El pasado lunes 28 de noviembre El Financiero otorgó, por vigésima primera ocasión, el premio "Empresario del Año", un proyecto editorial que reconoce el esfuerzo, sacrificio, expansión, estrategia, visión, innovación, osadía, inversión, desafíos y otras características propias de un sector que contribuye con el desarrollo del país y la calidad de vida de sus habitantes.
Se trata de un galardón que se entregó por primera vez en diciembre de 1996; es decir, al año siguiente de la fundación de este periódico especializado en negocios, finanzas, tecnología, economía y gerencia, y que de alguna u otra manera refleja cómo ha evolucionado el mundo empresarial costarricense.
Permítame hacer un repaso por la historia de esta distinción que también evidencia parte del enorme potencial que tiene Costa Rica.
En 1996 el señor Rodrigo Uribe, entonces presidente de la Corporación Más X Menos, nos recordó la importancia de mantener presentes y vigentes las raíces de la empresa. En medio del festejo, evocó el espíritu emprendedor, innovador y de trabajo arduo de su padre don Enrique Uribe y Pagés, fundador de los supermercados en Costa Rica.
Un año después, en 1997, el empresario salvadoreño Ricardo Poma, presidente del Grupo Poma lanzó un reto aún vigente: "No hagamos proyectos para el tercer mundo, compitamos con el primer mundo".
En 1998, el señor André Garnier, de la Corporación Garnier & Garnier y con una amplia y exitosa trayectoria en el sector privado, acababa de aceptar el reto de asumir como secretario técnico del Consejo Nacional de Concesión de Obra Pública. "Siempre dije que en algún momento tenía que devolverle al país lo que me dio y ese momento me llegó ahora", manifestó.
Al año siguiente, 1999, el entonces presidente ejecutivo de Cormar, José Rossi, alzó la voz en favor de lo importante versus lo urgente en las compañías. "Es lo que le pasa a muchos gerentes. No tienen tiempo de pensar, de planear ni de diseñar estrategias. Se les va el tiempo en lo urgente, sacrificando lo importante", afirmó.
En el 2000 premiamos a un sector que crecía en forma silenciosa, en las casas de habitación de sus gestores y sin ningún tipo de beneficio o incentivo directo del Estado: los desarrolladores costarricenses de software.
Tomás Gilmore, en calidad de gerente general de Sardimar, y Jorge Rodríguez, entonces director general de Atlas Eléctrica, compartieron el Empresario del Año en el 2001. El primero de ellos fue, en su juventud, mesero en un restaurante en París; esa experiencia, declaró, le ayudó a valorar el dinero, ser humilde y apreciar el valor del servicio al cliente. En tanto, don Jorge compartió esta lección: en tiempos de crisis hay que recortar gastos, pero no inversiones productivas.
En el 2002, Pedro Dobles, quien era el director general de Florida Ice & Farm (Fifco), señaló: "En Florida el crecimiento es nuestro norte, y el cambio es una tradición". Palabras que siguen vigentes en esa empresa.
Una vez más, en el 2003 tributamos homenaje a un sector que se atrevió por fin a dar un salto que todos esperábamos: el cafetalero, que apostó por producir café fino y aprendió a mercadearlo.
En el 2004, uno de los años más convulsos en materia de denuncias de corrupción público-privada en Costa Rica, EF rindió tributo a la honesta trayectoria de don Richard Beck (uno de los fundadores de la Bolsa de Valores, la Unión de Cámaras, el Incae y quien dejó huella en Kativo, Atlas y Banex). Sus palabras todavía resuenan: "Si alguien es incapaz de tener éxito o fortuna basada en conductas correctas, entonces no tiene derecho a llamarse empresario porque entre él y cualquier delincuente no habría ninguna diferencia".
En el 2005, este reconocimiento fue entregado a dos empresarios: don Ernesto Castegnaro, presidente de BAC San José, y nuevamente al señor Rodrigo Uribe, quien presidía la Corporación Supermercados Unidos. Ambos no le tuvieron miedo a los gigantes, se aliaron con ellos: el primero con una filial de la Corporación General Electric; el segundo con Wal-Mart.
Al año siguiente, 2006, el Empresario del Año viajó a las estrellas. Premiamos al precursor de Ad Astra Rocket, Franklin Chang Díaz, quien tuvo la visión de cambiar el laboratorio por las oficinas de los inversionistas y los despegues hacia el espacio por aterrizajes en los bancos en busca de financiamiento para su sueño de plasma.
En el 2007 no destacamos a un astronauta, aunque sí a un empresario con metas de alto vuelo: Ramón Mendiola, director general de Fifco, por la adquisición de las operaciones locales de PepsiCo por $116 millones. Como si fuera poco, este empresario acababa de coronar tres años consecutivos de aumentos importantes en las ventas.
Un visionario de la responsabilidad social empresarial y el turismo sostenible fue galardonado en el 2008: el señor Eduardo Villafranca Sargent. Evoco sus palabras: "En el mundo hay suficiente riqueza para que todos vivan bien" En este sentido, agregó: "Las empresas deben hacer alianzas con los gobiernos. Pero deben ser todas".
En el 2009 apostamos por el valor de la solidaridad y el coraje de empezar de nuevo. Premiamos a doña Analía García, presidenta ejecutiva y gerenta general de El Ángel, quien a pesar del duro revés empresarial producido por el terremoto de Cinchona, luchó por no dejar sin trabajo a sus colaboradores y reiniciar de cero.
El Empresario del Año 2010, Francis Durman Esquivel, insistió en la importancia del equipo humano. "Usted puede tener plata y la mejor idea del mundo, pero si carece de la gente que lo ayude a desarrollarla, no la hará realidad".
Al turismo médico le llegó su hora en el 2011 cuando este galardón fue otorgado a uno de los pioneros de esta actividad que en ese año superaba, en generación de divisas, a las exportaciones de café: el señor Jorge Cortés, director médico del Hospital Clínica Bíblica y presidente del Consejo para la Promoción Internacional de la Medicina de Costa Rica (Promed).
Ramón Mendiola repitió como Empresario del Año en el 2012. En esta oportunidad, por la adquisición de un gigante. Fifco compró la compañía cervecera estadounidense NAB por $388 millones.
En el 2013 el Empresario del Año celebró su mayoría de edad premiando la visión estratégica, la excelencia, la audacia y el compromiso social de Harry Strachan y Luis Javier Castro: socio director emérito y presidente de Mesoamerica Investments.
El banquero Gerardo Corrales, reveló parte del secreto de su éxito en el 2014, cuando aún era el gerente del Grupo BAC San José: "Definitivamente la pasión, el compromiso de los colaboradores hacia el rendimiento financiero sigue presente; las metas siguen siendo agresivas. Este es un grupo bastante retador, es un grupo que no se conforma", afirmó.
Hace un año Javier Quirós, presidente de la junta directiva de Purdy Motor, compartió uno de sus principales aprendizajes en el mundo empresarial: "Nunca hay un momento ideal para hacer algo, no lo voy a esperar, simplemente hay que hacerlo".
Y el lunes pasado, el Empresario del Año 2016, Guillermo Alonso Guzmán, presidente de la Corporación Auto Mercado, hizo un vehemente llamado a colegas: "Los empresarios, por varias razones, hemos dejado solos a nuestros gobernantes, no les hemos ayudado y me parece que es hora de involucrarnos de una u otra manera, a ayudar en la gestión pública. Como empresarios y profesionalesdel sector privado es mucho lo que podemos aportar. Es la única manera de que las cosas puedan cambiar, de lo contrario el país quedará en las manos de las personas menos idóneas para la gestión pública".