajuela también se asienta otro participante del clúster, tal vez uno de las conocidos debido a su localización.

La Cooperativa Autogestionaria de Servicios Aeroindustriales (Coopesa), al lado del aeropuerto internacional Juan Santamaría, abrió hace exactamente 60 años.

La empresa costarricense cerró hace 25 años las divisiones de ensamble automotriz y fabricación metalmecánica para especializarse en el mantenimiento de aeronaves comerciales, su principal labor en este momento.

El gerente general, Rimsky Buitrago, mencionó que Coopesa está trabajando al 100% de su personal e instalaciones y pasa por un “momento bueno” tras la pandemia.

“Hubo un resurgimiento en la aviación comercial a nivel mundial. Hay un boom de viajes a todo nivel y eso requiere servicios de mantenimiento más intensivos”, comentó.

Estos trabajos de mantenimiento que Coopesa realiza a aviones comerciales también se pueden replicar en aeronaves que viajan al espacio, pero Buitrago añadió que aún es un mercado pequeño en el que mantienen interés a futuro debido al crecimiento de la industria aeroespacial en el mundo.

Empresas comerciales privadas como SpaceX, de Elon Musk; Virgin Galactic, de Richard Branson; y Blue Origin, de Jeff Bezos, están en plena competencia por el turismo espacial. A estas se suman otras compañías de satélites.

No obstante, el gerente indicó que han tenido conversaciones con compañías de este perfil que buscan clústeres aeroespaciales para establecer investigación y desarrollo en economías con talento humano pero menores costos.

Coopesa da trabajo a 865 personas y las buenas perspectivas del negocio los llevan a plantearse la expansión de sus instalaciones para los próximos dos años, un tema que debe ser elaborado dentro de un plan de ampliación de la terminal aérea.

Clúster en evolución

La historia del clúster aeroespacial en Costa Rica inicia en 2010 cuando la entonces presidenta de la República, Laura Chinchilla, firmó un decreto que establecía las bases para convertir a esta industria en un sector estratégico para el país.

Tras este hecho, la Promotora de Comercio exterior (Procomer) se encargó de mapear empresas que se alinearan con este sector y, luego de varios años de reuniones, el proceso culminó con la confirmación legal del clúster en 2015.

Desde 2018, el CRAC funciona bajo un modelo colaborativo de autosostenibilidad con el objetivo común de acelerar el crecimiento del conglomerado de empresas, a través de oportunidades de negocio, formación, entre otros aspectos.

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El clúster costarricense está formado por 36 empresas que emplean en conjunto a unas 3.000 personas y están divididas en tres categorías.

La primera de ellas son empresas tractoras, donde están las de manufactura por contrato, capaces de integrar sistemas, ensambles, tarjetas electrónicas, entre otros dispositivos.

En segundo lugar están los proveedores que suplen a las tractoras, por ejemplo empresas de metalmecánica, de recubrimiento químico o de plástico.

La tercera rama son las empresas de servicios, donde entran calibración, logística e ingeniería.

Los tres grupos forman un paquete de servicios completos que ofrece Costa Rica, comentó Esteban Carrillo, director ejecutivo del clúster.

A nivel de productos, la propuesta de valor de Costa Rica para la industria aeroespacial se centra en tres segmentos estrella: los sistemas electromecánicos (motores, por ejemplo), el software embebido y el MRO (siglas en inglés de mantenimiento, reparación y revisión).

“Los sistemas electromecánicos son nuestro producto por excelencia. Es lo suficientemente específico para que las empresas entiendan qué hacemos, pero al mismo tiempo ambiguo para que no nos encasillen con una parte específica de un avión”, explicó Carrillo.

Los datos demuestran la buena salud del clúster. Entre 2013 y 2019, las exportaciones se duplicaron hasta llegar al récord de $214 millones. La cifra se redujo durante la pandemia pero volvió a crecer en 2022.

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La mayoría de las exportaciones se dirige a Estados Unidos y una parte menor tiene como destino Canadá y México.

La pandemia dejó resultados agridulces. A pesar de esa caída en 2020 y 2021 en las ventas al exterior, el clúster atrajo a nueve clientes nuevos durante ese periodo.

Para 2023, las previsiones indican que las exportaciones llegarán a los $240 millones, lo que podría significar un nuevo récord para el grupo empresarial.

Costa Rica en la cadena global

Costa Rica rompió su propio techo en la industria aeroespacial en 2022 cuando Orbital Space lanzó la primera misión espacial de una empresa privada costarricense, lo que representa la entrada del país en la carrera 2.0.

Se le conoce como espacio 2.0 o carrera 2.0 a la nueva etapa que está viviendo la industria espacial, en la que empresas privadas toman protagonismo y se involucran en las misiones espaciales, lo cual permite abaratar costos y diversificar el sector.

A pesar de este paso significativo, a Costa Rica aún le queda camino por recorrer para posicionarse como un proveedor de peso en la industria. La porción del país en el negocio mundial aún es pequeña, pero en Latinoamérica está surgiendo como un tercer jugador detrás de México y Brasil.

La cadena de suministro global se compone de cuatro niveles: los OEM, que son los grandes actores mundiales, y los tier 1, 2 y 3.

La industria local se ubica del tier 2 hacia abajo, por lo que aún no interactúa con los OEM. No obstante, la tendencia del país ha sido escalar en dicha pirámide conforme se amplían las capacidades.

Solís, de Tico Electronics, cree que el empuje que necesita Costa Rica es la instalación de una empresa que pertenezca al tier 1, que atraiga la mirada de la industria global. El representante contó que antes de la pandemia hubo interés de Amtec y Parker, pero estas negociaciones se pararon.

“Es un proceso evolutivo que está teniendo la cadena de suministro en Costa Rica”.

— Esteban Carrillo, director ejecutivo del CRAC.

Carrillo apuntó que otra barrera que debe trasparaar el país es avanzar hacia el diseño y desarrollo, para lo que considera vital la vinculación con las universidades.

El clúster confía en que la mano calificada costarricense, el sistema de zonas francas, la experiencia acumulada y la tendencia del nearshoring favorezcan al país y lleven a otro nivel el made in Costa Rica en el espacio.