Hoy, martes 8 de mayo del 2018, me levanté y leí —con el primer café del día— el poema Patria, del gran Jorge Debravo. No se me ocurrió una lectura más oportuna para reflexionar sobre nuestro país en tiempos de esperanzadoras señales políticas.
Comparto los versos con letra negrita y mis pensamientos entre paréntesis):
Tengo a mi patria / siempre en la mano.
(Así debemos tenerla para construir, aportar, servir, sumar, apoyar, auxiliar, trabajar, participar, proteger, unir; no para aprovecharnos de ella, saquearla, despilfarrar sus recursos, ordeñarle privilegios, amenazar, bloquear, destruir).
La miran mucho / mis ojos claros.
(La hemos visto, observado, oteado, contemplado y ojeado en demasía; tanto que hemos acumulado infinidad de estudios, análisis, diagnósticos, reportes, valoraciones, informes, planes, evaluaciones, proyectos, dictámenes, seminarios, congresos y mesas redondas sobre sus problemas, necesidades, prioridades, rezagos, inequidades. ¡Es hora de actuar, no de seguir mirando).
La besan mucho / mis labios mansos.
(¿De qué le sirven a la patria tantos besos, caricias, arrumacos y mimos si a la hora de los sacrificios echa de menos nuestro altruismo, entrega, esfuerzo, generosidad, desprendimiento, solidaridad y abnegación? Nuestro país, ya lo hemos comprobado, no vive de falsas promesas de amor, románticas casas de cristal, enamorados labiosos).
Quiero a mi patria / siempre en la mano.
(Para compartirla, ensancharla, practicar la inclusión, abrir las puertas de las oportunidades, edificar puentes de entendimiento, abrazar, levantar; no para señalar quién forma parte de ella y quién no, quiénes tienen derechos y quiénes no, moldearla de acuerdo con mi visión de mundo o encerrarla en el puño cuando me disgusta la realidad).
Mansa y pequeña / como un garbanzo.
(Pequeña sí; mansa ya no. Me alegra que sea así, que no seamos más el pueblo "domesticado", sumiso y dócil de décadas atrás. No somos rebaño, propiedad o marionetas de ningún partido político. Los miopes y arrogantes que sigan pensando que los ciudadanos no hemos cambiado —somos más críticos—, seguirán cosechando derrotas en las urnas electorales).
Sin rifles negros. / Sin sables blancos.
(En vez del camino de la violencia, la amenaza, el matonismo, el boicot o el chantaje: dialogar, en serio y de manera constante; negociar, recuperar este arte venido a menos; buscar puntos de acuerdo y entendimiento, en vez de dejar los proyectos de ley a su suerte; discrepar, con argumentos y elegancia; ceder, con inteligencia y humildad, y soltar o renunciar, con dignidad).
La quiero dulce / para los bajos.
(Para todos, sin excepción. Eso sí, conscientes de que a veces es amarga... como la vida).
La quiero tierna / para los altos.
(En especial para quienes carecen de trabajo, pan, abrigo, educación, salud, pensiones dignas).
La quiero buena / para los malos.
(Con el perdón del poeta, no me gusta eso de dividir a la patria entre buenos y malos. Esa visión maniquea —reducida, simple, burda e injusta— de la realidad la vivimos en el 2007, de cara al referendo sobre el TLC, y en la reciente segunda ronda electoral; ojalá superemos esa actitud de calificar como ángeles a quienes piensan como yo y ver como demonios a aquellos que opinan o viven diferente).
Por eso a veces / la llevo al campo,
(Nos encontramos en un momento de nuestra historia en el que es vital y necesario llevar a la patria al campo para que se airee y deseche algunas manchas de moho y olores añejos que le impiden un mejor desarrollo).
le cuento historias / de niños sanos,
(Sin duda alguna, una tarea prioritaria para el nuevo Gobierno. ¡Para todos!).
de ancianos dulces, de lindos ranchos.
(Otro tema de suma importancia: vida digna para todos nuestros abuelos; en especial los que en vez de vivir en paz los últimos años de su vida, se ven obligados a cuidar carros, vender chances y lotería, pedir limosna. Claro, ¡imposible con el déficit fiscal que nos heredaron los últimos gobiernos! No se vale postergar la solución de este desafío).
Le digo que hay países anchos
(Hay que hablarle a la patria, conversar con ella, invitarla a un café, para hablarle de otras naciones, tanto de aquellas que nos envidian como de aquellas que deben servirnos de modelo para enfrentar nuestros problemas y progresar. También permitir que ella nos hable, en especial de sus sueños).
donde no existen / dioses metálicos,
(Sí, hay países mucho más pobres que el nuestro. Deberíamos pensar en ellos antes de insistir en la cantaleta de que "todo está perdido en Costa Rica").
donde no hay primos: / que solo hermanos.
(Hoy se vale soñar, alimentar la esperanza, abrirle la puerta al futuro e invitarlo a quedarse en casa).